miércoles, septiembre 26, 2018

David T. Gies

Llamo a Madrid a unos amigos y se pone al teléfono este tipo de la foto. Dicen que es  Commonwealth Professor of Spanish and former Chairman of the Department of Spanish, Italian and Portuguese de la Universidad de Virginia (USA). Es, desde 1993, director de la revista Dieciocho, y uno de los hispanistas más hispanistas que he conocido, si cabe denominar así a un profesor de español en los Estados Unidos de América que ha sabido zambullirse en la cultura y las gentes de España, hasta ese punto de inmersión que un español admira en un extranjero que demuestra más pasión por las cosas de aquí que muchos de aquí. Es un orgullo tenerlo cerca. Me ocuparía demasiado espacio en esta página referir aquí lo principal de su currículum científico en el campo de los estudios —por citar uno de sus muchos intereses— sobre la literatura española de los siglos XVIII y XIX, en el que ha trabajado sobre autores como Nicolás Fernández de Moratín, ha editado textos clásicos como Don Juan Tenorio o ha abordado la historia del teatro español decimonónico. Me da reparo resumir así lo mucho que David T. Gies ha escrito. Entre 2013 y 2016 fue presidente de la Asociación Internacional de Hispanistas, y ese año del final de su responsabilidad en la AIH, la Academia Norteamericana de la Lengua Española le otorgó, junto a la profesora Raquel Chang-Rodríguez, el Premio Enrique Anderson Imbert, que reconoce la trayectoria de quienes han contribuido con sus estudios al conocimiento y difusión de la lengua, las letras y las culturas hispánicas en los Estados Unidos. A principios de este mes de septiembre, David enviaba el anuncio de la publicación del último número (41.2. Fall 2018) de su Dieciocho, con artículos interesantes de Philip Deacon sobre dictámenes de la Inquisición y el Arte de putear de Nicolás Moratín —qué ganas de conocer pronto ese libro sobre el erotismo poético en el siglo XVIII—, de Sally-Ann Kitts sobre la Raquel de García de la Huerta y los aspectos ilustrados, filosóficos e ideológicos de la obra relacionados con la subjetividad moderna, o la transmisión manuscrita de la poesía de Feijoo de un joven y feijooniano, y también poeta, como Rodrigo Olay Valdés... Esta revista, es, hoy por hoy, obra, casi exclusivamente, de David T. Gies. Genialidad y alegría son palabras que siempre me vienen cuando me acuerdo de David, el personaje de la fotografía. Y no digamos si llamo a Madrid a unos amigos y se pone él al teléfono para hacer alguna chanza.

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