sábado, diciembre 29, 2007

Nieblas

Debe de ser una sensación propia de montañeros, y que algunos sólo experimentamos cuando viajamos en avión y contemplamos un mar de nubes. Hoy caía sobre la ciudad una espesa pero inconstante niebla entre calle y calle; y al subir a la Montaña la hemos rebasado —frío en el rostro, húmeda la ropa— y hemos observado desde arriba, luminoso el cielo, la ciudad cubierta. Una ciudad cualquiera, bella por lo inusitado de su imagen desde lo alto y por la imposibilidad de identificarla. Una mañana fría, especial. A ninguno de los dos nos gusta la niebla; pero así sí, vista desde arriba, una vez aclarado todo y con ganas de llegar, de estar en la altura desde la que se divisa todo más claro.

P. S. Todos los días se muestra En un bosque extranjero, y casi todos los días leo lo que escribe sobre lo que escriben otros. Sin embargo, nos vemos poco. Hoy, Santos Domínguez ha aparecido entre la niebla. Él bajaba ya mientras nosotros subíamos con nuestro afán. Grato encuentro. Feliz Año Nuevo.

miércoles, diciembre 26, 2007

Feliz Navidad y próspero 2008

18 de diciembre. 56 inmigrantes somalíes y etíopes mueren ahogados en el Golfo de Adén, cerca de la costa de Yemen. Un guardia civil abate a un hombre que mató a una hermana y causó tres heridos.
19 de diciembre. Al menos 18 muertos y 39 heridos en dos atentados suicidas en Baquba, capital de la provincia de Diyala en Irak. Israel mata a 13 milicianos palestinos.
20 de diciembre. El drama de Congo: soldados borrachos y hambrientos combaten en un conflicto olvidado. 40 personas muertas al descarrilar un tren en Pakistán.
21 de diciembre. Descubierto un centro de tortura de Al Qaeda en Irak. Varias fosas comunes con 26 cadáveres fueron halladas en un complejo de edificios en Diyala.
22 de diciembre. Un ataque suicida causa una matanza en Pakistán: 48 personas muertas en una mezquita.
23 de diciembre. ‘Gordo’, feo y bajito: el 6.381 no gustaba a los compradores, pero repartió millones en 10 provincias. El ejército turco bombardea objetivos del PKK en Irak.
24 de diciembre. Israel rechaza una tregua de Hamás y anuncia más guerra.
26 de diciembre. 29 muertos en dos atentados en Irak contra milicias suníes.


Nota bene. La fuente es la edición impresa del diario El País. Las fechas son las de la fuente, y los hechos, siempre, son del día anterior. Sólo en tres casos y en el del Gordo de Navidad, la noticia apareció en portada. El día 25 no hubo periódico, pero sí los muertos constatados en el periódico del día 26, el de hoy. He querido citar los créditos de la fotografía, pero no aparecen en el lugar del que proviene. Es tan atroz que no doy ninguna referencia. No estamos para divulgar algo tan bárbaro. He elegido una de las más ‘suaves’.

sábado, diciembre 22, 2007

Auca

He recibido de Víctor Infantes uno de los 777 ejemplares numerados sobre papel Renovaprinte de 100 gramos, impresos como presente navideño para Ediciones de la Imprenta y Memoria Hispánica en Gráficas Almeida de Madrid, al cuidado de José Manuel Martín y del citado Víctor, del Auca del sol y la luna. [En ilustración, detalle].
Esta auca es obra de un grabador catalán llamado Pere Abadal, de Moià, y debe ser anterior a 1685, fecha de su muerte. La publicó por primera vez Joan Amades en Imatgería popular catalana. Les auques (Barcelona, Orbis, 1931), como recuerdan Joaquín Díaz y Víctor Infantes en el “Preámbulo” de este regalo, que nos llega para este día 22, “en conmemoración del esperado Sorteo de Navidad, ceremonia anual del azar que hace que muchos olviden celebrar las festividades santorales de ese día.”
Encantado y agradecido. Y suerte.

jueves, diciembre 20, 2007

Reencuentro

Esta tarde he leído este texto de un blog escrito,
creo, a cuatro manos.


“Fa uns anys, amb uns amics, vàrem fer un viatge per setmana santa a Extremadura. Un dia que trascàvem per un poblet, un amic, n'a., molt aficionat a la poesia, va comprar un llibre, de títol Crespusculario menor, i que té com a autor Agustín Villar Ledesma. Com sempre, però no sense haver d'insistir molt, n'a. em regalà el llibret.

És un petit llibre de petits tresors, en el qual l'autor reflexiona, sobre l'amor, la lluita, els principis, etc..
Vàrem debatre molt sobre el contingut de les seves màximes. I ara us n'oferesc unes quantes per si us susciten cap reflexió o posicionament. Endavant i fora por!”

