«de animal enjaulado que recuerda» (Guy de Maupassant)
Lunes, 13. Supongo que nadie se fija bien en la hoja de almanaque que acompaña muchos días este diario. No es siempre igual, porque cuando hay alguna anotación en el corriente, esta va en rojo. Y supongo eso también porque nadie me ha sacado de mi error al publicar durante algunos días de este mes de abril que hoy lunes se reanudaban las clases virtuales. No. Según el calendario oficial de la Universidad de Extremadura, hoy no es día lectivo y la actividad se reanuda mañana martes, 14 de abril, día en el que sí tengo programada una sesión de mi asignatura sobre literatura del siglo XVIII. Hoy hace un mes que mi universidad adoptó las medidas para el cese de las actividades docentes presenciales y que di mi última clase en la Facultad. Y hoy, el Rector de la UEX, Antonio Hidalgo García, ha publicado una resolución por la que se dicta la impartición de toda la docencia en régimen no presencial hasta la finalización de este curso. No volveremos a las aulas antes del 14 de mayo, que es la fecha del final del período lectivo. Como dice la Resolución: «En la situación actual, el periodo lectivo restante queda definido por la vuelta, tras la Semana Santa, el día 14 de abril y la finalización el día 14 de mayo. Sin embargo, el periodo de docencia no presencial […] ha quedado establecido, por lo menos, hasta el 26 de abril. Esta situación dejaría solamente 13 días susceptibles de ser utilizados de manera presencial en el caso de que no se declarase ninguna prórroga más, lo cual parece altamente improbable». Por eso, llegaremos al final del curso dando clases no presenciales y pendientes de unas directrices generales sobre docencia, prácticas, evaluación y trabajos de fin de grado y de fin de máster adaptadas a la situación. Hoy, una rara casualidad me ha llevado a un bello volumen de más de mil doscientas páginas de los Cuentos esenciales (Random House Mondadori, 2008), de Guy de Maupassant, en traducción de José Ramón Monreal e ilustraciones de Ana Juan, con el que mi amigo Antonio Sáenz de Miera quiso felicitarme la Navidad de aquel año y desearme los mejores deseos para 2009. En ese libro hay un cuento de tremendo final, «El joven soldado», del que proviene la cita de arriba, que está fechado tal día como hoy, 13 de abril, pero de 1885.
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