Este pasado domingo conocí a
Abel Feu, el poeta de Feu de erratas
(Sevilla, Renacimiento, 1997), el editor que está detrás de Los Papeles del Sitio, muy vinculado a otros sellos editoriales como Renacimiento y La Isla de
Siltolá, cuyos libros están tan presentes en casa. A medida que Abel hablaba en
donde mi querido Paco Hipólito dice que yo recibo —la cafetería del Hotel NH
Palacio de Oquendo, casi tan cercana y acogedora como el salón de casa—, yo
imaginaba lomos y cubiertas de libros que tengo en mi biblioteca sin haberlos
relacionado con él. Quizá alguno sí, como la Poesía completa de Víctor Botas (Sevilla, La Isla de Siltolá,
2012), en el que aparecía como director de una colección de «Poesías completas»
que luego no ha tenido desarrollo. Me ha regalado una de sus últimas
creaciones: una edición infolio moderna con cubiertas de cartulina Turner, de
Fedrigoni, y papel hecho con algas de la laguna de Venecia, de La trilogía española de Rilke, en
versión y epílogo de Antonio Pau, otro personaje —jurista, traductor, ensayista,
consejero de Estado— que me recuerda «Abeu» —ya no sé lo que digo— que es de
mucho interés. Mucho interés tiene la edición de La trilogía española, sobre todo con el epílogo de Pau, en el que
destaca que esta serie de tres textos —de configuración póstuma— abre una etapa
nueva en la tarea poética de Rainer Maria Rilke porque cambia su mirada antes
horizontal para hacerla vertical, en la que se suman tierra y cielo. Yo no soy
experto, y me gusta la versión que da; pero el infinitivo «hacer» del primer
poema al lado del vocativo —«hacer, Señor, / una sola cosa»— me da a mí que
puede confundir más que la solución que dio en su día el sabio José María
Valverde en aquella versión de estos poemas de Rilke publicada en los Papeles de Son Armadans de Camilo José
Cela en 1956. Valverde puso «para hacer», como puede comprobarse aquí. Pero,
insisto, yo no tengo ni idea. Tiene más Álvaro Valverde, que hoy me ha
recordado que tengo otro de los libros hechos por Abel Feu, y que él sabe bien
cómo se las gasta profesionalmente este exquisito componedor de textos. Para
quitarse el sombrero. Lo supo él cuando fue Feu quien cuidó la edición de su
antología poética de 1985 a 2010 Un centro fugitivo (Sevilla, La Isla de Siltolá, 2012), en la que no figuró
como responsable con su nombre; pero sí con su sello: Los Papeles del Sitio.
Todo esto aquí, casi sin salir de casa, y gracias a que la vida suele gastar
estas concurrencias desde sitios distantes.
Mira esta nube: cómo oculta
impetuosamente
la estrella que ahora mismo
estaba al otro lado
de las montañas; de ella (y de
mí),
de los vientos nocturnos (y
también de mí),
del hondo río que refleja
ese claro del cielo, desgarrado
(y de mí mismo);
de mí, y de todo esto,
hacer una sola cosa, Señor: de
mí y del sentimiento
con que el rebaño, guarecido en
el redil,
acepta, jadeando, el oscuro no
ser del mundo;
de mí y de la luz de tantas
casas
en la oscuridad, hacer, Señor,
una sola cosa; de los extraños,
Señor,
a los que no conozco, y de mí,
de mí,
hacer una sola cosa; […]
(Rainer Maria Rilke, La trilogía española, I, versión de
Antonio Pau)
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