sábado, diciembre 28, 2013

2013


Preparo el cambio de agenda. 2013. Se acaba el año en el que me despedí de las clases de licenciatura —ay— y recibí a Bolonia. Aún estoy en el período de adaptación. Conocí a James Valender en un coloquio sobre Cernuda celebrado en mi universidad; de lo poquito que se ha hecho para recordar los cincuenta años de su muerte en México. Sólo he estado una vez en Zarautz; pero este año ha sido una ciudad felizmente presente. Como presente volvió a estar Manolo Peláez, gracias a la primera edición del premio de microrrelatos que lleva su nombre y que se entregó —ahora lo veo— el 16 de junio. Al día siguiente, un viaje en tren, después de muchos años, gracias a que me rompí el manguito rotador y no podía conducir en aquellos días. Un año poco viajero. Santander, Somo, Liérganes, Santo Domingo de Silos, Lerma..., y paro de contar. Con Carmen. Feliz. Mi madre cumplió un año más. También familiares y amigos, qué alegría. Madrid y Salamanca se unen a la familia, por Julia y Pedro. Murieron Manolo y Diego Ariza, qué pena. Casi juntos. Estaban muy unidos. Releí a Albert Camus y me extrañó que en las revisiones y recuentos de su obra muy pocos hablasen de El primer hombre, espléndida obra. Volvió a repetirse aquello de: «Los que escriben claro tienen lectores; los que escriben oscuro, comentaristas». No sé yo... Jabardillos de vencejos. Un libro importante: Cristalizaciones, de Basilio Sánchez. Con Luis Landero en Cáceres, un reencuentro afectivo. Un artículo en Studi Ispanici. Gustavo Adolfo Bécquer y Antonio Gómez ocupan algunas de mis horas. No sé si he sido mejor. Al fin y al cabo, no se trata de competir. Feliz año nuevo.

viernes, diciembre 27, 2013

La luz de las palabras


El pasado 16 de diciembre se emitió el último programa de La luz de las palabras, el espacio literario y cultural, de periodicidad quincenal, de la radio municipal de Navalvillar de Pela, NVO Radio, dirigido por Luis Arroyo y presentado por él mismo y Guadalupe Jiménez, la que después de haber faltado durante unos meses, ha querido participar en esta última edición de despedida, confío en que no definitiva. Porque que en una emisora municipal salga un programa así, con esos contenidos, y ese afán por el fomento de la lectura y la difusión de la cultura —el otro día se habló de Julia Uceda y de Gonzalo Hidalgo Bayal y La sed de sal; y se leyó un poema de Lêdo Ivo— es algo muy recomendable y ejemplar, aunque poco abundante, por desgracia. Sin quitar el mérito que tiene la conductora del programa Guadalupe Jiménez, sensible a todos los contenidos e interesada sinceramente por los objetivos del mismo, el alma de La luz de las palabras —título tras el que se entrevén un verso de Aníbal Núñez («la luz en las palabras») y el reflejo que de él hizo en homenaje Ángel Campos Pámpano— ha sido Luis Arroyo, con su voz de «gato viudo», que ya pasó felizmente por el quirófano para seguir dándonos tan sabias muestras de devoción por los libros. Merece mucho, en primer lugar para los que le conocemos de cerca, una persona como Luis; merece mucho. Me ha dado pena y algo de rabia escucharle en esa despedida que no quiero que sea; pero estoy convencido de que Luis Arroyo seguirá ofreciéndose, con sus muchos años de experiencia como profesor de lengua y de literatura, para ayudar a que la gente, y, sobre todo, los jóvenes, lean. En la imagen, Luis lee un poema de Carlos Medrano dedicado a Ángel Campos Pámpano en San Vicente de Alcántara, en el acto en su recuerdo celebrado el pasado 22 de noviembre. Luis leyó también un luminoso texto de António Ramos Rosa sobre el que dijo al concluir: «Es Ángel puro». Feliz año nuevo.

miércoles, diciembre 25, 2013

Mañana de Navidad


La lluvia tenue de esta mañana, después del chaparrón de primera hora, ha colmado el gusto de un paseo casi sin nadie en la calle, y sin nadie en el parque durante un buen rato. Me habría gustado tener a mano un libro de poemas, alguno de esos textos con los que poder establecer analogías con lo sentido, alguna muestra de esa memoria de paisajes que tantas veces es la literatura. «Sin la poesía la realidad se desprecia», dejó dicho Cioran. No se lo leí al rumano en su momento, sino a Joaquín Araújo, que lo citaba en un libro apacible del que también me he acordado esta mañana, La sonata del bosque, con ilustraciones de Regla Alonso (Barcelona, Lunwerg Editores y Caja Madrid, 1999). No un bosque; pero sí un parque de ciudad, tan céntrico que su naturaleza exuberante potencia la admiración por tenerlo tan a la mano. Caminar acompañado por el sonido del agua del canal del centro, escuchar a los gorriones —o lo que uno cree que no es canto de mirlo ni de abejaruco—, contemplar el entorno y pisar la alfombra mullida que forman las ramitas que caen de los pinos o la que se siente bajo los pies cuando el camino lo traza la grava mojada por la lluvia. Observar cómo cambian en un instante los tonos grisáceos y verdioscuros a poco que salga el sol, tan remiso todo el día, e ilumine las hojas de ocres y amarillos. Qué difícil decir lo sentido. «Sin la poesía la realidad se desprecia». Porque a veces la realidad es poesía. Ah, sí, el libro de poemas. Unos versos de un poema: «Del invierno / la luz, / La claridad de la visión, la espera, / El contorno preciso que el aire da a los cuerpos, / La desnudez suprema de los árboles, / La tierra en su matriz, henchida de los granos, / El frío con sus alas, ángel tan aterido, / El gris nácar del cielo.» De José Luis Puerto, un poeta sabiamente contemplativo.

martes, diciembre 24, 2013

Transporte de animales vivos


Cuatro son los poemas de este nuevo libro de José Antonio Llera, Transporte de animales vivos (Badajoz, Aristas Martínez Ediciones -Libros del caos, 4-, 2013), que se dieron como avance en la antología El desierto está creciendo que le editó José Mª Cumbreño en «La biblioteca de Gulliver» de sus Ediciones Liliputienses en marzo de este mismo año. Me gustaron en su momento aquellos textos algo inquietantes y, sobre todo, muy de nuestro tiempo; y quedé a la espera de ese libro anunciado que ahora tengo delante, bellamente editado e ilustrado por Paco Nadie. Está construido en tres partes (I. Calles y andenes; II. La habitación del poeta; y III. Sótanos) con el mismo número de poemas —once—, para equilibrar, según entiendo, las tres miradas que articulan la obra: la mirada hacia la realidad exterior, la que mira a la propia dedicación del poeta, a la escritura, y la mirada hacia el pasado personal. Es esta última parte la que muestra a un José Antonio Llera más cercano —más nuestro, con perdón, por ese pasado pacense histórico que se evoca en el penúltimo poema —sobre la matanza de Badajoz en 1936— y el pasado pacense familiar que nos da la clave del título del libro en el último poema, como clave íntima del significado global del poema «Transporte de animales vivos» de la primera parte. Como si llegado el momento de una edad, pasados ya los cuarenta años —citados en el poema «Mandamientos de la ley de Dios»—, el poeta hubiese sentido la necesidad de esta especie de indagación materializada en un conjunto más que solvente de textos versiculares, con más voluntad versal que de poema en prosa. Sea así, porque si continúo añadiendo apuntaciones sueltas a una lectura que tiene ya un tiempo no publicaré nunca esta nota que me apetece difundir ya. Y ya habrá ocasión para volver y demorarse. Feliz Navidad.

lunes, diciembre 23, 2013

Mala suerte

Una fatalidad. Mantearon al ganador del premio gordo y un mal golpe lo dejó en el sitio. El eco de las botellas de cava que se habían descorchado horas antes persistía aún en el tanatorio en que viuda e hijos, amigos, vecinos y demás condolientes no somos nada lo ocurrido.