Luego viene la trascripción de unos cuantos textos de este libro de teselas, de aforismos. Un libro antiguo con el que hoy me reencuentro, y con su autor, Agustín Villar. Lo que falta en el ítem de esta pareja, ella, Mujer de Agua, y él, Hombre Lobo, es la referencia completa de la obra:

Agustín Villar, Crepusculario menor. Badajoz, Departamento de Publicaciones de la Diputación Provincial de Badajoz (Col. Alcazaba, 35), 1998.

En mi ejemplar hay un recorte del periódico HOY de 25 de mayo de 1998 con una entrevista a Agustín firmada por Juan Domingo Fernández, y en la que el autor de Seducción de la bruma (1982) recomienda huir de los dogmas y apoyarse en la razón y en la emoción, y en la que dice que la virtud más excelsa es la bondad. Sí.

“Existir es ya un homenaje. Pero es preciso considerar con calma lo que nos cuesta.” A.V.

miércoles, diciembre 19, 2007

Un diccionario

Hace unas semanas que me llegó esta ‘rareza’. Es el primer Diccionario Español-Islandés que se publica, es decir, un Ordabok Spænsk-íslensk. Conozco a su principal impulsora, Margrét Jónsdóttir, que es también componente del equipo de redactores de esta obra: Gu∂rún H. Tulinius, Ragnei∂ur Kristinsdóttir, Sigrún Á. Eiríksdóttir y Teodoro Manrique Antón. Pido disculpas por el poco rigor de las grafías.
Margrét me habló de su proyecto hace años allá en Reykjavík —allí, tan lejos de casa, viví el dramático 11-S, junto a un geyser en una excursión por el Círculo Dorado. El proyecto de escribir el primer diccionario español-islandés. Ella es una de las islandesas que más ha hecho por la lengua y la cultura españolas en aquel país impresionante. Y ella, sus hijos y su compañero Már, son los únicos islandeses que yo he visto en una dehesa extremeña, en el campo de “Las Golondrinas”, de Mercedes y Manolo, en la carretera de Burguillos del Cerro (Badajoz).
El Diccionario es en una dirección, del español al islandés, y ofrece buenas muestras de que está hecho por especialistas que conocen bien España —sé de una, la de la dehesa. Tiene 27.000 entradas y una lógica orientación de uso, además de un componente de repertorio sintagmático que se ve en los destacados que definen términos como “Boletín Oficial del Estado”, “Camino de Santiago”, “Noche de San Juan” o “Las uvas”. También se anotan “franquismo”, “licenciado”, “Don” y se subrayan como palabras clave desde “ir” hasta “todo”.

lunes, diciembre 17, 2007

La lentitud

La lentitud me persigue desde hace días. Si no ella, su argumento. Me ha bastado parar mientes en la lentitud para leer algo sobre eso. Primero fue una columna el viernes pasado de J. R. Alonso de la Torre referida a esta ciudad, con sentido común. Luego referencias al libro de Carl Honoré y al movimiento slow. Luego, un sugerente artículo —como siempre— de Javier Rodríguez Marcos sobre la lectura, publicado el sábado en El País y del que Álvaro Valverde se ha hecho eco —o sea, más. Ayer, en Página 2 fue escuchar al hindú Vikram Chandra decir que escribe con lentitud. No sé si decía toda la verdad.
Como yo, que quiero hacer pasar por convicción lo que es naturaleza. Mi elogio de la lentitud esconde un modo lento de hacer dos cosas, por ahora: leer y escribir. Estuve en mi escritorio buena parte de la tarde de ayer para escribir ochocientas palabras, de las que a esta hora, por lo que leo, sólo valen la mitad. En el fondo, me siento un Balzac, como dijo Monterroso en “Fecundidad”, de Movimiento perpetuo: “Hoy me siento bien, un Balzac; estoy terminando esta línea.” (Un amigo me recordó hace unos días lo de Monterroso. Se sentía igual. Es el único poeta que me llama para decirme que ha terminado un poema. Es Ángel Campos Pámpano, que hoy me ha leído otro; uno ya escrito, recuperado. Lentamente, y bien dicho. Por teléfono.)
No me importa mucho si un autor escribe con rapidez o con lentitud, que no es lo mismo que fácilmente o con dificultad. Eso se nota cuando uno lee, sobre todo si se fija. Supongo que seguiremos hablando de estas cosas. Con tranquilidad, con paso de buey.

domingo, diciembre 16, 2007

Amacetarse

Amacetarse (intr pr) 1. Quedarse quieto [en un mismo sitio]. 2. No moverse y dejar que el que venga y quiera, riegue sobre uno. 3. Echar raíces [por no moverse]. 4. (Fuera de uso) Echar flores [si el riego de 2.]

