Hace ya bastantes meses que Álvaro Valverde —siempre más presto que uno para leer y dar noticia de novedades— escribió sobre Monólogos del jardín y lo hizo con tanto acierto y con tantos detalles sobre su contenido que me permito aquí la pirueta del vínculo, y hago mías sus palabras. Solo quiero añadir que envidié a los lectores del diario alicantino Información, que leyeron en sus días estas perlas de escritura consigo mismo de Ángel L. Prieto de Paula; esta poblada fuente de hallazgos gota a gota, artículo a artículo —cada semana primero; luego, cada mes—, que te lleva de un sitio a otro sin que decaigan la lucidez y el ingenio. Así que ha bastado una alusión en estos Monólogos a un torero antiguo —Fleitas, el torero sepulturero (pág. 116)—, por ejemplo, para acordarme de aquel delicioso excurso de Contramáscaras sobre «El Chani» y «El Viti», ambos charros, para concluir que no estamos libres de la afectación, y para llegar, al cabo, a una manera muy sencilla de expresar lo que uno quiere hacer: «Pues bien, yo he pretendido sincerarme en voz alta, no tanto para saber de mí como de nuestro mundo, a través de algunos signos interpretables» (pág. 10). A veces creo que uno no hace otra cosa aquí. Hablar consigo mismo y el mundo en voz alta. Gracias por escuchar.
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