domingo, diciembre 22, 2013

'Conversación', de Gonzalo Hidalgo Bayal, Premio Dulce Chacón 2013


El otro día estuve con Gonzalo Hidalgo en Plasencia y le recordé que su Conversación era finalista en el Premio Dulce Chacón de Zafra. A pesar de que entre las elegidas estaban también las novelas de Juan Marsé y de José María Merino —el criterio cronológico de las bases del premio es algo excéntrico—, parece que dimos por hecho que el jurado iba a debatir finalmente entre su libro y Absolución, de Luis Landero. Y así las cosas, con esa confortable manera de verlas que tiene GHB, con la parsimonia con la que encubre su lucidez mental, me recordó Gonzalo el discurso del actor, guionista, productor y director Santiago Segura en la entrega de los Premios Goya de 2012. A saber, que entre nominados como Daniel Brühl —joven aún para recibir el premio—, Luis Tosar —premiado varias veces merecidamente—, Antonio Banderas —reconocida estrella internacional— y José Coronado —más nuestro, y anunciante de yogures para hacer de vientre—, el premio debía de ser para este último. Y decía Gonzalo que si se diese el caso, el Coronado sería Luis Landero. Ayer al mediodía, después de una llamada de mi hermano con la noticia del Premio Dulce Chacón de 2013 para Conversación (Barcelona, Tusquets Editores, 2011), envié a Gonzalo un mensaje inaplazable de enhorabuena por haber sido él, finalmente, «Coronado». No sabe Gonzalo —es posible que sí— cuánto le agradecemos muchos que él siga hablando, quiero decir, escribiendo; y cuántos creemos en que —aparte premios— el mero hecho de que él escriba «es lo único que sigue teniendo sentido a estas alturas, o, si no sentido, al menos un punto ilusorio de eficacia» (Conversación, pág. 183).

jueves, diciembre 19, 2013

Exposición en La Traviata. Cáceres


Dos sonetos tipográficos de un impresor poeta


Con la puntualidad de siempre, como todos los años, llega el aguinaldo —ya el número 17— de Víctor Infantes desde Ediciones de la Imprenta Memoria Hispánica, en compañía también, como acostumbra, de José Manuel Martín, de Gráficas Almeida de Madrid. Este 2013 nos traen Dos sonetos tipográficos de un impresor poeta, los de Joseph de Contreras y Alvarado, hijo y nieto de impresores, que los incluyó —encabezados por sendos grabados— en una de las obras que se publicaron con motivo de la muerte del rey, la Parentación Real al soberano nombre e inmortal memoria del cathólico Rey de las Españas y Emperador de las Indias Don Carlos II (Lima, Joseph de Contreras, 1701), acaecida el 1 de noviembre de 1700. Estimo que su autor se ha ganado a sus editores no por el mérito literario de las composiciones; sino que éstas tienen la singularidad de estar escritas «Con alusión a la imprenta». Pero, además, y como siempre ocurre con estos regalos que llegan en sobres ad hoc rotulados con la característica caligrafía de V.I. —vida impresa—, uno aprende lecciones de bibliografía material. Léase, si no, el «Pretexto» de Marcelo Grota —que tanto nos enseña en sus páginas en la revista Hibris—, que nos informa sobre la anomalía observable en el folio (recto y verso) de los ejemplares conservados, ya que cambia el tipo de papel. La explicación no concluyente es, cuando menos, simpática para este caso y estas fechas, estas circunstancias: «Por razones que desconocemos (pérdida o eliminación de pliegos, algún accidente en la tirada, etc.) unos pocos ejemplares llevaban el papel original de la edición y se decidió no volver a imprimir la forma interna completa, sino solamente esta hoja, quizá (y estamos muy convencido[s] de ello) para, a la vez, hacer una hoja suelta con los grabados y los textos del impresor en un papel diferente, hoja que podría regalarse y difundirse de manera ajena al libro completo (al faltarle la numeración).» Así que una hoja suelta, un regalo, un impresor... Como todos los años por estas fechas.

domingo, diciembre 15, 2013

En Plasencia


© J.C. Muñoz Bejarano
El viernes estuve en Plasencia, en el Instituto de E.S. «Parque de Monfragüe», invitado por su director, José Carlos Muñoz Bejarano, para dar una charla a un grupo de alumnos de 2º de Bachillerato. Traté sobre la literatura en Extremadura, sobre algunos autores y obras memorables que ha dado esta tierra en los últimos treinta años, los únicos que propiamente nos permiten hablar de historia de la literatura en Extremadura. Los únicos, cabe añadir, que avalan y demuestran el desplazamiento del centro que se ha producido en algunos ámbitos —como el literario— en este país y que se puede comprobar en muchos sitios periféricos, como el de este oeste. Por estar en Plasencia, insistí en dos nombres: Álvaro Valverde y Gonzalo Hidalgo Bayal. Los mismos con los que tomé café en un sitio del centro —sí— un poco antes de convertirlos en objetos justificados de mi charla, en la que también me gustó allegar la memoria de Ángel Campos Pámpano con uno de sus textos y la obra de Antonio Gómez, además de algún apunte teórico sobre identidad y cronología. Creo que los alumnos captaron, al contarles lo que había hecho antes de acudir allí, lo que quise decir sobre los beneficios de la lectura de una literatura viva y tan cercana. Aunque no siempre sea, es un aprendizaje doble: el de la letra y el de la persona que la ha escrito. Fue una experiencia amable con lectores jóvenes, a los que deseo que nunca pierdan el hábito que ahora pueda estar prendiendo en ellos. Un trabajo gustoso.

miércoles, diciembre 11, 2013

Pruebas de imprenta


Estos Estudios sobre la cultura editorial del libro en la España moderna y contemporánea serán uno de los referentes principales en el estado de los ensayos recientes sobre bibliografía material —o Analitical bibliography— en el mundo hispánico. Los ha coordinado Gabriel Sánchez Espinosa. De verdad. Quiero decir que los ha reunido y ordenado, les ha colocado una bibliografía única al final y ha escrito las bio-bibliografías de sus autores, nueve, incluyéndole: Trevor J. Dadson, el editor de Gabriel Bocángel; Nigel Dennis, el malogrado —fallecido en abril de este año— editor de Bergamín y de Ramón Gaya; Andrew Ginger, autor de Liberalismo y Romanticismo: la reconstrucción del sujeto histórico (2012); Julio Neira, antiguo compañero en estas aulas extremeñas, y especialista en la literatura del 27; Carmen Peraita, de Vilanova University, tan interesada en Quevedo; Fermín de los Reyes Gómez, bibliógrafo principal e historiador del libro; Barry Taylor, bibliotecario en la British Library; Elvira Villena, historiadora del arte y especialista en grabados; y el propio Gabriel Sánchez Espinosa, de quien he tenido el gusto de hablar en este blog en entradas anteriores. El orden de los citados —salvo por el último— es alfabético, el que guardan en la noticia «Sobre los autores»; pero, naturalmente, no es el que presentan en el libro, que, después de la «Introducción» de Sánchez Espinosa, abre Trevor J. Dadson con un estudio sobre los preliminares o paratextos de los libros del Siglo de Oro, que ofrecen jugosa información sobre el proceso y la cronología de la impresión de muchas obras, como ocurrió con la Lira de las Musas de Bocángel, y como ya también trató en alguno de sus trabajos Fermín de los Reyes Gómez, que aporta en este volumen uno de los ensayos más extensos, sobre los talleres del impresor Antonio Espinosa de los Monteros (1732-1812), figura que es objeto igualmente de una parte de las páginas escritas por Elvira Villena sobre el nacimiento de una tipografía española en el siglo XVIII. El orden de los trabajos del libro es el cronológico de sus asuntos —desde el siglo XVII hasta el XX—, y que desemboquen en los tiempos más cercanos da al conjunto un interés creciente para el lector no especialista, que puede leer un sugestivo estudio —el de Dennis— sobre el programa editorial de las bergaminianas Ediciones del Árbol justo antes de la Guerra Civil, otro sobre el editor cántabro Pablo Beltrán de Heredia a cargo de Julio Neira; y, por último, uno de los capítulos con mayores aportaciones —riguroso y bien documentado— de la obra, el de — precisamente— su coordinador, en torno a la editorial Trieste (1982-1990) de Andrés Trapiello y Valentín Zapatero (1958-1990), en el que se cita «el rasgo más controvertido» de la inclusión de algunos escritores «políticamente identificados e identificables con el fascismo o el franquismo» (pág. 254), que me ha recordado el comentario aquí, en este blog, hace unos años, de algunos lectores con otro propósito.

