domingo, septiembre 29, 2013

San Miguel


Museo del Prado de Madrid. San Miguel Arcángel, de un Maestro de Zafra. Tabla de técnica mixta, entre 1495 y 1500. Adquirido en 1929 por el Patronato del Museo al Hospital de San Miguel de Zafra. Aunque Antonio Franco, en un texto que acabo de desempolvar publicado en el primer número de diciembre de 1984 de la revista extremeña Anaquel, de una Editora Regional de Extremadura dirigida por Gregorio González Perlado, dice que fue en 1924. Santo y guerrero. Portentoso; el cuadro.

sábado, septiembre 28, 2013

Hacia 1812


Muchos hemos tenido la satisfacción vanidosa de ver en la letra impresa y el papel de un libro lo que en principio tan sólo fue un borrador escrito a mano o al ordenador. Incluso algunos hemos estado tan a pie de obra que hemos conocido todos los pasos del proceso de edición, desde un original y sus primeras pruebas de imprenta, hasta la elección de las pastas, el primer ejemplar y la distribución del libro. Es una experiencia extraordinaria que sólo me abate cuando veo un buen texto que sale de imprenta desaliñado y defectuoso o una obra mala pretenciosamente editada. Y es una experiencia que sigo teniendo ante libros propios y extraños y que me reafirma en la importancia que tiene el hecho de escribir para que se lea. Me ocurre ahora cuando tengo en mis manos este bello volumen de mil doscientas páginas que es el resultado, en primer lugar, de una reunión en la que participé y en la que se decidió el título del  congreso de la Sociedad Española de Estudios del Siglo XVIII, Hacia 1812 desde el siglo ilustrado, y, luego, de unas ponencias y comunicaciones que tuve ocasión de escuchar y sobre las que, en la mayor parte de los casos, pude departir con sus autores, en Cádiz, entre el 24 y el 26 de octubre del año pasado. Como dice en las «Palabras preliminares» Fernando Durán López, coordinador de la edición y que es quien mejor podría expresar la satisfacción de ver este libro impreso, «no fue un Congreso sobre 1812, ni limitado a cuestiones relacionadas con la crisis constitucional y el proceso político, sino que trató sobre todo aquello que en el terreno de la historia, el pensamiento, el arte, la literatura, la economía, el ejército, la administración, la sociedad, las costumbres, la lengua, la ciencia, las ideas políticas y jurídicas, etc., ocurrió en el siglo XVIII, antes de 1812, que puede explicar aquello que pasó entonces». Las cuatro secciones en las que está estructurado el volumen son buena prueba de la variedad y riqueza temáticas derivadas de una participación numerosa que, sin embargo, concuerda en el sentido común de la pregunta ¿qué hubo en 1812 del espíritu ilustrado?: «Raíces y semillas del cambio», «Una sociedad en transición», «Literatura y arte comprometidos» y «Nombres entre dos épocas» ordenan —evitando con buen criterio el «desorden alfabético»— las aportaciones en torno al modelo político-social de la monarquía borbónica, a las claves de la transformación de finales del siglo XVIII y los primeros años del XIX, a diversos testimonios de la cultura ilustrada y comprometida, y, por último, a una galería de nombres señeros —Jovellanos, José Vargas Ponce, Blanco White...— con participación de vario signo en aquellos tiempos. Hacia 1812 se cierra con las palabras que el historiador y maestro del dieciochismo Antonio Mestre Sanchis pronunció en el homenaje que le rindió la Sociedad Española de Estudios del Siglo XVIII en su congreso, y que son una clarividente síntesis de claves fundamentales para comprender la época ilustrada a partir de una figura tan relevante como la de Gregorio Mayans, a la que tanto dedicó el que fuera catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Valencia. Hacia 1812 desde el siglo ilustrado. Actas del V Congreso Internacional de la Sociedad Española de Estudios del Siglo XVIII está publicado por las asturianas Ediciones Trea y la imagen de la cubierta proviene del cuadro de Goya La Verdad, el Tiempo y la Historia (Alegoría de la Constitución de 1812), que se encuentra en el Museo Nacional de Estocolmo.

