El gabinete del Presidente del Gobierno había pasado muchas horas preparando las respuestas, y —todo hay que decirlo— proponiendo preguntas. Había una gran expectación en horario principal en uno de los canales televisivos de más audiencia. Todos estaban inquietos para que nada quedase sin previsión ni medida. El experimentado periodista preguntó, con intención de romper el hielo: —¿Qué libro está leyendo? Nadie lo había previsto; y lo que fue peor, tras unos interminables segundos de silencio, nadie dijo nada. —Perdón, sí, un ensayo muy interesante sobre la Restauración; pero no recuerdo el título. Lo lamento. —Todos, señor Presidente, todos lo lamentamos— se dijo el jefe de batinete. Perdón, de gabinete.
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