Gabriel Sánchez Espinosa (ed.), Pruebas de imprenta. Estudios sobre la cultura editorial del libro en la España moderna y contemporánea. Madrid-Frankfurt am Main, Iberoamericana-Vervuert, 2013, 284 págs.

lunes, diciembre 09, 2013

Música poética. Galería


Una compañera, Victoria Pineda, durante una clase sobre crítica textual como invitada —un placer— en mi curso de tercero, lo evocó hace unas semanas; y en una reunión en casa con una pareja amiga, volvió a salir en la conversación tras escuchar «Madrid amanece» de Hilario Camacho (1948-2006). Es el poema LXII de Soledades, galerías y otros poemas (1907) de Antonio Machado, al principio de las «Galerías», y fue publicado por primera vez suelto en 1904. Es más conocido por la versión cantada del dicho Hilario Camacho que es toda una lección de cómo se le puede sacar partido musical a unos versos espléndidos, y bien expresivos del simbolismo poético machadiano, que el cantante convirtió a otros ritmos y recurrencias hasta hacer del poema otro texto distinto sin traicionarlo.

                           Desgarrada la nube; el arco iris 
                         brillando ya en el cielo,
                         y en un fanal de lluvia
                         y sol el campo envuelto.
                           Desperté. ¿Quién enturbia
                         los mágicos cristales de mi sueño?
                         Mi corazón latía
                         atónito y disperso.
                           ...¡El limonar florido,
                         el cipresal del huerto,
                         el prado verde, el sol, el agua, el iris...!,
                         ¡el agua en tus cabellos!
                           Y todo en la memoria se perdía
                         como una pompa de jabón al viento.

[Composición fotográfica sobre una foto de Juan Miguel Morales a Hilario Camacho y otra de Alfonso a Antonio Machado]

Le crépuscule d'un roi


¿A quién molesta que veamos en España este reportaje de Canal Plus Francia?

sábado, diciembre 07, 2013

20 años de Versión Original


Que una revista como Versión Original esté pasando por las dificultades a las que alude en sus editoriales desde hace un tiempo es ignominioso. No hay razón alguna para que la publicación cultural de periodicidad mensual más longeva que conocemos por estos pagos, que ha demostrado y demuestra su solvencia con la mera lectura de sus contenidos, tenga que pasar por esto. La Fundación ReBross que la sostiene, cuyos fines son la promoción de la cultura, especialmente del cine, y la ayuda humanitaria, no tiene ánimo de lucro; pero parece que aquí algo así mueve suspicacias. Es incomprensible. Cabría, pues, sustituir el controvertido adagio de «Ladran, luego cabalgamos» en una especie de «Callan, luego seguimos adelante», que vale como lema de este tiempo en el que la cultura ha resultado ser una de las primeras víctimas de recortes y reconvenciones. Quienes callan son instituciones públicas, empresas y particulares que, si uno tiene la paciencia de consultar los dos centenares y pico de entregas de esta publicación, saltarán a la vista, si vale la paradoja, por ausentes sin excusas. Ahí están los datos; y aquí los veinte años de Versión Original. 
En efecto, no es fácil que una revista salga, sin falta, durante más de doscientos números y durante veinte años. Fue en diciembre de 1993. Al final de un año en que Bill Clinton tomó posesión como presidente de EE.UU., que murieron para el cine Cantinflas y Federico Fellini, que Sergi Bruguera ganó el Roland Garros, que Mérida fue declarada Ciudad Patrimonio de la Humanidad y era alcalde de Cáceres Carlos Sánchez Polo. En aquel entonces, Versión Original anunciaba en su presentación su esperanza de durar veinte años más, y lo ha cumplido. «Ahora renacemos en Cáceres, y aunque en principio venimos para un año, nuestra esperanza es que se sucedan tras él veinte años más», se leía en el primer número de una revista en la que inusitadamente se daba —y sigue dándose, aunque en menor medida— una relación muy especial entre un producto editorial de carácter cultural y sus consumidores más próximos, que la incorporan al escenario urbano de la ciudad en la que se distribuye primeramente. No como antaño; pero todavía hoy puede uno recorrer algunos lugares —un hotel, un café-bar, un restaurante...—  en los que los ejemplares de Versión Original están depositados para su lectura o para fidelizar al lector que acude todos los meses a recoger su número. Se trata, por así decirlo, de una especie de topografía de afinidades electivas que une y atrae a un colectivo de personas vinculadas por su amor al cine. Portentoso.
Junto a una larga vida, el carácter temático de la revista es otro de sus valores y uno de sus aspectos más identificativos y agradables. Me parece un acierto. Lo que podría ser entendido como una limitación, publicar los números con el pie forzado de un tema, se ha convertido en uno de los rasgos mejor resueltos de Versión Original. Los géneros quizá se agoten, y así puede entenderse en los primeros números —sobre el western, la comedia, el melodrama, el cine erótico, el cine bélico, etc.—; pero la propuesta, la combinación y la serie de los temas que han ido marcando los artículos de los colaboradores, es para descubrirse, dados los peligros de reiteración. Por ejemplo, entre números como el 39 sobre «La religión» y el 99 sobre «Sacerdotes»; o entre el 101 dedicado a «Infidelidades» y el 129 dedicado al «Adulterio». El círculo se cierra, tras veinte años, cuando los responsables de la revista han decidido retomar —repetir— el mismo asunto o pie forzado de su primera entrega: el cine negro. Escribo estas líneas sin conocer el contenido —tan solo el sumario— de este número especial; pero estoy convencido de que será como tantos otros anteriores, solvente y expresivo de la buena voluntad de sus colaboradores que sin cobrar un euro por sus escritos, fielmente y con una demostrada pasión por el séptimo arte, hacen todos los meses esta publicación modélica. 
Con el sinsabor de una desazón moral, recuerdo que en la presentación del número 200 de esta revista, eché mano de unas palabras de un crítico de cine. Vuelvo a recordar, a costa de Versión Original, lo que escribió Javier Ocaña en El País, en una crítica de la película de Alex de la Iglesia La chispa de la vida (2011). La tituló, parafraseando al genio de Wilder, «El señor y la señora España», y empezaba diciendo lo siguiente: «Durante el derrumbe de la mina chilena de San José, antes de que las labores de rescate dieran sus frutos, varios de los trabajadores atrapados ya habían firmado contratos de exclusividad con las televisiones para grabar su odisea. El presunto asesino de Marta del Castillo ha recibido en la cárcel cartas de amor de diversas adolescentes seducidas por su figura. Una mujer denunció al rey Baltasar de una cabalgata porque al parecer lanzaba los caramelos con demasiada fuerza y uno de ellos le causó una lesión en el ojo. Nos vamos a pique y además nos lo merecemos. Y aunque las acusaciones siempre recaigan sobre políticos, jueces, periodistas y demás instituciones más o menos públicas, la culpa también es nuestra, de la masa, incapaz de mantener eso tan ilusorio llamado dignidad.» Creo que tenía razón y conviene que desde nuestra parcela, la de cada uno de nosotros, contribuyamos a no perder esa dignidad colectiva. Y creo que celebraciones como ésta, la del vigésimo aniversario de la publicación de una revista de cine son los gestos importantes en un mundo demasiado lleno de impostura. La única verdad —y tiene gracia que tengamos que defenderla desde el arte de la ficción— es la de los veinte años de una revista como Versión original cuyos contenidos han venido contribuyendo durante todo este tiempo a que seamos algo mejores. Feliz cumpleaños.
[Editorial del núm. 221, de diciembre de 2013]

miércoles, diciembre 04, 2013

Fernando Argenta


Volvía en el coche a casa cuando he escuchado a Carlos Galilea (Cuando los elefantes sueñan con la música) en Radio 3 abrir el programa con una dedicatoria a Fernando Argenta. Temí lo peor. He llegado tarde a la noticia, que estaba en El País, que aún no había abierto, en la necrología de Jesús Ruiz Mantilla; y que ayer difundieron algunos medios como RNE. Ya en casa, sí, he escuchado con emoción el recuerdo especial en el programa del Ciudadano García (Esto me suena), precisamente el espacio que sustituyó —al principio, con toda mi antipatía— al inolvidable Clásicos populares. En julio de 2008, miércoles como hoy, puse un pañuelo blanco por Clásicos populares, y aquí conté mi experiencia de escuchante. Hoy, el pañuelo es más oscuro. Por Fernando.

