martes, noviembre 02, 2021

Cuaderno de Perugia (XV)

Vine a Perugia porque me dijeron que mi colega, un tal Luigi Giuliani, vivía aquí. Es broma; pero el original de esa frase, en serio, ha sido una de las claves de mi estancia docente en esta Universidad de Perugia (Unipg). Casi en sentido estricto, mis clases de Literatura Hispanoamericana empezaron por ahí y nos ocuparon un tiempo suficiente para el entusiasmo sobre una cumbre de la literatura universal, y mi conocimiento de la recepción de Rulfo en un país como Italia. Por eso me llevo de regalo la más reciente traducción de la novela de Rulfo al italiano: «Venni a Comala perché mi avevano detto che mio padre, un tal Pedro Páramo, abitava qui» (Juan Rulfo, Pedro Páramo. Traduzione di Paolo Collo, rivista e aggiornata. Prefazione di Ernesto Franco. Torino, Einaudi, 2014). Me la dio el otro día una alumna, Marianna, que trabajó precisamente sobre las versiones al italiano de la novela, y concluye que la de Collo es la mejor por el momento. No lo había contado todavía y, ahora que me queda solo una semana aquí, lo escribiré. He venido a Perugia para dar clases en remoto. Los primeros días, desde el Palazzo Meoni, que es una de las sedes docentes del Dipartimento di Lettere, Lingue, Letterature e Civilità Antiche e Moderne que me ha acogido, desde el Aula A, muy señorial, una en las que la Unipg ha instalado un sistema de videconferencia con pantalla grande y webcam que permite seguir la clase desde el aula o desde casa. Desde mi casa aquí seguí dando el resto de clases en cuanto me restituyeron los del servicio técnico de Apple mi ordenador, que entró en crisis durante un par de días y al final no fue nada. Como yo no he tenido más que tres alumnas que han preferido conectarse —por razones de trabajo, familiares o geográficas, pues creo que una de ellas vive en Senigallia, en la costa adriática—, no he tenido la oportunidad de dar una sola clase presencial. No empaña el disfrute de estar en esta Universidad. Bueno, sí. Sí que empaña; pero qué se le va a hacer. Ya habrá ocasión de volver —ojalá— en otras circunstancias. Con mis alumnas de mañana, Anna e Ilaria, seguiré leyendo buena literatura en español, un idioma que ellas hablan muy bien, y una literatura que les interesa, y se nota en nuestras clases. Qué privilegio. Aunque no sea del tema, casi como nota al margen, en lo que queda quiero que leamos «Pierre Menard, autor del Quijote», el relato de Borges. Mañana aquí baja un poquito la temperatura. Quizá llueva.

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