viernes, diciembre 14, 2007

Agitación y Cultura (IV)

Mi hija tiene que leerse La Celestina en primero de Bachillerato, y en esto veo, Olga, buenas tardes, la grandeza de Dios. Supongo que, como ella, y tantos otros que hemos pasado por ahí, hay miles de estudiantes españoles en el mismo trance. Se dice pronto. Miles de lectores volcados sobre el mismo libro, una obra publicada hace más de quinientos años. Esto debería salir en los noticiarios. Pero no sale.
Si fuese verdad, todo sería maravilloso. Pero, lamentablemente, ni siquiera nuestros gobernantes, los responsables de la Educación en España, se lo creen, o, por mejor decir, creen en ello. La Celestina se ha convertido en un dato, en un item más de los contenidos de un currículo. Yo les invito —a los legisladores, a esos diseñadores del futuro en los despachos—, a que se pasen una mañana por un aula de Bachillerato y que comprueben cómo una profesora lee fragmentos de La Celestina y transmite su pasión.
Pero, bueno, hoy quiero incitar a la lectura de aquella obra de Fernando de Rojas —y del "antiguo autor"— publicada en 1499. También a los que están en los despachos, sí. Y ya que los chavales de dieciséis la leen por miles según el Ministerio y no sé si las Consejerías, animar al común a la lectura de un clásico. Y pedir que no se desanimen por el lenguaje —al contrario; pues no en todas las épocas se ha escrito igual; pero sí que en todas las épocas ha habido obras literarias bien escritas, sublimes— y también les pido que no se escandalicen por su modernidad. Sorprende que en un país en que hay quien objeta por una asignatura tan inocua como Educación para la Ciudadanía, no haya nadie que proteste por que a sus hijos les hagan leer obras tan complejas, escépticas, desgarradoras e influyentes como La Celestina.
En este espacio, poco puedo desarrollar sobre los contenidos de esta obra que tiene lados excepcionales, desde el diálogo entre Sempronio y Calisto en el primer auto hasta el planto o lamento final de Pleberio, que es impresionante. Lo único que puedo hacer es animar a que se lea, por cualquier edición. Porque, como pasa con los clásicos, aquí, como en botica, hay de todo. Hay ediciones como la doctísima de la Biblioteca Clásica que publicó Editorial Crítica, en la que uno puede encontrar una información apabullante, hasta otras más escolares, como la que la editorial McGraw Hill regala junto al libro de texto de lengua y literatura para Bachillerato, o una, más antigua, de Edel Vives, con actividades como la que propone que el lector imagine que es Fernando de Rojas y que encuentra escrito el primer auto, y que ensaye una continuación distinta. No pediré tanto, sí que se lea, y, desde luego, por una edición anotada, que oriente en la lectura. Será un placer, de verdad

Del martes 11 de diciembre

miércoles, diciembre 12, 2007

Marta Sanz en el Aula literaria "José Mª Valverde"

Grata sorpresa el domingo pasado entre las calles Moret y Pintores. Unos carteles que anunciaban el programa para este curso 2007-2008 del Aula literaria “José María Valverde” de la Asociación de Escritores Extremeños. No me lo he traído a casa porque estaba pegado al escaparate de una antigua ferretería; pero recuerdo que leí los nombres de Olvido García Valdés, del poeta portugués valter ugo mãe y de Santos Juliá, que cerrará el ciclo en abril, creo —y Elena Medel, quizá, también. Y, claro, de Marta Sanz, que interviene mañana, a las ocho de la tarde, creo, en el Palacio de la Isla. Lástima que ya no podamos seguir vinculando el acogedor salón de actos del Colegio Mayor “Francisco de Sande” al Aula Valverde. Será causa mayor.
Marta Sanz (1967) cuenta ya con una obra narrativa considerable, entre la que destacan títulos como Los mejores tiempos, de 2001, que fue Premio Ojo Crítico de Radio Nacional de España en la modalidad de narrativa, Animales domésticos, que publicó Destino en 2003, o Susana y los viejos, que fue finalista del premio Nadal 2006, cuando lo ganó Eduardo Lago con Llámame Brooklyn. Será un placer volver al Aula, después de ver algún partido del Master de Tenis, que también empieza mañana.