lunes, diciembre 02, 2013

El Limbo de Ada Salas


«La intensidad de lo leve», anoté al terminar de leer Limbo y otros poemas (Valencia, Editorial Pre-Textos, 2013), el nuevo libro de Ada Salas. Podría ser el título para un texto sobre esta obra que es lenguaje y que es vivencia. Fue José Gorostiza el que habló de que en poesía, como ocurre con el milagro, lo que importa es la intensidad. La cercanía con su autora me permite decir que habrá ocasión de escribir más detenido sobre estos poemas y de presentarlos aquí en Cáceres. Entre tanto, transcribo esto:

                    «Los conceptos naturales
                    con que tus versos señalas
                    acreditan bien cabales
                    que por sobrarte las sales
                    todo cuanto escribes Salas.» 

Es una quintilla que encontré publicada en el Correo de Madrid, núm. 217, de 20 de diciembre de 1788 (pág. 1362b), dedicada al extremeño de Jaraicejo Francisco Gregorio de Salas por «su muy apasionado Don Lucas Alemán», uno de los más prolíficos versificadores del periódico madrileño. Me ha parecido curioso y salao. Hala.

Glorias de Zafra (II)


A la puerta grande de la Plaza de Toros de Zafra, frente a la casa de mi madre, el sábado de la última feria de San Miguel hubo una concentración en protesta por la fiesta nacional. No llegaba el grupo a las cincuenta personas, pero se hacía oír. «¡Abolición, abolición!», «Tortura animal, al Código Penal», «Esta es la vergüenza nacional», gritaban los reunidos la consigna que marcaba un megáfono que sostenía una joven con pantalón corto y una camiseta negra igual que la de la mayor parte de los que protestaban. Soy partidario de los toros y no me considero un aficionado entendido. Simpatizo y, sin embargo, no me gusta mucho de lo que rodea a la fiesta, esa España cañí, esas mujeres, esas cabezas con gomina y figurillas de torero en quienes no lo son ni lo serán nunca. Pero los que aquel día eran animalistas me conmovieron cuando vocearon «Más maestros, menos toreros». Y me tuvieron —y me tienen— contra ellos cuando, delante de la casa de mi madre, decían «Plaza de toros, demolición» y «Esta plaza la vamos a cerrar». Hay que ser cafre para decir «Todos los toreros, como Paquirri». En la prensa, aquel domingo siguiente, casi lleno en tarde apacible, con salida a hombros de El Juli. No creo que conformase mucho a los protestones que uno de los toros de El Juli fuese premiado con vuelta al ruedo. Ese domingo no hubo protestas. Era una novillada. Seis novillos y seis novilleros; uno de ellos, un rubito al que vi cómo quiso, pinturero, dar media verónica a un coche de la Guardia Civil, que se encaró con el menguado, lógicamente. Una corrida de toros en Zafra, que también seguí en directo por el televisor. La faena la remató mi madre cuando me dijo, al acostarla: «Muchas gracias por todo». Un heptasílabo imposible de gritar.

jueves, noviembre 28, 2013

Molina Foix y su tocayo García de la Huerta


Día triste hoy, que ya se acaba. Por la mañana, un funeral; el de Diego Ariza. Por la tarde, otro motivo de duelo: la aprobación en el Congreso de la LOMCE (Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa), una ley ideológica y sectaria. Lo peor. Impensable. Menos mal que por la noche he ido a escuchar leer sus poemas a Vicente Molina Foix en el Aula «José María Valverde». Grato encuentro. Sobre La musa furtiva, la reunión de su poesía desde sus comienzos (1967) hasta 2012, me ha dicho que va encabezada con una cita de la Raquel del neoclásico a quien dediqué mi tesis, y que —además— es de mi pueblo: Vicente García de la Huerta. De allí, de Zafra, ha llegado a Cáceres hoy Molina Foix. «El rayo del furor la torpe hiedra / abrasará sin que padezca el tronco / que ella aprisiona con lascivas vueltas». Se lo dice Alvar Fáñez al final de la tragedia a la judía, para anunciarle que al rey no le afectará haber estado subyugado por su amor una vez que ella desaparezca. Y dice a su vez el autor de La quincena soviética que era un lema que aparecía en el mecanoscrito de 1969 de su primer libro, Los espías del realista, del que salieron los primeros textos que recogió Castellet en los Nueve novísimos poetas españoles; pero que ahora —más de cuarenta años después— no le dice mucho de su porqué. Aunque, finalmente, le «agrada encontrar tan pronto una muestra de mi reincidente fijación extremeña» (pág. 28). Hay en aquellos comienzos poéticos unos decorados y algún texto representable que casan bien con la cita de Huerta. Agradable lectura.

Vicente Molina Foix en el Aula José María Valverde


El aula literaria «José María Valverde» inicia esta tarde este curso con la intervención del escritor Vicente Molina Foix (Elche, 1946). Viene desde Badajoz, en donde el martes participó en el Aula «Enrique Díez-Canedo», y de Zafra, en donde ayer lo hizo en el Seminario Humanístico. La Fundación José Manuel Lara, en su colección «Vandalia», ha publicado este año La musa furtiva. Poesía 1967-2012, que reúne la totalidad de su obra poética hasta el momento. Leerá sus textos y tendrá un encuentro con el público en el salón de actos del Colegio Mayor «Francisco de Sande», a las 20:15 horas. Esta tarde.

miércoles, noviembre 27, 2013

Diego Ariza


© Foto de Jorge Rey (detalle)
Insomne, sorda, como un vicio absurdo, nombró a la muerte Cesare Pavese. Hoy ha sido más metiche, molesta e inhóspita que de costumbre. Afanados estábamos con los preparativos del recuerdo de Manolo Ariza, cuando nos ha llegado la noticia esta mañana de que su hermano Diego, Diego Ariza Viguera, arquitecto, conocido también en Cáceres como uno de los componentes —guitarrista y letrista— del mítico grupo Coup de soup, ha muerto. Se suspende el acto anunciado para este jueves dedicado a Manolo. El funeral de Diego se celebrará en el Tanatorio San Pedro de Alcántara de Cáceres, a las 11:00 de la mañana.

martes, noviembre 26, 2013

Con Manolo Ariza


© Fotografía de Claudio del Campo
Esta fotografía presidió, con travieso descaro, el paraninfo de la Universidad de Sevilla en el acto de homenaje a Manolo Ariza del viernes 25 de octubre pasado, en el que compañeros, amigos, alumnos y su querida Ninfa dijeron palabras muy justas y muy emotivas en su recuerdo. En Sevilla dio clases Manolo Ariza desde 1989; en su Universidad, en la que formó a un buen número de promociones de estudiantes de Historia de la Lengua hasta su muerte el pasado 15 de octubre. Pero Extremadura también fue su Universidad, desde 1975 hasta su marcha; y Cáceres fue su ciudad, bien vivida y bien conocida, en la que dejó muchos amigos a los que siguió viendo y tratando mucho después. Éstos, muchos antiguos alumnos, sus compañeros en la Facultad de Letras, su familia de aquí, muchos conocidos, nos reuniremos este jueves, 28 de noviembre, a las 20:00 horas, en el salón de actos del Instituto de Lenguas Modernas de la UEX, para recordarle. Lo merece quien fue un brillante estudioso de la lengua española en su historia, un apasionado de la docencia, un buen profesor pendiente siempre de sus alumnos y comprometido con su entorno, que nunca dudó en implicarse en el debate y en la discusión civilizada —con convencida pertinacia— para mejorar las cosas. Este jueves, con Manolo.

lunes, noviembre 25, 2013

5 años. Á.C.P.

