© Fundación Juan March
Brillante, como siempre, Pedro Álvarez de Miranda en las conferencias que ha pronunciado esta semana —el martes 18 y el jueves 20— en la Fundación Juan March en un pequeño ciclo dedicado a los diccionarios de español a través de la historia, a través de más de cinco siglos de historia desde el Vocabulario de Nebrija. Pueden escucharse aquí; la del martes, que tituló «De Nebrija a la Academia», y la de ayer, «De la Academia a Manuel Seco», cuyo audio he esperado hasta hoy para enlazarlo tras su escucha. (Prodigio dichoso para quienes no pudimos estar de cuerpo presente). La lexicografía anterior a la Academia tiene en Nebrija y en Covarrubias a sus dos referentes principales, sobre los que Pedro Álvarez de Miranda trató el martes jugosamente en su primera conferencia, que se extendió hasta el ya académico Autoridades (1726-1739) y otros repertorios emprendidos por la institución, como los dos intentos frustrados de elaboración de un Diccionario Histórico. La segunda conferencia toma como primer objeto de estudio el singular Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes y sus correspondientes en las tres lenguas francesa, latina e italiana (1786) del jesuita Esteban de Terreros, y recorre otros diccionarios del siglo XIX y del XX, en el que hay dos perlas como el Diccionario de uso del español (1966-1967) de María Moliner —excelente reseña de sus rasgos la que hace Pedro— y el Diccionario del español actual (1999) dirigido por Manuel Seco, que, en palabras de Álvarez de Miranda, es una proeza que rompió el círculo vicioso en que estaba empantanada, por su dependencia del Diccionario de la Academia, toda la lexicografía española. Manuel Seco, que junto a Rafael Lapesa, los dos maestros de Pedro Álvarez de Miranda, son dos de los nombres más devotamente pronunciados en estas dos esclarecedoras conferencias, tan bien dichas.
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