Poemas de cocina (de 3 a 5 años)

Hace ya algunos años, no sé si tres o cinco años, Carmen Galán y Manuel Carrapiso, en su casa —la antigua—, me enseñaron un libro precioso, artesanal, con dibujos originales y textos graciosamente caligrafiados. Era una especie de florilegio doméstico con todo muy agradable a la vista. Creo que estos Cuentos mugrientos que le han editado sus amigos —y editores de su hermana Pilar, bien— de De la luna libros —especial y gratamente dados a este tipo de cosas— pertenecen a aquella obra. Carmen lo hace todo, los poemas y los dibujos, como la persona que es, como la alumna avanzada y ejemplar que fue, como la profesora querida y de excelencia que es hoy.
La petición del huevo es el primer poemita, que empieza “Érase que se era / un huevo juguetón.” Luego están el ajo atleta, la patata torera, la cebolleta literata, el higo glamour, el melón bocazas —bueno, muy bueno—, el plátano cultivado..., y tantos más, hasta la caballa celosa, que cierra una sección invisible de alimentos del mar. “Érase que se era / un sesudo calamar / abogado entre mareas / y arrecifes de coral.” No hay carnes. De 3 a 5 años. Una delicia.

martes, diciembre 11, 2007

Leña a Aranda

Esta tarde, en El séptimo vicio, en Radio 3, Manu Lechón le ha dado leña a Vicente Aranda y a su última película Canciones de amor en Lolita’s Club, basada en la novela de Juan Marsé publicada en 2005. Está bien que se exprese el malestar por una película mala, según el crítico; pero no se puede faltar al director por su trabajo, por muy desastroso que sea. Lechón ha llegado a decir de Aranda que lo mejor que puede hacer es desaparecer profesionalmente, retirarse. No creo que sea para tanto y tampoco el momento para citar casos de sublimes creaciones de senectud. El mismo día del estreno, el 30 de noviembre, El País titulaba “Sordidez cansina” la crítica de Carlos Boyero, que, sin faltar a Aranda, consideraba la película “pedestre, inane, intrascendentemente amarga, pretendidamente realista, grotescamente lírica, feísta y fea”.
Ningún oyente del programa de Javier Tolentino ha llamado para decir que la película le ha gustado; incluso un anónimo reconocido y muy entendido en cine también lo ha hecho para decir prácticamente lo mismo que Manu Lechón, aunque ha dejado más tranquilo al director. Por cierto, que tiene blog, Vicente Aranda, con su diario del rodaje, interesante para los investigadores, y con su defensa, muy faltona e insultante, frente a lo de Carlos Boyero. Edificante.
Es la cuarta vez que Aranda la toma con una novela de Marsé. Primero fue La muchacha de las bragas de oro, en 1980, luego Si te dicen que caí, en 1989, que se tituló, en la versión catalana, Aventis, las dos con Victoria Abril como actriz protagonista, y más tarde, El amante bilingüe, de 1992, con Imanol Arias, Ornella Muti, Loles León, Javier Bardem, entre otros. Sé que Marsé no está contento con ninguna de las películas que se han hecho de sus novelas. No sé qué piensa de esta última de Aranda; pero me lo imagino. Del único autor del que le he escuchado hablar bien es de uno que no ha llegado a hacer la película proyectada: Víctor Erice con El embrujo de Shanghai, cuyo guión, por fortuna, porque puede leerse, publicó bajo el título de La promesa de Shanghai (Areté, 2001). Muy recomendable. Cosas del cine. Por cierto, y a pesar de todo, tengo que ver la película de Aranda.

domingo, diciembre 09, 2007

Mihura y algunas cartas con el brazo en alto

No me siento bien leyendo según qué epistolarios. “Leer cartas privadas supone un ejercicio de otredad y de usurpación, en el que se constata que el simulacro puede ser también una parte de la verdad y la seriedad una zona acotada por la ironía. La misiva privada nos enfrenta muy pronto con los límites del positivismo revelándonos al oído que lo que creíamos una confidencia personalísima es tan sólo un casillero de la astucia, una estratagema del yo. Una carta es un documento valioso, pero no definitivo.” Lo dice José Antonio Llera en la introducción de este Epistolario selecto de Fuenterrabía (1928-1977) de Miguel Mihura, que ha publicado Ediciones Espuela de Plata hace unas semanas. Yo no diría exactamente lo mismo que José Antonio Llera; y, además, lo diría más claro, con menos retoricismo. No me gusta leer las cartas de literatos que no aportan nada al conocimiento de su literatura y de sus principales circunstancias.
Lo único que aporta la tarjeta del Delegado Nacional de Prensa Juan Aparicio en marzo de 1942 es el escalofrío de su saludo afectuoso “brazo en alto”. Y sobre la que escribe Mihura a su madre, doña Dolores Santos, el 16 de abril de 1949 desde Buenos Aires, lo único que se me ocurre es reproducir parte de ella:
“Querida mamá: Ayer te escribí unas líneas precipitadamente para que alcanzase el avión de Iberia. Hoy te he puesto un cable en el que te anuncio el aplazamiento de mi vuelta. Y hoy, también, te vuelvo a escribir por si [por] casualidad esta carta pudiese ir en cualquier otro avión y llegase antes que yo, lo cual no creo.