Recuerdo de Ángel Campos Pámpano en el quinto aniversario de su muerte. Apud Elías Moro.

jueves, noviembre 21, 2013

Ángel Campos Pámpano


El próximo lunes 25 se cumple el quinto aniversario de la muerte de Ángel Campos Pámpano (1957-2008). No importa el tiempo cuando se vive con intensidad tanta su recuerdo. Con ese motivo, la Asociación Cultural Vicente Rollano de San Vicente de Alcántara (Badajoz), donde nació Ángel, organiza un año más un acto de homenaje al poeta y traductor, que va a celebrarse en la Ermita de Santa Ana mañana viernes 22 a las ocho de la tarde. Será un acto especial, porque va a convocar en San Vicente a un grupo de amigos entre los que estarán Álvaro Valverde, Elías Moro, Emilio Torné, Javier Fernández de Molina, Antonio Gómez, Joaquín Beltrán, Luis Arroyo, José Juan Cuño y otros; también a su familia y a los paisanos que quieran volver a acercarse a ese espacio singular. En torno a tres significativas muestras de recuerdo: la publicación de la caja de artista El río Guadiana elaborada por el pintor Javier Fernández de Molina con textos de Carlos Lencero y Ángel Campos Pámpano; la edición especial al cuidado de Emilio Torné de unos poemas inéditos de Ángel; y la presentación del número 7 (mayo-octubre de 2013) de la revista poética El Alambique, dedicado a nuestro amigo, y en la que nos acompañarán su director, Agustín Porras, y uno de los componentes de su consejo de redacción, José Cereijo. El viernes, en San Vicente de Alcántara, cercanos a lo que importa.

miércoles, noviembre 20, 2013

Cerca del origen

Tengo delante un ejemplar del que creo que fue el primer y único número —nº 0, de mayo de 2004— de la revista Luar, que dirigió en la Facultad de Letras de Cáceres un Fernando de los Heras de veintipocos años de estudiante de Filología, y en el que no solo releo el breve y sugerente ensayo «De brújulas y mapas» de un compañero como Enrique Santos Unamuno; sino otros textos de antiguos alumnos como Antonio Sánchez Romano o Rui Díaz Correia, con quienes continúo manteniendo contactos —académicos, y también literarios, pues a Rui sigo leyéndole. Es gratificante comprobar al cabo del tiempo que aquellas muestras tímidas de interés en clase y fuera de clase por la literatura prendieron y germinaron; hasta convertirse ahora en textos impresos, en lecturas no regladas o en declaraciones en favor del arte. Estimo mucho, por esto, la publicación de este libro de Fernando de las Heras, Cerca del origen (Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2013) que vamos a presentar mañana, jueves 21, en la librería «Libros y café» de Cáceres (Avda. Virgen de la Montaña, 1), a las siete de la tarde.

martes, noviembre 19, 2013

Elena Poniatowska, Premio Cervantes 2013


A veces recibe uno las felices noticias de los premios otorgados a algunos escritores como si se tratase de un familiar cercano. Conocer al escritor que admiras por su escritura casi nunca te hace mejor lector; pero en la mayoría de ocasiones —por suerte— hace que te sientas un afortunado. Celebro muchísimo el Premio Cervantes para Elena Poniatowska. Me trae muy buenos recuerdos de sus «abrazos mexicanos» aquí en Cáceres, hace la friolera de veintitrés años. Justos. La vi por primera vez el 19 de noviembre de 1990, cuando llegó invitada por mi compañero y amigo Ignacio Úzquiza, que organizó un simposio sobre «Lo real maravilloso en Iberoamérica. Relaciones entre Literatura y Sociedad», por el que pasaron escritores como Isaac Felipe Azofeifa, Néstor Taboada Terán, Arturo Azuela o Daniel Moyano; y en el que Elena Poniatowska habló de Jesusa Palancares, la heroína de su maravillosa novela Hasta no verte Jesús mío (1969), que su editorial —Ediciones Era— ha reimpreso en casi medio centenar de ocasiones, si no estoy equivocado. Desde aquel tiempo, Elena Poniatowska ha venido con frecuencia a España, por otros reconocimientos como el Premio Alfaguara de novela en 2001 por La piel del cielo o el más reciente Premio Biblioteca Breve de 2011 por Leonora (Seix Barral). Enhorabuena. 

Glorias de Zafra (I)


Si la vida me da salud llevadera me gustaría escribir aquí una serie de textos breves con este título de Glorias de Zafra, a modo de crónicas íntimas de mis estancias en donde nací. A los más cercanos no tengo que decir que se trata del título de la obra que durante mucho tiempo fue el principal estudio histórico —con todos sus defectos— sobre Zafra. Mi hermano —que lleva años enmendando felizmente esa falta— escribió un justo artículo sobre este libro de Manuel Vivas Tabero, Glorias de Zafra o recuerdos de mi patria, Madrid, Sucesores de Rivadeneira, 1901: José María Lama, «El cura Vivas y la Zafra de entresiglos (I centenario de Glorias de Zafra)», en Cuadernos de Çafra, I (2003), págs. 65-91. Allí cuenta algo que viví en primera fila: cómo compró la obra por quinientas pesetas a un familiar de Vivas Tabero que conservaba ejemplares en rama; y cómo lo encuadernó en Castro, la imprenta y librería que estaba frente a la iglesia de Santa Marina y en la que compré algunos libros que aún conservo en mi biblioteca, lógicamente. Serán, las que sean, glorias bien distintas; modestas, si cabe la contradictio in terminis. Tan íntimas y carentes de notoriedad pública como mis estancias en una Zafra que casi no piso cuando estoy. A la que sí, sin embargo, contemplo, desde un balcón que es también una especie de matacán de mi memoria. La memoria que me muestra en la acera de enfrente a la de la casa de mi madre, al volver del colegio con un vecino, una imagen nítida: él me tira a las piernas su cartera de cuero, caigo de bruces; y yo me aguanto el llanto hasta llegar a casa y veo a mi madre que abre la puerta. Me abrazo a ella y rompo a llorar pegado a su delantal. En esa casa la memoria se activa. Es curioso; allí terminé de leer un libro que también habla de la memoria: El mundo, de Juan José Millás. Allí (aquí), en este espacio, en esa casa, he terminado de leer muchos libros. Últimamente, lo tengo asociado a lecturas. Y a la memoria. Y al amor de madre.

lunes, noviembre 18, 2013

El lago en las pupilas


Tenía arrumbadas unas notas de reseña de la última novela de Luis Goytisolo, El lago en las pupilas (Madrid, Ediciones Siruela, 2012), que no llegué a publicar aquí; y la noticia del jueves del Premio de las Letras Españolas al escritor y académico me ha motivado para rescatar ese texto que ahora escribo casi de nueva planta. Siempre he sentido interés por la escritura de Luis Goytisolo, un interés guadianesco por culpa de algunas ocurrencias del autor que hacían pensar en que debía estar cercana una nueva gran novela después de la monumental Antagonía, reeditada en tomo solo por Anagrama en 2011. En realidad, ni mi texto era una reseña ni la novela me entusiasmó; pero me encuentro siempre a gusto con la lectura del autor de Estatua con palomas, un libro, por cierto, querido. El caso es que compré El lago en las pupilas en septiembre del año pasado y cuando comencé a leer la novela ya tenía en mi cartera el billete de avión a Ginebra para luego tomar un tren hasta Berna. «—Vive Vd. en Zúrich, ¿no?», le dice Gloria a un huésped de un hostal que le responde: «—En Berna. Pero vuelvo vía Ginebra.» Eso está en la página 18. Cerré el libro y me dije: «—El resto tengo que leerlo allí, en Suiza». Y eso hice con esta novela corta —ciento cincuenta páginas— organizada en los cuatro puntos de vista de cuatro personajes: Gloria, Richard, El Moro y Marcel, que se reparten un relato fragmentario con un punto de interés que no acaba de convencer. Ahí quedó todo, después de la lectura de la novela. En enero, sin embargo, volví a acordarme de ella cuando escuché en RNE el programa Nómadas, cuya ciudad protagonista fue Berna. Yo tenía la novela, había estado en la ciudad y entonces escuchaba el programa. No era igual que cuando comencé a leer el texto de Luis Goytisolo por primera vez. No. Pero siempre gusta que te cuenten cosas bien dichas sobre lugares en los que has estado. El día que llegué a Berna llovía un poco, y es verdad que se puede pasear por la ciudad a pesar de la lluvia, como en Bolonia. Mi primera experiencia allí fue acústica. Bandas de vientos y tambores, en fanfarria alegre, llenaban el aire húmedo y gris de la ciudad en domingo. Quedé gratamente impresionado. En fin, que lo que yo creo que quise decir desde un primer momento es que esta novela de L. G. trata, principalmente, del tiempo.

