Javier Alcaíns y yo estamos convencidos de que este libro va a ser la repanocha. Yo más que él; aunque se ha animado a enviar una carta electrónica promocional entre familiares, amigos y conocidos en la que anuncia que la pitonisa Marijuli, de El Carneril de Cáceres, ha predicho que la primera edición se agotará en cuestión de días, por lo que invita a acercarse a los dos puntos de venta principales —las librerías cacereñas El Buscón y Boxoyo Libros— antes de que la falta de ejemplares provoque a los desidiosos un colapso emocional. Yo, por si acaso, me he hecho con un par de ejemplares para regalar; y admito encargos. Aparte las bromas —de verdad— este libro puede convertirse en una de las más codiciadas delicadezas editoriales del año. Por su aspecto externo, encuadernado en cartoné con cuidadosos hendidos en la tapa para mostrar una variación de una de las luminosas ilustraciones a color que el libro lleva en su interior, acomodándose al texto —y el texto a ellas— en una edición primorosa. Me alegro de que la firmen los hermanos Álvarez, de Tecnigraf (Badajoz). Van a sentirse muy orgullosos por ello. El colofón dice: «Javier Alcaíns escribió este libro, realizó las ilustraciones y diseñó las páginas con líneas de plata. Comenzó en abril de 2018 y le dio fin el primer domingo de junio de 2019, fecha en la que seguía sin saber la solución de la adivinanza del agua». Tengo que escribir sobre el enigma del título. Y será también un libro codiciado por su texto, unas tres mil y pico de palabras, unos doce folios de andar por casa y menos de treinta páginas en esta edición que lo acomoda espléndidamente a planas casi todas distintas e iluminadas con extraordinarias ilustraciones. Qué voy a contar yo a estas alturas sobre Javier Alcaíns. Eso sí, sobre el texto sí; que es una maravilla: «Ahora que la medianoche se deshace y la lluvia marca un ritmo de corazón tranquilo, busca la memoria el agua del origen» (pág. 9). Queda pendiente.
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