Y te escribo porque en mi carta de ayer se me olvidó decirte que llamases al garaje, teléfono 210092, y le digas a Tomás, el encargado, que yo llegaré el día 21 por la mañana y quiero que me tenga el coche a punto; esto es: batería, aceite, neumáticos, etc.”[…]
Hay otra carta de Millán-Astray de agosto de 1943 que tiene más interés; sobre todo para aquellos historiadores que quieran acopiar datos para la caracterización tipológica del cerebro del personaje. El 5 de enero de 1937 Tono escribe a su amigo Mihura para preguntarle por su pierna. Y el 30 de diciembre de 1950 Álvaro de Laiglesia le manda una tarjeta felicitándole el año nuevo, diciéndole que se ha mudado a Claudio Coello, 86 y pidiéndole que le invite a almorzar a su “estupendo pisito, para que charlemos entre vino y vino como antiguamente.”
Dicho esto, que quiere decir que sobran misivas en esta edición —a pesar de lo exiguo en tiempo tan dilatado entre 1928 y 1977—, hay que destacar el trabajo de José Antonio Llera, que introduce y anota estos textos, sí interesantes —otros— para iluminar ciertos aspectos de la biografía de Mihura y de la historia editorial de algunos proyectos como La Ametralladora o La Codorniz, publicación ésta sobre la que Llera ha trabajado con extraordinaria solvencia. La sintética introducción de J. A. Llera sobre Mihura y la familia de esa otra generación del 27 es de recomendable lectura. Su buen hacer genera expectativas sobre lo que va a venir que se deshacen por la insulsez de algunas de las cartas.

Le debía a José Antonio Llera, que anuncia la publicación de un nuevo libro de poemas (El monólogo de Homero), un acuse de recibo también de un libro más nutritivo que apareció el año pasado en Madrid en Devenir Ensayo: Los poemas de cementerio de Luis Cernuda. Tan nutritivo que empezaba confesando que cada vez que el autor piensa en Cernuda le viene a la memoria una fábula, la de La oveja negra, de Augusto Monterroso. Con eso, todo. Y tan nutritivo por su fino análisis de la poesía cernudiana. Y, claro, también porque me tocó la fibra cuando dedicó un apéndice y tuvo en cuenta en su estudio los poemas de cementerio de Juan Ramón Jiménez. Qué recuerdos en clase sobre textos tan sugerentes como los del Diario de un poeta reciencasado.

viernes, diciembre 07, 2007

PISA o el cinismo

Si Diógenes Laercio levantase la mano me reconvendría por usar una vez más ‘cinismo’ con el valor peyorativo que ha venido derivándose por los siglos de los siglos. Quede aquí constancia, por la mención, de mi estimación —salvando las distancias— por la escuela de los cínicos antiguos. Pero es que no hay cosa más desagradable que encontrarse con esta dedicación de los medios —todos, escritos, audiovisuales, virtuales...— al Informe PISA sobre la enseñanza y los datos referidos a España. Basta que se emita cada dos años, o así, el Informe PISA para que todos los medios —todos, escritos...— dediquen un espacio al asunto de la educación. Bien estaría si se sintiese, si realmente se creyese en que el progreso de un país, de una sociedad, depende de la educación de sus ciudadanos.
Incluso he leído en algún sitio que por el informe se constata que la riqueza de los países no garantiza mejores resultados educativos. De verdad que suena a excusa para no invertir en educación lo que se invierte en armas. Claro que no, porque un altísimo nivel del PIB de un país no se traduce en un altísimo nivel de inversión en educación en ese país. Y digo yo que si alguien se ha preguntado cuál es la razón por la que la liga española de fútbol es de las mejores del mundo, que si alguien se ha preguntado si el nivel de inversión de dineros tiene algo que ver.
En fin, un desastre. Mientras tanto, los medios —todos, escritos, audiovisuales, virtuales...— y las instituciones seguirán difundiendo la necesidad de ser mejores en educación al mismo tiempo que cortan los créditos de las películas que emiten, a la vez que programan cutres tragedias pasionales que acaban en tragedias reales en las que casi siempre es una mujer la que muere acuchillada o quemada, o al mismo tiempo que financian fiestas en las que la única ‘adormidera’ es el alcohol. Hasta el nuevo Informe PISA.

miércoles, diciembre 05, 2007

Agitación y Cultura (III)

Estimé mucho a José Antonio Gabriel y Galán, a quien conocí en Zafra, en la presentación de su Poesía (1970-1985), publicada por la Editora Regional de Extremadura en 1988. Recuerdo que fue en un salón en los bajos del Hotel Huerta Honda, en un acto organizado por la Fundación Pablo Iglesias, y —como siempre en Zafra— lleno de público. Allí estaba Luciano Feria, que dispuso todo. El director de la Editora era José María Ródenas, y presentó el libro Juan Carlos Suñén, si la memoria no me falla. Dos o tres años después tuve un grato encuentro con José Antonio en Plasencia, en la presentación —a la que nadie me invitó— de un número especial de El Urogallo en el que colaboré con un artículo sobre la poesía en Extremadura que José Antonio ponderó aquella noche al tiempo que se disculpaba una y otra vez conmigo por las muchas erratas con las que salió, entre otras, la de haber aparecido sin mi firma. Ayer, en el programa de radio, quise recordarle:

