martes, octubre 08, 2019

Columna (vertebral)


[Primera parte] Genial la columna del pasado viernes 4 de octubre de Juan José Millás sobre una pareja de videntes que tuvieron una hija ciega a la que hicieron creer que veía y que los ciegos eran ellos. Esa niña creció y tuvo una hija vidente a la que hizo creer que era ciega. La niña preguntó un día a su madre en qué consistía ver y recibió esta respuesta: «En no tropezar». Aunque el texto de Millás termina con un «nunca se volvió a hablar del asunto» propicia hablar de él. Genial. [Segunda parte] Lo peor de la columna de Millás es el título —«Interruptores»—, porque privilegia un elemento interesante del relato pero no esencial. Esto es muy discutible, mucho. Me refiero a sugerir que un reparo sea que el título es lo peor. En realidad, no es más que un pretexto para proponer un estudio que analice la manera de encabezar piezas así de este género periodístico, desde aquellas míticas columnas de Umbral hasta estas de Millás. Y cómo el reducido espacio en el que se va a alojar un texto condiciona a su autor. O le impone, o le somete a titular con los caracteres que caben en el corsé en que se va a publicar lo que ha escrito. No estaría mal un estudio, si no se ha hecho —seguro que sí—, sobre estos microparatextos. Porque de ahí habrán salido los interruptores del relato de Millás del pasado viernes. Y los «Rituales» o el «Tenorio», de aquellas de Félix de Azúa; la «Istoria» de ayer de Almudena Grandes, que también escribió sobre «Aritmética» y «Sin perdón»; o las de Millás de otras fechas: «Áspero», «Taxidermia», «Atracos». Es curioso cómo el escritor se somete al imperativo del espacio y cómo el texto adolece de esa limitación. Lo de toda la vida. Yo me imagino que uno de esos escritores, desesperado por que no cabe «La insoportable levedad del ser» deja que le titulen su texto «Absolución». O algo parecido.

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