miércoles, septiembre 25, 2013

En el dentista


Mera limpieza. «Hace falta una serena rebelión cívica que a la manera del movimiento americano por los derechos civiles utilice con inteligencia y astucia todos los recursos de las leyes y toda la fuerza de la movilización para rescatar los territorios de soberanía usurpados por la clase política», leo que escribe Antonio Muñoz Molina en Todo lo que era sólido (Seix Barral, 2013, pág. 245), que me he llevado para la espera, hoy más larga de lo habitual. Desprecio las coloridas portadas de las revistas que están apiladas en una mesita baja: «Todo sobre la divertida boda de Andrea y Tatiana en Mónaco», «Julio Iglesias entrevistado por su hijo Miguel», «Carlota presume de embarazo»... Parece que están ahí para invitarte a la evasión y que te olvides del motivo por el que has vuelto una vez más —voluntariamente; pero con el retrogusto de una coacción— a la consulta de un buen profesional que no es capaz de ocultar —el muy canalla— un regodeo profiláctico cada vez que tú das el más mínimo respingo cuando él manipula en tu boca. Hoy debe de haberme notado entre los dientes y bajo las encías palabras como «crisis», «país», «pelotazo», «dinero», «pueblo», «burbuja», «ciudadano», «justicia»..., y ha debido de llegarle a través de la criba de su mascarilla un aliento idealista, cívico y responsable por mi lectura del ensayo de Muñoz Molina que le ha animado —por prevenir que se me forme placa— a recomendarme la de una novela entretenida, Últimas pasiones del caballero Almafiera (Planeta, 2012), de Juan Eslava Galán. Cuesta, en rústica, 9,95 €. La limpieza, en efectivo, cincuenta.

viernes, septiembre 20, 2013

Juan Luis Panero


Empecé a escribir estas líneas el miércoles, muy poco después de enterarme por Carlos Medrano de la muerte el pasado lunes 16 del poeta Juan Luis Panero (Madrid, 1942). Recordé de inmediato la primera y la única vez que le vi, que fue en Badajoz, cuando acudió al Aula de poesía «Díez-Canedo» en abril de 2000; y la comida con él y con Ángel Campos Pámpano en el hotel Zurbarán, y de la que ya sólo quedo yo para contarlo. Tenía en aquel entonces cincuenta y ocho años bien vividos, y sufridos por una reciente intervención quirúrgica, y me pareció más alto de lo que siempre había creído —por la imagen, no sé por qué, que tenía de la película de Chávarri, El desencanto, en la que aparece medio repantingado en una silla y con una pelliza sobre los hombros. Hay un poema de su último libro, Enigmas y despedidas (1999), que se titula «Dialogar con la muerte» y al que yo asocié la conversación que tuvimos, porque había un hospital, una cama, un blanco techo, y, al fondo, la muerte del poeta cubano Gastón Baquero. Recuerdo también que me habló Panero de Javier Rodríguez Marcos —que ayer, precisamente, firmaba la necrología de El País—, a quien —me dijo—conoció en uno de los cursos de verano de El Escorial y del que guardaba un recuerdo muy grato por una carta que recibió del escritor cacereño. «Después de sucios tratos y mentiras / de gestos a destiempo y de palabras / —irreales palabras ilusorias—, / sólo un testamento de ceniza / que el viento mueve, esparce y desordena». Así termina el último poema, «La memoria y la muerte», de ese libro trufado por una conciencia finalista sin fatalidad. Hizo en Badajoz una lectura breve pero intensa. Allí estaban Eduardo Achótegui, Elías Moro, y otros muchos amigos como Luis Sáez, Irene Sánchez Carrón, Luis Arroyo o Carmen Araya. Ahora me doy cuenta de que los versos que he copiado arriba son igualmente los que cierran su libro de memorias, aparecido casi al tiempo de aquella lectura en Badajoz, titulado Sin rumbo cierto (2000) como «memorias conversadas» con Fernando Valls, que también ayer nos dejaba su testimonio de un Juan Luis Panero que quiso decir de ese poema, «La memoria y la muerte», de su título y de su tema, que «explican bastante bien mi visión de la vida, la memoria, las palabras y el conocido final de la función».

jueves, septiembre 19, 2013

Biblioteca Bodoni


La Biblioteca Bodoni que se presenta hoy es un portal de investigación y de difusión del conocimiento dedicado a la obra del tipógrafo, impresor y editor Giambattista Bodoni (1740-1813), así como también a la historia del libro y de la lectura. Sus promotores son el Proyecto de Investigación Bodoni & España, que se desarrolla en la Universidad de Salamanca, con la financiación de la Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación del Ministerio de Economía y Competitividad, Ediciones Universidad de Salamanca, la Biblioteca Palatina de Parma, y el Museo Bodoniano de Parma.

