Han pasado más de diez años desde que escribí aquí una entrada que se titulaba «No dar crédito» en la que lamentaba que la televisión pública interrumpiese con brusquedad irrespetuosa la música y los créditos que forman parte de la conclusión de una película. No pongo comas para que vuelva a notarse mi indignación. Es como si te prestasen un libro y le arrancasen el índice y el colofón. Es una vergüenza. Y en una televisión pública que cínicamente dice que apuesta por el cine, y que no tiene publicidad —sí autopromoción—, es irresponsable. Hace unas horas he disfrutado viendo la película de Pawel Pawlikowski Cold War (2018), cuyo título original en polaco llevo a la cabeza de esta entrega indignada por el poco estilo de La 2 de RTVE. Una vergüenza. Yo casi siempre llego tarde a lo que merece la pena. Leí de mayor Guerra y paz y todavía no he visto decenas de películas eminentes. A la de esta noche pasada también he llegado después de un tiempo de su estreno, y me ha gustado mucho la luz de su blanco y negro, la historia de sus amantes, la música, mucho, y esos encuadres, que fascinan tanto en la televisión de casa porque te mantienen sentado en tu sitio cuando podrías levantarte a por otra cerveza. La película me ha entusiasmado; pero me ha indignado mucho que, cuando iban a mostrarse los créditos, después de la dedicatoria a los padres del director, y cuando sonaba una versión de las Variaciones Goldberg —además, sí—, nuestra televisión pública me haya privado de lo demás. Desastroso. No creo que cueste tanto solucionar esto que es vergonzoso. Zimna Wojna, de Pawel Pawlikowski, con Joanna Kulig y Tomaz Kot, como intérpretes principales. Muy recomendable.
domingo, diciembre 13, 2020
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