Quiero hablar de un libro del que desde hace mucho tiempo, antes de que fuese tal, de que fuese libro, sabía de su existencia. Me refiero al Diario de José Antonio Gabriel y Galán, entre 1980 y 1992, un año antes de su muerte, que ha publicado la Editora Regional de Extremadura. Es un libro difícil.
No sólo porque se trata del diario personal de un escritor a quien se le diagnostica un cáncer que motiva la escritura de estas páginas. No sólo porque hable de ese bulto del cuello, de ese ganglio, de esa sentencia de muerte que se le comunicó un día feliz, el del estreno de su versión de La velada de Benicarló, la obra de Azaña. Además, me he encontrado, y también a propósito de esa enfermedad cabrona, con palabras referidas a un escritor admirado, Juan García Hortelano, que empieza a morirse en la página 143 y desaparece.
No sólo es un libro difícil porque no es de lectura fácil, y, sobre todo, porque puede llegar a no interesar más que a quienes conocieron a Gabriel y Galán, o a quienes trabajan sobre su obra literaria. Aun así, también es un libro difícil porque a su voluntad de estilo, que la tiene, sin duda, como cabe esperar de un escritor así, se sobrepone la circunstancia de motivación de su escritura, es decir, la sentencia de muerte, y una especie de ajuste de cuentas con todos y con todo que a veces estremece más que el hecho de que estas páginas estén escritas por alguien que se muere así. Un libro difícil por ese tono de amargura en el mundo literario, por ese aire sombrío que tiene la voz de un escritor que dice reiteradamente, que se queja a cada paso de que “no existo”, de que nadie lo reconoce, que nadie o casi nadie reconoce su obra.
Más difícil aún este libro, porque me da la sensación de que no nos llega directamente lo que salió de la mano debilitada de un hombre condenado a muerte. Que alguna cosmética se ha debido aplicar al contenido. Desde la mención del título de una novela, Muchos años después, para que el lector se entere, hasta la omisión de algunos nombres, como el de algún portavoz de la Junta de Extremadura. Una cosmética seguro que necesaria; pero no entiendo por qué no se menciona en esta estupenda edición que reconoce, después de muerto, una trayectoria literaria muy interesante. Como hice la semana pasada, recomiendo esta lectura y, a la vez, la de esa novela titulada Muchos años después, que publicó Alfaguara. Ya puestos.


Del martes 4 de diciembre.

Dioni

Sabía que a mi madre iba a gustar algo así. Anoche fui con ella al recital que dio Dioni en el Gran Teatro con su grupo Tango 3. Estaba lleno. Cantó como nunca. Fue emocionante. Los que sepan de música y de canto que se abstengan de opinar si no conocen a Dioni. Lo de ayer fue uno de esos actos que te regala la ciudad sin que la ciudad lo note. Llamé a Carmen para contárselo, porque no pudo venir. Disfruté con el cuento. Luego, al llegar a casa después del concierto, llamé a una amiga que vive muy lejos, casi a oscuras, en Islandia. Daré noticias.
Dioni está estupenda. En el homenaje a Gonzalo Barrientos comimos en la misma mesa, y noté su pálpito y su gana, superadas las tinieblas de un desgraciado accidente. El desgraciado accidente del14 de agosto que ella relató ayer noche antes de cantar “Gracias a la vida” como cierre de su recital. Mi madre, que no sabía nada de nada, salió encantada del teatro, emocionada. Cenó lo justo, habló poco y se acostó, sin siquiera hacer amago de encender el televisor. Tarareaba por el pasillo algo parecido a con todo a media luz... crepúsculo interior y que suave terciopelo... y que la media luz de amor... Fastuoso.

martes, diciembre 04, 2007

Peor sería que tuvieras hambre

No sé por qué me he acordado esta tarde de José Agustín Goytisolo. Algo ha debido de moverse en los desvanes de los que hablaba Bécquer para que esta tarde haya revivido la emoción del gran poeta de Salmos al viento aquí en Cáceres, aquí al lado, hace más de diez años, cuando le recordé que me había dedicado en 1991 su poema “Palabras para Julia”, para mi hija, Julia. Cuando mi niña luchaba por vivir. No sé por qué, esta tarde, así, de pronto, he tenido la necesidad de leer algo de José Agustín.

