miércoles, enero 23, 2019

Tomás Sánchez Santiago

Me ha escrito esta tarde Tomás Sánchez Santiago a propósito de la antología dedicada a Ángel Campos Pámpano En el vuelo de la memoria, promovida por Suso Díaz, que la Editora Regional de Extremadura acaba de enviar a sus autores. Tomás es uno de los poetas que escriben —«Convocatoria» es su poema sentido, que se abre con unos versos de «La despedida», de La semilla en la nieve, uno de los libros de Ángel más invocados en el volumen— y una de las personas que mejor puede evocar quién fue aquel sobre quien ya escribió hace muchos años. En su espléndido libro Para qué sirven los charcos (Badajoz, Del Oeste Ediciones, 1999), Tomás puso un apunte antiguo que trajo a un Ángel vivo: «Recibo Abierto al aire, antología de la última poesía extremeña compilada y prologada por Ángel Campos y por Álvaro Valverde, a quien no conozco. Mientras vivimos en Salamanca, Ángel fue siempre el animal literario del grupo. Todo lo que hacía estaba trascendido de literatura y cuando los demás, con menos de veintidós años todavía, dudábamos si era moral o no quedarse leyendo a Mallarmé antes que unirse a una manifestación o a una juerga, él traducía pacientemente a Pessoa en su oscura casa de la calle de Libreros» (págs. 149-150). Es curioso que esta mañana yo me haya acordado de Tomás cuando volvía de la Facultad con un pan bajo el brazo y el periódico. «Pan y prensa: sustento diario», me he dicho, recordando aquello que Tomás escribió en su citado Para qué sirven los charcos: «Ay, los maridos del domingo: pan y prensa» (pág. 109). Qué bueno es saber así de alguien a quien se quiere y convocarlo así. Y que esta misma tarde me haya puesto sus líneas siempre cariñosas, siempre amigas.

miércoles, enero 16, 2019

Eleonora Finkelstein en el Aula Valverde

No conozco a la escritora Eleonora Finkelstein, y me ha agradado ver alguna foto de su intervención en una lectura poética en el Seminario Humanístico de Zafra esta misma semana. He tenido ocasión de leer algunos de sus poemas y espero poder escucharla en el Aula Literaria «José María Valverde» de Cáceres, en la que interviene mañana en el Palacio de la Isla (19:15 horas) y el viernes en la lectura con los estudiantes de Secundaria en el Instituto «El Brocense» (12:15 horas). Y me ha gustado mucho saber que es la responsable editorial de RIL editores, en cuyo consejo de dirección está un paisano como Francisco Najarro, que ha propiciado que pronto pueda publicarse bajo ese sello una novela —le viene chico el género— de otro paisano como Luciano Feria, autor de un texto extraordinario que saldrá —creo— con el título de El lugar de la cita, que es como yo lo leí hace ya casi dos años. Qué grato es que alguien que viene de lejos te traiga querencias de cerca. Lo dicho, Eleonora Finkelstein, mañana, en el Aula Literaria «José María Valverde». 

