sábado, octubre 05, 2013

Las botas de Isidora Rufete


Acabo de leer un artículo espléndido, muy sugerente, sobre una novela monumental. Se ha publicado en el más reciente número de la Revista Canadiense de Estudios Hispánicos, que dirige Jesús Pérez Magallón en McGill University de Montreal (Canadá). Es de Nil Santiáñez, y lleva ese título de «Las botas de Isidora Rufete», sobre la protagonista de La desheredada (1881) de Galdós. Es un ejemplo brillante de percepción y análisis de un motivo argumental —humano— que se convierte, por mor del arte, en clave intencionada —literaria— del significado de la novela. «Las botas de Isidora Rufete son el equivalente, en la historia de la novela, de la pluma de Benito Pérez Galdós», escribe Santiáñez (pág. 364), casi como una conclusión que ratifica un concepto del novelar, después de una lúcida lectura de la caracterización del personaje a partir de su calzado, de su conflicto entre la realidad y el deseo o de la retórica del paseo sugerida en el texto. Me alegra saber que hay un antecedente en otro artículo de Nil Santiáñez sobre «Las botas de Fortunata», publicado en La escondida senda. Estudios en homenaje a Alberto Blecua (Madrid, Castalia, 2012), y que aún no he leído. Esta manera de interpretar la realidad textual es la que me presenta al buen lector de novelas, tantas veces vistas —y escritas— como si una bota fuese tan sólo una «parte principal del humano atavío», que dijo don Benito.

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