NON NON
Si son las tres y no puedes dormir
y ves en la pared la sombra de una bruja
u oyes cómo en tu baño se duchan los espíritus
si los muebles comienzan a gruñir
y el viento en el postigo recita tus mentiras
no te pongas nerviosa ni despiertes a nadie
piensa en la vida fúmate un cigarro
lo mismo no te mueres nunca más
y alguien te compra unas braguitas nuevas
las cosas son así todo es extraordinario
peor sería que tuvieras hambre
o que en la calle te dijeran fea
lee un ratito escríbeme un recado entérate
de las noticias por la radio canta

non non cuenta corderos muy despacio así
non non duerme mi amor corderos y corderos...
(De Palabras para Julia)

Estoy convencido de la bondad de estos versos para ser leídos. Y da igual todo.

Agitación y Cultura (II)

El pasado martes —hoy saldrá al aire otra reseña— hablé de este volumen sobre Ferlosio de Gonzalo Hidalgo:

Quizá ocupe el espacio de que dispongo con una justificación y una explicación sobre esta obra: El desierto de Takla Makán, de Gonzalo Hidalgo Bayal (Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2007). La explicación es referida a su título. No sé qué puede resultar más extraño, más críptico o más necesitado de aclaración. Si el título, El desierto de Takla Makán, o el subtítulo, Lecturas de Ferlosio. Y es que quiero justificarme por seleccionar esta obra que no es para todos los públicos.
Lo que me pide el cuerpo es que el público se atreva con estas cosas, y que disfrute. Yo reconozco que estas lecturas de Ferlosio pueden resultar de difícil deglución. Uno puede siempre leer directamente a Ferlosio, o disfrutar también, antes de leer a Gonzalo Hidalgo en sus ensayos, hacerlo con sus novelas, especialmente con la última.
Me refiero a esa espléndida obra que se publicó aquí en Extremadura por primera vez, Paradoja del interventor, que salió en Del Oeste Ediciones en 2004, y que luego, por arte de que cayó en manos de lectores con voz y con voto en los grandes medios, la reeditó Tusquets en su conocida colección Andanzas. Claro, se dieron cuenta de que era buena.
Estoy seguro de que, por muy grave y sesudo que sea Ferlosio para según qué lectores, o por muy impenetrable para algunos, caerá bien conocerle a través de la buena prosa y de la agudeza de Gonzalo Hidalgo, como cuando nos cuenta que Ferlosio no es un teórico de su propia escritura, que no se mira mucho a sí mismo, y que puede más el objeto que el sujeto, puede más que el “Conócete a ti mismo” de Sócrates su “Antisócrates”, que viene a decir:
“¡Sí, hombre, como si no tuviera uno otra cosa en que pensar!”.
Por cierto, el desierto de Takla Makán está en China y es inmenso, tanto, que significa “si entras, no saldrás”. Como le ha pasado a Gonzalo Hidalgo con Ferlosio desde que entró en él para leerlo. Nunca he animado a nadie a adentrarse en un desierto así. Es la primera vez; y lo hago con muchas ganas.


Del martes 27 de noviembre.

lunes, diciembre 03, 2007

Agitación y Cultura (I)


Llevo ya tres semanas colaborando con el programa de Canal Extremadura Radio Agitación y Cultura, que dirige y presenta Olga Ayuso y se emite de lunes a viernes de 19.30 a 20.00. Comencé en martes y 13, con una entrevista en directo para abrir boca y contar el propósito. Cada semana, hablar de un libro, o cosa parecida, cualquiera que sea.
Así, el martes siguiente dije sobre “Fenómenos de quiosco”, y copio, más o menos, lo dicho:

[…] Porque, junto a las extrañas propuestas de colecciones que surgen todas las temporadas en los quioscos de prensa, de vez en cuando uno puede encontrarse con promociones de un extraordinario interés para los lectores. No hablo de una serie más de novela negra o de novela histórica, de esa literatura de género tan vendible; hablo de obras tan sobresalientes como los cinco tomos del Diccionario de Filosofía de Ferrater Mora, que hace un par de años lanzó RBA Editores, en su facción de Coleccionables; o la posibilidad más reciente de tener en casa a un precio que no pasa de los diez euros en ningún caso de una reedición de aquellos maravillosos tomos, encuadernados en piel, de Aguilar de los Grandes Clásicos o las Obras Completas de tipos como Dostoievski, Dickens, Pérez Galdós, Balzac, Tolstoi, Dante o William Shakespeare.
Tengo delante uno de los tomos de las Obras completas del dramaturgo y poeta inglés. Cuando lo recogí de mi quiosco junto al periódico del día, no me lo podía creer. La traducción de comedias como Mucho ruido y pocas nueces, Sueño de una noche de verano, Trabajos de amor perdidos, La tempestad, El cuento de invierno, entre otras, y de las obras líricas, de sus sonetos...; la traducción, sí, de Astrana Marín, la clásica, la de siempre, la tenía en casa, en una edición asequible pero con la prestancia de aquellos libros de antaño, hasta, casi, con su olor. No es mala recomendación, no. Lo único que dice en su contra es ese aspecto de libro de salón, con lomos en oro deleble, demasiado decorativos. Pero, bueno, todos sabemos que uno puede llegar a tener la tentación —y la condena para siempre— de leerlos. Fenómenos de quiosco.