martes, enero 15, 2019

Entra el editor y dice

Es una suerte compartir índice en esta obra que acaba de aparecer en la prestigiada colección «Biblioteca di Rassegna iberistica», de la editorial Ca'Foscari de Venecia, con extraordinarios especialistas en el teatro del Siglo de Oro español y en crítica textual. «Entra el editor y dice»: ecdótica y acotaciones teatrales (siglos XVI y XVII). Venezia, Edizioni Ca'Foscari, 2018, es, según se desprende de las palabras introductorias de los coordinadores del volumen, Luigi Giuliani y Victoria Pineda, una manera, desde el texto, de alejar la mirada, contemplar el escenario de teatro y asomarse a la realidad extratextual y material de la representación (pág. 7). El lector podrá hacerse una idea de la motivación de esta obra echando una ojeada a este sumario: «Herramientas embotadas. Lachmann y las acotaciones», por Luigi Giuliani (Università degli Studi di Perugia); «La edición de las acotaciones. El caso del aparte en los autógrafos de Lope de Vega», por Javier Rubiera (Université de Montréal); «La acotación como texto. Con ejemplos de Lope de Vega», por Gonzalo Pontón (Universitat Autònoma de Barcelona); «Lope ante la puesta en escena. Las acotaciones en las comedias autógrafas», por Sònia Boadas (Università di Bologna); «Las Comedias escogidas de Lope de Vega por Juan Eugenio Hartzenbusch. Editar y reescribir», por Miguel Ángel Lama (Universidad de Extremadura); «Las acotaciones de Calderón. De los autógrafos a las ediciones de Vera Tassis», por Fernando Rodríguez-Gallego (Universitat de les Illes Balears, Institut d'Estudis Hispànics); «Las acotaciones en los impresos y manuscritos de La dama duende (siglo XVII)», por Fausta Antonucci (Università degli Studi Roma Tre); «La edición de variantes didascálicas en el teatro inglés de la época de Shakespeare», por Jesús Tronch Pérez (Universitat de València); «'Un apoyo que no hay que desdeñar'. Formas y funciones de las acotaciones francesas (siglos XVI y XVII)», por  Véronique Lochert (Université de Haute-Alsace); «Editar el escenario portugués», por José Camões (Centro de Estudios de Teatro, Universidade de Lisboa); «Acotaciones en las adaptaciones neerlandesas de las comedias de Lope de Vega», por Antonio Sánchez Jiménez (Université de Neuchâtel). «Despojadas de la elegancia propia de los versos, escatimadas por los dramaturgos, manipuladas por las compañías, maltratadas por los copistas, desatendidas por los lectores, a las acotaciones siempre se les ha asignado un papel subalterno con respecto del texto dialogado», leemos en el principio de la introducción aludida (pág. 7); el «patito feo» dentro de los estudios textuales sobre teatro áureo las llama Fernando Rodríguez-Gallego en el principio de su trabajo; y para Gonzalo Pontón en su interesante capítulo son «el portillo (siempre demasiado angosto, siempre solo entreabierto) por el que contemplar cómo vivían esas obras en escena, cómo la palabra del dramaturgo se convertía en espectáculo, en acontecimiento social colectivo» (pág. 70), y, como signos performativos, parece que se eluden en la tradición de la crítica textual; de ahí la necesidad de reivindicarlas, como hace Pontón sobre autógrafos de Lope de Vega. En fin, valga este apunte como acotación a un texto principal como el libro coordinado por Victoria Pineda y Luigi Giuliani.

domingo, enero 13, 2019

Baldado

De haber incorporado etiquetas a este blog, una de ellas —por fortuna no muy cuantiosa— podría llevar el rótulo de «Dolencias», y me traería recuerdos de una rotura del manguito rotador, de una artritis reumatoide o de una fascitis plantar que quisieron sojuzgarme casi siempre por las mismas fechas de finales o de principios de años diferentes. Como en estos días de enero, baldado por una lumbalgia a la que me gustaría encontrar algún eco literario de un personaje de novela rusa; y, sin embargo, lo más ilustre que me trae cuando me levanto es al Quasimodo de Nuestra Señora de París, de Víctor Hugo. Lo que no me imaginaba era que iba a toparme con la lectura, en aquella sección de «Revista de Revistas» que redactaba Fernando Araujo en La España Moderna de Lázaro Galdiano, con un artículo sobre supersticiones calabresas —sí, y dentro del curioso epígrafe «Psicología Étnica»— en el que se dice que «El lumbago se cura extendiéndose en la cama y dejándose pisar en la región lumbar por una mujer que haya tenido gemelos» (La España Moderna, t. 187, julio de 1904, pág. 195). El artículo concluye que en la mayor parte de los casos, si hay curación, es debida a la sugestión exclusivamente por la acción de lo moral sobre lo físico; pero como también señala que en algunos de estos remedios empíricos existe una base científica que explica su acción curativa, si persiste el dolor, voy a poner un anuncio.