sábado, noviembre 16, 2013

La sed de sal (I)


Acabo de hacerme con mi ejemplar de la novela de Gonzalo Hidalgo Bayal, La sed de sal (Barcelona, Tusquets Editores. Col. Andanzas 818, 2013). Qué ganas de leerla. Más aún cuando el otro día Luis Landero me hablaba de ella —llevaba ya más de la mitad— muy positivamente y me anunciaba que será él quien la presentará en Madrid, en «La Central de Callao»; el martes 26 de noviembre. No es ninguna sorpresa conocer que es otro título excelente de nuestro autor. Como no lo es el comentario de José María Pérez Álvarez en mi entrada anterior, y que reproduzco aquí: «Acabo de terminar su lectura: me parece una novela asombrosa. Y cervantina (si puede decirse eso de una novela sin incurrir en tesis profesorales). Extraordinario Hidalgo Bayal. De la primera a la última página. Esos son los islotes a los que uno se aferra con certeza y seguridad en medio de tanta, tanta basura impresa.»

jueves, noviembre 14, 2013

Suroeste en Lisboa

Mañana viernes se presenta en Lisboa, en la Librería Assírio & Alvim-Chiado, a las 18:30 (hora portuguesa), el número 3 de Suroeste. Revista de literaturas ibéricas, única que publica textos en las diversas lenguas peninsulares, editada por la Editora Regional de Extremadura y la Fundación Ortega Muñoz y dirigida por el profesor y traductor Antonio Sáez Delgado. Aquí pueden verse sus contenidos.

lunes, noviembre 11, 2013

jueves, noviembre 07, 2013

A vueltas con Blas de Otero


Y felizmente. Es curioso que en tan poco tiempo, en dos clases casi consecutivas, nos hayan surgido sendos pormenores textuales sobre Blas de Otero —y conste que no está incluido en el programa— a propósito de las formas del lenguaje poético y de las del lenguaje musical. Remito a mi entrada de este miércoles. El caso es que al comparar el texto del poema «En el principio», de Pido la paz y la palabra (1955), con la canción popularizada por Paco Ibáñez, y conocida como «Me queda la palabra», hemos comprobado que lo que el cantautor dice —siempre, en todas las grabaciones que he podido escuchar, y son bastantes— en la tercera estrofa («Si abrí los ojos para ver el rostro / puro y terrible de mi patria») no se corresponde con el texto del poema: «Si abrí los labios para ver el rostro / puro y terrible de mi patria». Esto no ocurre con otras versiones del poema musicadas por otros, como el grupo «Aguaviva» o el cantor jienense Paco Damas, que no alteran el texto original, como puede comprobarse en este blog. En todas las ediciones consultadas, y hay que incluir, por supuesto, la definitiva de la Obra completa de Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores que ilustra esta entrada, se lee  «Si abrí los labios para ver el rostro / puro y terrible de mi patria, / si abrí los labios hasta desgarrármelos, / me queda la palabra.» Sin embargo, Paco Ibáñez siempre normalizó —anuló— la intención sinestésica del poema que abría los labios para ver. Vivía Blas de Otero cuando Paco Ibáñez cantó por primera vez estos versos, y toleró, naturalmente, su lectura, que es —«Si abrí los ojos para ver el rostro / puro y terrible de mi patria»— la que está difundida como letra de la canción. La letra de la canción; pero no el texto del poema.

El diseño de la cultura

Más información aquí.

miércoles, noviembre 06, 2013

España, camisa blanca de mi esperanza


Ayer hablé un poco en clase de la peripecia de esta canción de Víctor Manuel. En algún momento creí que «España, camisa blanca de mi esperanza» era un poema de Blas de Otero. Que le había puesto la música Víctor Manuel y lo había cantado Ana Belén. ¿De Blas de Otero o de Rafael Alberti? A juzgar por las veces que aparece citado, la atribución más difundida es la de ese inmenso poeta al que han hecho la justicia de la publicación de su Obra completa en edición de su viuda, Sabina de la Cruz, y de Mario Hernández, publicada por Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, y cuidada por el llorado Nicanor Vélez, y por Jordi Doce, con la colaboración de Juan Pablo Roa Delgado. Sin embargo, si uno busca el poema en esa espléndida edición, no lo encuentra. ¿Será, entonces, de Rafael Alberti, como algunos han dicho? Pues no; ni de uno ni de otro. «España, camisa blanca de mi esperanza» es de Víctor Manuel San José Sánchez, el compositor, cantautor y productor asturiano, como ya avisó uno de los comentaristas en el sitio anterior en un apunte de marzo de 2008. Eso sí, hay otros que son pertinaces. «Este poema es de Blas de Otero, no de Víctor Manuel, que sólo le puso la preciosa música y Ana Belén su grandiosa voz». Y así aparece también, atribuido a Otero, en la página Isla Negra. Y aquí, adjudicado a Rafael Alberti. Ante la duda, dejé un mensaje en la página de Víctor Manuel y pocos minutos después tenía la siguiente respuesta: «[…] efectivamente la canción es mía. Solo tomé de un poema de Blas 'camisa blanca de mi esperanza'. El equívoco ha sido tal que un día me llamó Sabina de la Cruz, su viuda, cuando estaban preparando esta edición de las obras completas, para preguntarme dónde había encontrado ese poema de Blas... Supongo que todo viene de la primera vez que Ana la cantó en TVE, año 82 debía ser, en un programa de Fernando García Tola. Debajo del título ponía Blas de Otero. Yo lo único que había hecho, en la primera edición de la canción era escribir «A Blas de Otero» como una dedicatoria. Por una parte me halaga que se la atribuyan a él, es el poeta que mas he leído. Es grande […]» Que conste.

martes, noviembre 05, 2013

Vamos


Mi madre, sobre Rafa Nadal antes de sacar: —«¿Por qué se persigna tanto este chico?»

viernes, noviembre 01, 2013

La Biblioteca de Occidente


Hace ya más de un año que recibí un comunicado de mi casi paisano extremeño Miguel Ángel Garrido Gallardo, profesor de investigación del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC, en el que anunciaba el proyecto La Biblioteca de Occidente en contexto hispánico, una especie de canon motivado por la necesidad —el libro tradicional y los nuevos tiempos— de seleccionar cien obras literarias que no pueden faltar en nuestra biblioteca. Para generar el debate, se organizó un congreso internacional patrocinado por la Universidad Internacional de La Rioja entre Madrid y Logroño en junio de este año. Y ahora, de resultas de todo aquello, Nueva Revista publica en su número 144, un monográfico sobre el asunto, con una conversación entre Miguel Ángel Gozalo y Miguel Á. Garrido Gallardo, con artículos de José Manuel Sánchez Ron y José-Carlos Mainer, y la relación con breve reseña de los cien títulos seleccionados, que coinciden con la primera lista que ya anunció el promotor del proyecto. Están la Biblia y el Quijote, casi como estandartes; pero «Todo lo demás es discutible», como dice Garrido Gallardo. Homero, Horacio, Ovidio, Erasmo, Garcilaso, Shakespeare, Dostoievski, Bécquer, Borges... La Divina Comedia, La Celestina, Lazarillo de Tormes, Robinson Crusoe, Tristram Shandy, La Regenta, Pedro Páramo... Por algo hay que empezar. Y esto es lo principal. Porque lo de poner reparos a la lista y a sus criterios está servido; pero la lista está. Por ejemplo, la fecha elegida como tope —1962—, los cincuenta años de perspectiva histórica, dejan fuera Cien años de soledad, de García Márquez, que está representado en la relación con El coronel no tiene quien le escriba. ¿Forzado? Es posible. A pesar de que algunos, como Adolfo Torrecilla, encargado de su comentario, valoremos —él prefiere— la sobriedad estilística de esta maravillosa novela de dictador. Está Flaubert; pero no Madame Bovary. Está Marcel Proust; pero con Jean Santeuil. Y a Galdós lo han querido con Trafalgar, sin mojarse con ninguna de sus impresionantes novelas. Yo ya me he apuntado que tengo que leer a Ralph Ellison. Por cierto, parece que Pessoa tenía que estar y está muy mal tratado, con ningún esmero; pues mientras a los autores que conforman la lista se les adjudica una obra —por ejemplo, a Tolstoi Guerra y paz, o a Kafka El castillo— al portugués, y también al alemán judío Paul Celan, se les despacha como autores de «Poemas», como si no hubiesen escrito sus libritos. Está Vicente Aleixandre y no está Luis Cernuda. Y además Don de la ebriedad de Claudio Rodríguez es anterior a 1962. «Todo lo demás es discutible», claro. Por eso es sólo un principio de algo, de algo importante. Lo que me incomoda no es el debate sobre el canon, que sería interminable; sino el asunto de fondo, que me parece un tanto apocalíptico. Rescatemos cien títulos antes de que desaparezca todo (=libro en papel), porque estamos viviendo un momento finalista. No sé.

