Humberto Beck es un escritor mexicano que trabaja en la Universidad de Boston y en la que ha estudiado la historia intelectual europea del siglo XX. Es autor del libro Otra modernidad es posible. El pensamiento de Iván Illich (Malpaso Ediciones, 2017). Ayer sábado, La Vanguardia llenaba su última página con una entrevista hecha por Ima Sanchís en la que el profesor hablaba del sacerdote católico austriaco Iván Illich, que es objeto de su estudio y que concibió nuevos modos de organizar la sociedad basados en la educación y en la igualdad. A la pregunta de la periodista sobre qué alternativa proponía Illich, el autor responde: «Proveer a todo el mundo de las herramientas para que pueda aprender cualquier conocimiento de la manera y al ritmo que cada quien se proponga. El modelo sería la biblioteca pública». Al leer esto ayer mientras regresaba de Barcelona he revivido la plácida sensación que volví a tener el pasado martes cuando, para constatar un dato, pasé tan solo unos minutos en la Biblioteca Pública de Cáceres, que lleva los nombres del ilustre matrimonio «A. Rodríguez-Moñino/María Brey». No es solo el silencio o la actitud de los lectores, ni siquiera la supuesta avidez de quienes esperan en la puerta desde varios minutos antes de la apertura de la biblioteca para leer la prensa diaria; es, más bien, lo que dice Beck que dijo Illich, es esa conciencia de que esa especie de templo del saber es una herramienta utilísima para vivir y para ser un ciudadano ejemplar. Es un lugar de trabajo para muchos; pero también un lugar de ocio para tantos que podría decirse que habrá un tiempo en que se convierta en asilo, en bar, en balneario, en ágora de más importancia que un parlamento.
domingo, septiembre 17, 2017
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