miércoles, septiembre 18, 2013

Martín de Riquer


© EFE
Comentaris crítics sobre clàssics catalans (1935), L'humanisme català (1388-1494) (1936), Manual de heráldica española (1942), La lírica de los trovadores (1948), Los cantares de gesta franceses (1952), Historia de la literatura universal (1957), Historia de la literatura catalana (1964), Caballeros andantes españoles (1967), Aproximación al 'Quijote' (1967), L'arnès del cavaller: armes i armadures catalanes medievals (1968), El combate imaginario: Las cartas de batalla de Joanot Martorell (1972), Literatura catalana medieval (1972), Aproximació al Tirant lo Blanc (1972), Los trovadores: historia literaria y textos (1975), Heráldica castellana en tiempos de los Reyes Católicos (1986), Estudios sobre el 'Amadís de Gaula' (1987), Cervantes, Passamonte y Avellaneda (1988), Cervantes en Barcelona (1989), Tirant lo Blanch, novela de historia y de ficción (1992), Vidas y retratos de trovadores. Textos y miniaturas del sigo XIII (1995), Les poesies del trobador Guillem de Berguedà (1996), Quinze generacions d'una família catalana (1979 y 1998), Para leer a Cervantes (2003), Vida i aventures de don Pero Maça (2004)... Martín de Riquer (1914) murió ayer en Barcelona.

jueves, septiembre 12, 2013

Fernando Pessoa en España


Antonio Sáez Delgado y Jerónimo Navarro son los responsables de la exposición Fernando Pessoa em Espanha que se inaugura hoy y que estará montada hasta el último día de este año en la Biblioteca Nacional de Portugal en Lisboa. Ambos explican la intención de la muestra:
«A presença de Fernando Pessoa em Espanha tem qualquer coisa de velho fantasma familiar. Nunca se interessou demasiado pela cultura espanhola, mas entrou em contacto com alguns dos escritores andaluzes do seu tempo. Nunca viajou ao país vizinho, mas escreveu sobre a estrutura de Espanha e sobre o seu papel no contexto da Ibéria. Nunca chegou a conhecer nem a dialogar por escrito com Miguel de Unamuno, mas escreveu textos em que polemiza com o autor de Por tierras de Portugal y de España.
Contudo, visto de uma outra perspectiva, poderemos afirmar que Fernando Pessoa manifestou algum interesse por Espanha e pelos seus escritores, como demonstram os seus textos ibéricos, e também poderemos afirmar que os escritores espanhóis do seu tempo manifestaram alguma paixão pelo poeta a partir de 1923, data da primeira tradução de um poema de Fernando Pessoa em Espanha.
Nesse ano começa a lenta mas sólida recepção do poeta no país vizinho, consolidada após à sua morte graças ao esforço de escritores e críticos dos anos quarenta e cinquenta e, sobretudo, graças à antologia da sua poesia que publica em 1962 o poeta mexicano Octavio Paz, que faz estalar o boom pessoano em Espanha a partir dos anos oitenta do século XX. De então até à actualidade, o nome de Pessoa passou a referência inquestionável entre os escritores espanhóis e a presença constante no meio literário espanhol, em todas as suas diferentes manifestações culturais e em todas as suas línguas.
A exposição Fernando Pessoa em Espanha pretende percorrer este caminho e mostrar quem foi e quem é Fernando Pessoa no âmbito da cultura espanhola, através de cartas, textos e livros. Um Pessoa, sem dúvida, menos conhecido, menos visto, que documenta a dimensão ibérica do seu trabalho.»