Del martes 20 de noviembre.

La saga/fuga de G.B.

Ya hablé aquí de Gonzalo Barrientos. Hoy se celebra un merecido homenaje con motivo de su jubilación. Acudiremos varias decenas de amigos y compañeros a comer con él y con su familia. Sé de alguno, como Ángel Campos Pámpano, que lamentará no estar; y también sé que puedo disculpar su inasistencia en su nombre, como certificar su admiración hacia el homenajeado, aunque no venga de nadie que haya compartido con él los pasillos de una Facultad. Ángel debió de conocerle en alguno de esos espacios comunes —pongamos, por ejemplo, la Revista de Estudios Extremeños— que confirman el perfil humanista de este geógrafo, y siempre habló de la Geografía de Extremadura (Universitas Editorial, 1990) de Gonzalo como de un libro muy bien escrito.
Desde los inicios, Gonzalo Barrientos ha venido enseñando Geografía —y más— en nuestra Facultad de Filosofía y Letras. Ha sido un compañero mayor con el que he buscado siempre la conversación, como un sustituto amable de las clases que no me dio. En Cáceres o en Chiclana, en la calle o en su despacho. Últimamente, ahí, en un reducido espacio lleno de libros en estantes y en cajas, pues preparaba en esos días su donación a la Biblioteca Central de la Universidad en Cáceres. Ahí me regaló el otro día un tomito de las Poesías de Ventura Ruiz Aguilera, de aquella colección de los Mejores Autores, la de la Biblioteca Universal, de 1880. Sabe cómo valoro el regalo.
Hoy escenificamos su despedida, que no será tal. Vendrán otros ratos para conversar sobre lo que pasa en la calle y en la vida con alguien que ha sabido cartografiarlas con elegante ironía y escepticismo lúcido.

domingo, diciembre 02, 2007

Cádiz

He estado en Cádiz en un Congreso sobre Manuel José Quintana, con motivo del 150 aniversario de su muerte. Allí me he reencontrado con amigos y colegas que no veía desde hacía tiempo. Principalmente, con los del animoso y activo grupo de estudios sobre el siglo XVIII de la Universidad gaditana, organizador del encuentro, con Alberto Romero, Fernando Durán, Marieta Cantos —hoy Vicerrectora de Extensión Universitaria—, y con Alberto Ramos, Alberto González Troyano... También estaban Pepe Lara, de Málaga, Pepe Checa y Joaquín Álvarez Barrientos, de Madrid, Emilio La Parra, de Alicante, y de Cáceres, tan cercanos, Malén y Jesús. Congresos así son una delicia. Por el formato, por la ciudad en la que uno vive durante unos días —yo, menos días—, por el hospedaje, cómodo y con el atractivo de despertar a un lado con la vista del mar y al otro con la de las calles estrechas que rodean la Torre Tavira, por esa maravilla de desplazarse a pie a todos los lugares de interés. Los primeros y los más cercanos, claro está, la Facultad y el aulario “La Bomba”, donde se celebraron las ponencias. Y luego, tiempo para todo en tan poco tiempo. Para tomar manzanilla y algunas raciones con aceitunas machás riquísimas, en el Veedor —allí, de pronto, Luis Mateo Díez, otro grato reencuentro, por celebrarse las cien presencias literarias en la Universidad de Cádiz, cien— o manzanillas varias —la fina, la olorosa, la madura...— en Don Miguel. Impresionante. Dio tiempo a ver con tranquilidad la exposición de la Catedral Vieja, La imagen reflejada, sobre el Barroco andaluz —ha habido y hay otras en Sevilla, Jerez, Málaga, Córdoba, y Granada—, y no dio tiempo —y ya está bien— a intentar conocer desde lo más dentro posible un poquito del arte flamenco gaditano. Si llego a encontrarme con Chano Lobato le pido un autógrafo. Yo, tan poco dado a esas cosas. O, si alguien, como hizo Alberto González Troyano con ciertos rincones de tertulia y copa, me hubiese llevado a los del cante, estaría ahora hablando del aire que fue de Enrique el Mellizo, de Rancapino, o de ‘El Cascarilla’, a quien el sábado escuchábamos en el coche, en Duendeando, de Radio 3. Música de fondo.
—Madre, la cultura que da el moverse de donde uno está.