«A Garcilaso», que es lo que quiere decir el anagrama del título de esta entrada. No sé por qué volví a leer hace unos meses el soneto IX del poeta, y se me ocurrió que podría convertirse en un texto en prosa enviado en una carta o texto parecido. Lo importante es que no se olvide el soneto original; pero la tontería quedó así: «Hola, reina, si yo estoy sin ti y en esta vida duro y no me muero, me da la sensación de que ofendo a lo que te quiero y al bien del que gozaba hasta ayer reciente. Y hoy, tras todo esto, el desastre es ver que te pierdo de mi vida, y desespero, y así ando en lo que siento diferente. Y esa diferencia veo, sin saber qué hacer por esta ausencia, y con mis sentidos peleando noche y día y solo concertados en mi daño». A un amigo he dicho que si esto se convirtiese en una carta sería del ámbito privado; pero qué bien que el soneto de Garcilaso sea de dominio público. Aquí va:
Señora mía, si de vos yo ausente
en esta vida duro y no me muero,
paréceme que ofendo a lo que os quiero,
y al bien de que gozaba en ser presente;
en esta vida duro y no me muero,
paréceme que ofendo a lo que os quiero,
y al bien de que gozaba en ser presente;
tras éste luego siento otro accidente,
que es ver que si de vida desespero,
yo pierdo cuanto bien de vos espero;
y así ando en lo que siento diferente.
que es ver que si de vida desespero,
yo pierdo cuanto bien de vos espero;
y así ando en lo que siento diferente.
En esta diferencia mis sentidos
están, en vuestra ausencia y en porfía,
no sé ya que hacerme en tal tamaño.
están, en vuestra ausencia y en porfía,
no sé ya que hacerme en tal tamaño.
Nunca entre sí los veo sino reñidos;
de tal arte pelean noche y día,
que sólo se conciertan en mi daño.
de tal arte pelean noche y día,
que sólo se conciertan en mi daño.
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