jueves, enero 10, 2019

Señales acústicas

En la casa de un vecino había albañiles trabajando. Desde mi baño se escuchaba la labor. Una tarde, el sonido era el mismo que tantas veces he escuchado en los cementerios. El rorro circular en el capazo de goma para la mezcla, el chof del cemento, el ras de la paleta de alisar. Chof y ras-ras, chof y ras-ras... Y el acabado con la llana. Y el acabose, terminada la faena.

martes, enero 08, 2019

Marsé, 86

© Fotografía de Marta Calvo
A pesar de que Juan Cruz ha felicitado hoy a Juan Marsé (Barcelona, 1933) en su espacio «El revés y el derecho» de Hora 14 en la SER, sigo dando más credibilidad documental a su biógrafo Josep Maria Cuenca en Mientras llega la felicidad (Barcelona, Anagrama, 2015) que al mismísimo Marsé y a la Wikipedia. Hoy ha sido la primera vez que alguien me ha traído su nombre después de un diciembre en el que aparecía como uno de los firmantes de un manifiesto contra Quim Torra, publicado en El Periódico de Catalunya y encabezado por el lema: «Ja n'hi ha prou! Que no ens divideixin. Per un Govern per a tots». Antes, me lo trajo mi colega Luigi Giuliani, de la Universidad de Perugia, en una entrevista que el profesor hizo al escritor en la revista cultural en línea Insula europea, en la que se aludía también a su posición ante el procés y a su relato El moco nacional, publicado en El País en julio, y que no sé si ha sido debidamente considerado como un lúcido precedente de la broma de Dani Mateo en El intermedio a costa de la bandera española y la indignación patriótica. En resumidas cuentas, de lo que se trata es de felicitar al maestro, y parece ser que da igual un día que otro. Este año toca el 8, que no quiero ser menos. Ni más. Felicidades, maestro.

lunes, enero 07, 2019

Carola de Matilde Muro

Me llegó el pasado día dos de este nuevo 2019 la estrena anual que envía Matilde Muro Castillo (MMC). Un sobre apaisado con mi nombre y dirección escritos en su reconocible letra que contenía ese original marcapáginas y ese tríptico en papel ahuesado con el texto «Carola». Es un recuerdo a una amiga fallecida, el relato de un suceso real acaecido a mediados del siglo pasado que me ha llevado a reflexionar sobre cuánto habremos cambiado en más de sesenta años. Ay. Me gusta que estos apuntes se vayan llenando de acuses de recibo de los detalles de MMC, como otra tradición con sabor literario de final o de principio de año. Y me apetece devolverle sus buenos deseos desde aquí.

sábado, enero 05, 2019

Historias dentro de una caja (y II)

Y las apostillas al índice. 1. Texto impecable e ilustración son buena prueba de que el autor es bien mandado y suele cumplir estrictamente con un encargo que une, por la sensibilidad creadora, palabra e imagen. 2. Si el anterior vincula la palabra con la imagen, no digamos este. Antonio Gómez, con palabras. 3. El autor, que escribió aquí sobre la caja, no nació en Extremadura, como Gómez, así que no viene al caso, referirse al título de este inquietante relato. 4. Son cuatro poemas de aire musulmán, se respira, se nota el agua del hamán. 5. Como si la propuesta creativa de estas Historias fuese la poética actual de Luis Costillo. 6. Un texto de los suyos. Lenguaje, humor y página de sucesos. 7. Cuatro relatos muy breves, sobre circunstancias sencillas y cotidianas, incluidos el primero y el último, que parece que se tocan, uno sobre un exhibicionista —metafórico— y otro sobre los que miran como el que escanea socialmente. Bueno, al fin y al cabo, sencillas y cotidianas. 8. La fotografía de una antigua locomotora y el relato en primera persona sobre personas primeras, en un texto titulado «Tierra de nadie» y sobre trenes que parece la crónica de nuestra actualidad, ay. 9. El viento de Levante frustrante en un texto acompañado por un dibujo que es como el relato deseado y nunca escrito. Habría sido mejor. 10. Una escena ante la luna en una estampa acompañada por una ilustración sugerente. En una noche de Reyes como la de hoy, qué bien vienen las palabras de Carmen Fernández al presentar su propuesta editorial: «La Caja con Historias que ahora tienes en tus manos nació como nacen todas las buenas ideas: de forma espontánea. Se inspira en la emoción que siempre nos produce recibir y abrir una caja. Porque una caja en las manos despierta en nosotros mundos de ilusiones y sorpresas. Objetos soñados que nos habría gustado recibir pero que nunca llegaron. Una caja que agitamos o zarandeamos en un intento de adivinar qué secretos esconderá». Felices Reyes.