viernes, septiembre 06, 2013

Vicente Sabido


Me conmovió ayer —como a Álvaro Valverde— la llamada de Blanca Domínguez Cadenas para comunicarme la muerte este miércoles 4 de su marido, Vicente Sabido Rivero (Mérida, 1953). Profesor de literatura española de la Universidad de Granada desde 1977, era uno de los buenos poetas extremeños de la diáspora que nunca perdió el contacto con su tierra, ni en lo personal y familiar ni en lo literario. En el contexto universitario en el que estudió y comenzó a trabajar, publicó sus primeros libros: Aria (1975), Décadas y mitos (1977) y Sylva (en la Colección Genil de la Diputación de Granada, 1981). Pero su inclusión en la antología Abierto al aire (1984), de Álvaro Valverde y Ángel Campos Pámpano, lo situó en un mapa literario extremeño en el que luego publicaría Adagio para una diosa muerta (1988), en la colección La Centena, y en 1990 una Antología poética a cargo del Ayuntamiento de su ciudad natal. En 1994, su compañero de generación Abelardo Linares le publicó en Renacimiento Aunque es de noche, que para mí es su libro principal. Tuve ocasión de reseñarlo en las páginas del primer número de la revista cacereña La ronda de noche, que ideó Julián Rodríguez. Allí escribí: «'No hay otros paraísos que los paraísos perdidos' escribió Borges para cerrar su poema «Posesión del ayer», de Los conjurados, y esos paraísos únicos y perdidos se recrean en el libro de Vicente Sabido y en gran parte de su producción poética hasta hoy. Todo se basa en la sucesión del tiempo y en la situación del poeta en el curso de la rueda. Cante amor, cante historia o intrahistoria, circunstancias, cante la canción o la tierra, el poeta, siempre, intenta fijar el tiempo en el poema». Ay, el tiempo. De 1975 a 1994 ocupó otra antología que apareció bajo el título de Los cuarenta principales y con prólogo de su amigo y colega Miguel D'Ors en la colección Maillot Amarillo de la Diputación de Granada en 1999. Quien quiera conocerle mejor puede leer, además, una recopilación de sus prosas y ensayos a la que puso el borgesiano título de La lluvia de Cartago (Editora Regional de Extremadura, 2006) y de la que también pude dar mi lectura en la revista Clarín (núm. 69, mayo-junio 2007), de su paisano y valedor poético José Luis García Martín. Y el puñetero tiempo ha sido poco para que disfrute del reconocimiento editorial de otra antología de su poesía publicada por Renacimiento titulada Amor, de la que solo tenía noticias y de la que, por ahora, solo he podido ver una muestra en el escaparate virtual de Casa del Libro. El tiempo. Es significativo que en los últimos años solo podamos hablar poéticamente de Vicente Sabido a través de sus recopilaciones y recuentos, como si él hubiese tenido la necesidad de compendiar y la imposibilidad de crear. Este julio pasado supimos del agravamiento de su cáncer de estómago complicado con una metástasis en el hígado desde finales de año, por las noticias que él mismo nos dio a principios de este 2013. Seguía en la lucha, nos dijo al comienzo de este verano. Muy a principios de septiembre de 2004 estuvieron Blanca y él en Cáceres. Comimos juntos en El figón y les enseñé la Facultad en el nuevo campus que no conocían, y el Servicio de Publicaciones. Vicente se mostró muy cercano, con muchas ganas de congeniar con el relato de algunos íntimos padecimientos que le acompañaban, me dijo, desde hacía treinta años; y que sobrellevaba mejor gracias a Blanca, siempre con él, y a que había dejado de fumar después de la muerte de su padre por un cáncer de pulmón provocado por el tabaco. Eso me dijo. Septiembre. Septiembre su nacimiento —el día 18 habría cumplido los sesenta. Septiembre su muerte. Septiembre nuestro último encuentro. Septiembre también, de 1978, en Mérida, un poema realmente representativo de la persona de Vicente Sabido, «Adagio para una diosa muerta», de Sylva, y que luego dio título a otra de sus obras: «Morimos los humanos. Ella nos sobrevive / y exhibe una ruina que es nuestra, sólo nuestra. / Sólo la imagen rota que nuestros ojos rotos / vislumbran en la niebla de un tiempo sin raíces». De Vicente Sabido. Esta tarde, a las 20.30, en la Basílica de Santa Eulalia de Mérida, una misa funeral le recuerda.

miércoles, septiembre 04, 2013

Tolosa Latour


Fotografía de una lectura de Benito Pérez Galdós en el salón del doctor Tolosa Latour en 1897, publicada en El País.
Simpática coincidencia. Casi en la calle que lleva su nombre en Chipiona abrí el pasado sábado el periódico en que se publicaba esta fotografía. El eminente doctor Manuel Tolosa Latour (1857-1919) está presente en esta ciudad gaditana principalmente por la fundación junto al P. Lerchundi del Sanatorio Marítimo de Santa Clara para niños escrofulosos (1897), frente a la playa de Regla, por ser Hijo Predilecto y Adoptivo, por tener calle y un Centro de Salud con su nombre a cuya entrada un busto le recuerda. Tolosa Latour fue académico de la Real de Medicina y activo socio de varias instituciones médicas y del Ateneo de Madrid. Fue muy amigo de Galdós, que le prologó uno de sus libros de experiencias y anécdotas pediátricas, Niñerías (1889). Pruebas de esta amistad las publicó el Cabildo Insular de Gran Canaria en 1969: Cartas entre dos amigos del teatro: Manuel Tolosa Latour y Benito Pérez Galdós, de Ruth Schmith. Otra es la fotografía que el sábado encabezaba el artículo «Admirando a Galdós», de Antonio Muñoz Molina. Una extraordinaria y muy recomendable reivindicación de la lectura del autor de La desheredada, en la que Muñoz Molina comparte su experiencia de relectura de una novela como Misericordia, que le sirve para interpretar la etapa espiritualista de «un novelista que llevaba nada menos que diecisiete años trabajando en un máximo de tensión creadora, inventando y escribiendo, año tras año, una tras otra, novelas de una riqueza y una ambición narrativa que no habían existido en español desde el Quijote y Persiles, y que estaban a la altura de las obras maestras europeas de las que se alimentaban y con las que aspiraban a medirse».