martes, octubre 22, 2013

Sed de 'La sed de sal'

Álvaro Valverde ha publicado este avance de la nueva novela de Gonzalo Hidalgo Bayal, La sed de sal. Viva la palindromía.

lunes, octubre 21, 2013

Lo que no está escrito


Terminé de leer esta novela de Rafael Reig, Lo que no está escrito (Barcelona, Tusquets Editores, 2012), no hace mucho, aquí mismo; pero me acompañó durante unos días lejos de aquí y cerca del mar. La tengo asociada a unas coquinas. En fin, que me gustó. Sí, me ha gustado la novela de Reig. Se la regalé a Carmen sin saber que uno de los personajes principales, precisamente el personaje lector, se llama igual. Y no solo eso, sino que se identifica con las iniciales de C.M., las de C.M. Me gustó esa coincidencia y me imaginé a C. leyendo como C. la novela que Carlos —o sea, yo— le deja porque «Quiero que tú la leas». Fue uno de esos regalos que uno luego disfruta tanto o más que la persona regalada; como el que llega a la casa de un amigo con el presente de una botella del whisky preferido por el que lo regala. Y lo del whisky para esta novela de Reig viene pintiparado. Por cierto, este apunte es el primero —siento que tenga tan poco fuste— de otros que estoy montando sobre novelas... Sin intención de crear expectativas. Mi opinión sobre algunas novelas de lectura reciente; sobre el género, lo que uno, como lector, pide a esto que hoy sigue dando nombre a lo que escribe un novelista; pero también a lo que escribe un presentador de televisión, una cantante o una periodista de fama. Ay, qué tendrá la novela. Ay, lo que no está escrito.

sábado, octubre 19, 2013

Anfibologías


Me lo recordó la lectura del otro día en El País del titular «Londres nombra ministro para Escocia a un halcón», que en la edición digital del periódico a las seis de la tarde pasó a ser «Londres asciende a ministro para Escocia a un político combativo». La segunda de las dos únicas acepciones de halcón en el Diccionario de la Academia dice así: «En el ámbito político, partidario de medidas intransigentes y del recurso a la fuerza para solucionar un conflicto»; y es la que está tras la propuesta de político combativo con la que el periódico quiso evitar una hilaridad no buscada y devolver al titular su serio e inquietante significado. Y lo que me recordó el titular fue aquel otro de «Encarcelado en Francia un canguro por pederasta», que tenía anotado en un cuaderno desde que lo leí también en El País hace más de dos años y que también cambiaron al de «Encarcelado en Francia un canguro acusado de pederastia». Ay, Gracián y su «significar a dos luces». Qué lejos esta ambigüedad de tan concluyente noticia como «Liberan a burro encarcelado en Chiapas».

jueves, octubre 17, 2013

Crisis en el Ateneo


El Ateneo de Cáceres está pasando por dificultades económicas y en la última asamblea de socios se ha tratado su posible cierre y desaparición. Su presidente, Esteban Cortijo, me hace llegar estas consideraciones para que las difunda:

«El Presidente del Ateneo, su Junta Directiva y los socios asistentes a la Asamblea entendemos
1) que en estos últimos 13 años hemos hecho día a día una realidad de lo que desde hacía más de 70 años estaba dormido en el sueño de quienes fundaron el primer ateneo de la ciudad en 1925 con Publio Hurtado a la cabeza.
2) que el Ateneo de Cáceres establece una red con miles de ateneos similares en el mundo iberoamericano que, aunque sus directrices tengan una gran diversidad ideológica, su nombre común siempre significa diálogo, respeto e investigación.
3) que para realizar sus objetivos no se puede reclamar más esfuerzo económico a sus socios.
4) que dada la gran cantidad de recursos que absorbe sólo el mantenimiento de la actual sede, hay que seguir intentando una nueva que sea más económica y más céntrica.
5) que dados los cuadros sobre el futuro económico que se repartieron y dadas las dificultades que ponen las instituciones para que las posibles ayudas se puedan utilizar en gastos de mantenimiento, a) se comprometan todos los socios en una campaña de captación de socios y logren al menos una nueva inscripción y b) que quienes quieran aportar alguna cantidad por mínima que sea, que lo hagan en el número de c/c abierta a nombre del Ateneo en Cajalmendralejo para evitar posibles confusiones con el movimiento de la cuenta habitual en Caja de Extremadura. Ambas perfectamente controladas y visadas por la Junta Directiva.
 6) que la Junta Directiva, dado lo poco efectiva que ha sido por ahora la ronda de conversaciones mantenida en los últimos meses con las instituciones, intente de nuevo concretar algún convenio en el que se materialice su compromiso con el Ateneo en igualdad de condiciones con otras instituciones similares —si las hubiera— y que estas instituciones y, en su caso, fundaciones valoren el trabajo continuado y diario que realizamos, sin contar los grandes eventos, más de 200 personas a la semana, haciendo evidente que el Ateneo no es un proyecto sino una realidad viva, dinámica y necesaria.
7) que el Ateneo no puede renunciar a sus objetivos de ofertar una cultura crítica y de calidad dedicando sus recursos humanos y materiales no sólo al trabajo diario de una formación permanente en diálogo con personalidades de todos los ámbitos de la cultura, ya sean extremeñas o de fuera de nuestras fronteras. Ámbitos en los que con frecuencia los ateneístas han sido y son pioneros, sobrepasando lo puramente popular, como ocurre todas las semanas en las secciones de filosofía, historia, ajedrez, música, teatro, astronomía y otros talleres que cambian con los años según la demanda.
8) Por último, queremos que quienes asistan a cualquier actividad del Ateneo se vean libres de verdad, participen sin complejos y puedan decir en voz alta que esa mezcla de saber y concordia que allí se respira, dentro de las discrepancias normales con ponentes y compañeros, es algo de lo que no pueden prescindir.» Firmado: Esteban Cortijo, con quien se puede contactar en la dirección presidente@ateneodecaceres.es

