El miércoles recibí un correo electrónico con la notificación de que en mi Facultad se leía el jueves 7 una tesis doctoral dirigida por mis colegas Iolanda Ogando y Enrique Santos Unamuno, de un tal Fernando Dacosta Pérez. Su título: 25 años de teatro universitario gallego. Las aulas de teatro universitarias de Galicia (1990-2015). Ocupado en varios asuntos, pensé por momentos en pasarme por el aula polivalente para saludar a los directores, mis amigos, porque siempre gusta compartir un acto así. Pasé, sí, y vi a Iolanda, sola, sin Enrique —luego supe que estaba con su hijo Duarte, en pleno procés d'adaptació a la guardería—; pero no me paré. Hasta que, al preparar todo para marcharme ya a última hora de la mañana, relacioné un nombre con un asunto: Fernando Dacosta y las aulas universitarias de teatro. ¿Sería el mismo Fernando Dacosta que yo conocí con Isidro Timón cuando remontamos el Aula de Teatro de la Universidad de Extremadura en 1993? Era. Claro que era. El mismo. Todo cuadraba. Iolanda, que había estado vinculada al teatro universitario y había sido dirigida por Fernando Dacosta, ahora le dirigía la tesis a quien años antes le había formado en el arte escénico. Fue un encuentro muy grato, después de tantos años. Una sorpresa estupenda. Recordamos nombres y montajes. En diez años, desde 1993, que yo recuerde, montamos textos como la Farsa y licencia de la reina castiza, de Valle-Inclán; El andamio, de Miguel Barro; Una semana en Miami, de Miguel Murillo; El relevo, de Gabriel Celaya; La extraña noche de bodas, de Edgar Neville; Rebelión en la granja, de George Orwell; El Diablo Mundo, de Espronceda; Los habitantes de la casa deshabitada, de Enrique Jardiel Poncela; El vergonzoso en Palacio, de Tirso de Molina; y La enamorada del rey, de Valle-Inclán. Y celebramos varias ediciones de muestras de teatro universitario en las que uno de los grupos que siempre participaba —y de los más solventes— era el dirigido por Fernando, el Aula de Teatro de la Universidad de Ourense, a quienes también visitamos en un intercambio nutriente y en el que también participó la actriz y directora Asun Mieres. El curriculum de Fernando le avala. Encontrarlo en mi Facultad después de tanto tiempo sin vernos me pareció fascinante. Me quedé a la parte final del acto de defensa de una tesis doctoral, cuando se proclama la calificación: Sobresaliente cum laude. Felicitaciones y abrazos muy sentidos. De verdad. Con esa verdad y ese sentimiento me fui a la compra, y desde el supermercado y cargado con mis bolsas me pasé por la Sala Maltravieso para contárselo a Isidro Timón. Interrumpió su clase para escucharme que acababa de encontrarme con Fernando Dacosta. Qué recuerdos. Sobresaliente cum laude.
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