Historias dentro de una caja (I)

Tenía que ser así. Así, de pronto, al pasar otra vez por ese estante que tengo frente a esta mesa y en el que se quedó, casi sin acusar recibo, desde que me llegase en diciembre de 2017. Vino con una tarjeta de José María Casado —11-12-17—, de la librería Universitas de Badajoz, editor de un proyecto ideado y sostenido por Carmen Fernández (Sally McClay, Carmen Fabrics & Papers). Es algo más de lo mucho pendiente que queda al cabo de un año, algo que entró en casa por la generosidad de alguien y que yo no pude ni supe agradecer, y que ahora pongo en su sitio, literalmente. Con esa zozobra hay que vivir. Pero no pasa nada. Historias dentro de una caja es una edición singular de diez textos  recogidos en una caja de cartón con su funda de cartulina como cubierta que explica lo que contiene, por ejemplo, que cada escritor ha dibujado, ilustrado o se ha expresado plásticamente para acompañar sus palabras. Tenía que ser así. Así, de pronto, al pasar otra vez por ese estante y, sobre mi mesa, abrir la caja y comenzar a leer cada uno de los diez cuadernillos mientras la luz natural entraba por el balcón y yo notaba que se recogía más rápidamente que otras tardes. Pude, sin embargo, leer cada una de las entregas que ofrece esta caja de historias ilustradas antes de que se hiciese el oscuro e irme a paseo. Sigo en esta relación el orden en el que van estuchadas, e ignoro el criterio que ha seguido Carmen Fernández. Solo sé que el primer nombre es el de un autor muy cercano a ella y el más notable; y que el último es el de una autora muy joven en la palestra literaria y la más cercana a Carmen. 1. Gonzalo Hidalgo Bayal, «Los duendes de Per Abat»; 2. Antonio Gómez, «Escrito a mano»; 3. Josemaría Mejorada, «El intruso; 4. Inma Chacón, «Asilah»; 5. Luis Costillo, «Cuando calienta el sol»; 6. Elías Moro, «Urbano»; 7. María Rosa Vicente, «Especímenes»; 8. Pilar Galán, «Tierra de nadie»; 9. Jesús Carrasco, «Levante»; y 10. Paula Campos, «La lluvia naranja». Este es su índice.

martes, enero 01, 2019

Año Nuevo

Feliz año nuevo. Dirige la Orquesta Filarmónica de Viena el berlinés ultraconservador Christian Thielemann. Entre los primeros mensajes de 2019 que he recibido en mi teléfono está uno con un enlace a un blog que recoge el listado de los libros recomendados por la Asociación de Editores de Poesía y que también ha difundido la revista poesiaerestu.com como los 12 mejores libros de poesía de 2018.  Tres títulos de esa docena son de autores extremeños, y no creo que sea casual, sino un síntoma de la altura y la calidad artística de buena parte de los poetas de Extremadura y de lo muy significativo en el panorama nacional de sus ya largas y brillantes trayectorias: Pureza Canelo, Basilio Sánchez y Álvaro Valverde son los nombres, y los libros Retirada (Pre-Textos), Esperando las noticias del agua (Pre-Textos) y El cuarto del siroco (Tusquets Editores). Buena noticia o merecida confirmación para empezar el año.