martes, octubre 15, 2013

Manolo Ariza


© Tomás Aparicio Paniagua
En la madrugada de hoy ha muerto Manolo Ariza, antiguo profesor, compañero en la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres y entrañable amigo. Manuel Ariza Viguera (Madrid, 1946-Sevilla, 2013) era Catedrático de Historia de la Lengua Española en la Universidad de Sevilla. Desde 1975 hasta 1989 fue profesor en la Universidad de Extremadura, en donde organizó el I Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española, celebrado en Cáceres en 1987. Autor de libros como Enrique Jardiel Poncela en la literatura humorística española (Editorial Fragua, 1974), Comentario lingüístico y literario de textos españoles (Editorial Alhambra, 1981; junto a Joaquín Garrido Medina y Gregorio Torres Nebrera), Antología de la prosa medieval (Editorial Alhambra, 1986 y Biblioteca Nueva, 1998), Sobre fonética histórica del español (Arco/Libros, 1994), Comentario filológico de textos (Arco/Libros, 1998), Insulte usted sabiendo lo que dice y otros estudios sobre el léxico (Arco/Libros, 2008), escribió numerosos artículos sobre lengua literaria, principalmente de autores medievales, sobre onomástica, sobre dialectología o sobre fonética histórica. En 2008 el Servicio de Publicaciones de la UEX editó sus Estudios sobre el extremeño, que reunían sus principales trabajos en torno al habla de Extremadura desde 1980 a 2007. En julio de ese 2008 difundí en este blog con su permiso una carta que dirigió a la Ministra de Ciencia e Innovación Cristina Garmendia en la que protestaba por una injusta resolución de la Comisión Nacional Evaluadora de la Actividad Investigadora (CNEAI) —ay—, revisada y, finalmente, favorable al profesor que había solicitado su último sexenio de investigación después de casi cuarenta años de dedicación. Le conocimos en el aula, como buen docente, apreciadísimo por todos sus alumnos. Le recuerdo en el salón de su casa, cuando nos dio las notas finales a un grupo de sus estudiantes de último curso, de Historia de la Lengua, en su casa de la calle León Leal, adonde acudimos con un exceso de confianza que nunca era tal con Manolo. Quousque tandem abutere, Ariza, patientia nostra?, le escribió Pilar Nieves con retranca ciceroniana quejándose —agradecida— por lo mucho que nos hacía trabajar, junto a su inseparable Antonio Salvador Plans. Inteligente, afable, irónico, chistoso y divertido, quiso hasta el último momento irse sin provocar ni duelos ni penas. Su inquietud y su chispa desinhibida le llevaron a escribir cuentos jocosos —su amigo Dam le inspiró el de Recuerdos de la adolescencia: la mosca desalá que le publicamos en la revista Residencia en 1987—; y llegó a reunir buena parte de sus versos escritos desde finales de los años sesenta hasta los ochenta en el libro Poemas sin querer (Cáceres, 1990), en donde había sonetos —uno dedicado a su hija Raquel—, algún caligrama al lado de un romance, e incluso una «Elegía a la mujer perfecta», con toda la coña seria que desprendía Manolo. 
© Yolanda Pérez Lorenzo
Cuando presentó sus Estudios sobre el extremeño aquí en Cáceres en febrero de 2009 —la fotografía es de ese momento, con Antonio Salvador—, Mercedes Barrado, del diario Hoy le hizo una entrevista —de la que se hizo eco Álvaro Valverde— que rezumaba sabiduría y sentido común, con su pizquita de gracia. No tanta le provocaban ciertas cosas que no callaba. En septiembre de 2011 envió una carta a El País que titularon «Reciclar» y en la que —políticamente incorrecto— se quejaba de tener que pagar por la recogida de basura y de contribuir con la suya al negocio del reciclaje. Genio y figura. La de un profesor ejemplar y un hombre todo corazón rodeado de amigos que dejó expresada su voluntad de donar su cuerpo a la ciencia. Así, sin duelo.

Amistad a lo largo


© Iván Hernández. El Periódico Extremadura
Es el título de un poema de Jaime Gil de Biedma del que muchas veces me he acordado en situaciones similares a la del jueves pasado en la presentación de Cristalizaciones de Basilio Sánchez. Me parece que Gil de Biedma lo escribió con veintitrés años, y encabezaba su libro Compañeros de viaje. (Encima, con ese título). Lo que quiero decir es que cuando Basilio Sánchez presenta un libro y lee sus poemas en Cáceres, en donde nació, no sólo sucede un acontecimiento socio-cultural que llena salones de actos con aforo para más del centenar de personas, sino que tiene lugar una representación reconfortante de la amistad. Es, entonces, más que un acto literario, de alto contenido literario, como siempre ocurre si se trata de una obra de Basilio Sánchez; es una celebración. Y entonces es cuando me acuerdo de ese poema y de lo de «Sólo quiero deciros que estamos todos juntos»; y es pensar en ese verso y ver a Basilio rodeado de tanta familia y amigos, tantos conocidos, tantos compañeros... Lo he vivido junto a él en varias ocasiones, gracias al premio de su confianza, y he sido, como el jueves pasado, testigo privilegiado de cómo un modo de entender la poesía puede repercutir en una manera de estar en la vida. Finalmente, el grupo de amigos de tantos años, los de siempre, se queda para tomar unas cervezas y picar algo. Están casi todos acompañando al poeta y amigo. Charlan y la conversación discurre por lo más trivial y cotidiano. Y, hablen de lo que hablen, se respira más literatura que en cualquier deseable mentidero de letraheridos o presunta tertulia de escritores.

martes, octubre 08, 2013

Cristalizaciones (III)


La noticia aquí de la aparición de este libro de Basilio Sánchez y el enlace aquí a un texto escrito sobre sus poemas son pruebas de mi cercanía al autor y a su poesía. Una más: con él estaremos este jueves 10 en la presentación de Cristalizaciones, a las ocho de la tarde en el Instituto de Lenguas Modernas de Cáceres.

sábado, octubre 05, 2013

Las botas de Isidora Rufete


Acabo de leer un artículo espléndido, muy sugerente, sobre una novela monumental. Se ha publicado en el más reciente número de la Revista Canadiense de Estudios Hispánicos, que dirige Jesús Pérez Magallón en McGill University de Montreal (Canadá). Es de Nil Santiáñez, y lleva ese título de «Las botas de Isidora Rufete», sobre la protagonista de La desheredada (1881) de Galdós. Es un ejemplo brillante de percepción y análisis de un motivo argumental —humano— que se convierte, por mor del arte, en clave intencionada —literaria— del significado de la novela. «Las botas de Isidora Rufete son el equivalente, en la historia de la novela, de la pluma de Benito Pérez Galdós», escribe Santiáñez (pág. 364), casi como una conclusión que ratifica un concepto del novelar, después de una lúcida lectura de la caracterización del personaje a partir de su calzado, de su conflicto entre la realidad y el deseo o de la retórica del paseo sugerida en el texto. Me alegra saber que hay un antecedente en otro artículo de Nil Santiáñez sobre «Las botas de Fortunata», publicado en La escondida senda. Estudios en homenaje a Alberto Blecua (Madrid, Castalia, 2012), y que aún no he leído. Esta manera de interpretar la realidad textual es la que me presenta al buen lector de novelas, tantas veces vistas —y escritas— como si una bota fuese tan sólo una «parte principal del humano atavío», que dijo don Benito.

viernes, octubre 04, 2013

Las ciudades de la llanura


Recuerdo bien cuando salió este libro de José Mª Cumbreño, Las ciudades de la llanura, en la colección de Poesía de la Editora Regional de Extremadura. Más de una docena de años ha pasado y sale ahora una nueva edición que, a juzgar por el sello —Ediciones Liliputienses—  y la colección —Los cuadernos ególatras—, hay que considerar una autoedición. Con prólogo de Basilio Sánchez, «La sal en la mirada». Es un prólogo de poeta de esos que a mí me gustan, pues clarifica la lectura del libro prologado a la vez que desvela algunas claves de la poética del prologuista. Si cuento las banderitas de colores que he puesto en las páginas de este libro, son nueve, de un primer vistazo, los lugares en los que esta edición difiere de aquella de finales de 2000. Hay poemas nuevos, como «El fuerte y la fuerza» o «Zapatos y huellas», que desconozco si son textos en su día descartados y ahora recuperados, o si son textos de escritura reciente incorporados ahora en la relectura de Las ciudades de la llanura. Hay poemas reescritos, como uno de los tres «Goznes» indicativos del tríptico del libro, pues hay otro que modifica su disposición tipográfica. Nada ha perdido esta obra de Chema Cumbreño con los años, al contrario; y me he detenido ahora en su relectura y su collatio después de una conversación con una alumna de máster sobre otro singular concepto de reedición en un libro de Juan Carlos Mestre. Qué cosas.