No merezco una petición así: «Agradecería un comentario, crítica o desprecio sincero acerca del mismo». Me la hizo el autor de este libro, Jonás Sánchez Pedrero, bibliotecario de Hervás, que ha reunido estas 59 mentiras (s.l., s.i., s.a.) que tuvo la amabilidad de enviarme con una cariñosa y exagerada dedicatoria y con el ruego susodicho en carta aparte. Lleva un cómplice y fraternal prólogo del escritor Víctor Chamorro e ilustraciones en blanco y negro de Pedro Sánchez. Y digo que no merezco esa petición porque no soy persona precisamente dada a expresar desprecio en público por libro alguno, por muy malo que sea. Y, dicho sea de paso, todos mis desprecios, si fuesen, serían sinceros. Aparte quejas en broma; además, sería una afrenta intolerable al digno arte de leer representado en este libro. Y, también, a leer con arte, como hace Jonás Sánchez Pedrero, que llama a estas teselas divagaciones. Son cincuenta y nueve breves apuntaciones sobre muy diversas lecturas que fueron primeramente entradas de su blog. El prólogo, la introducción —«La mentira»—, la nota justificativa y los índices —general y de nombres y de títulos y demás— son los rasgos distintivos de estas páginas con respecto a su versión anterior en la red. Deberían haber sido más: un pie de imprenta, unas fechas, un colofón, una correcta transcripción en cursiva de los títulos de las obras o algún retoque de fechas implícitas, como en la nota sobre La vida sexual de Catherine Millet, escrita en septiembre, o de referencias anacrónicas, como la que se hace a La sociedad desescolarizada de Ivan Ilich (pág. 202), después de su primera mención (pág. 169). Complementos todos que habrían logrado justificar el nuevo formato de lo que ya tuvo su difusión. El conjunto representa una muestra de la vida de un lector que es «conciencia vigilante», por poner lo dicho por Antonio Machado que encabeza el primer texto de Jonás; y recoge el libérrimo desorden de lo que apasiona y forma. Lecturas de Julio Caro Baroja a Ramón J. Sender, de García Márquez y Conrad, a Josep Pla. No hay más criterio que leer. Puede escribirse sobre El dardo en la palabra de Lázaro Carreter y del humor de Tom Sharpe; de las Cartas desde el infierno de Ramón Sampedro y de Madame Bovary, que es la segunda parte del Quijote, según Jonás. Además, como suele ocurrir en la vida lectora, aquí también un libro lleva a otro, como cuando se habla de Pensar entre imágenes, de Jean Luc Godard en la nota sobre Mi último suspiro de Luis Buñuel; o cuando se habla —con reparos— de Las armas y las letras de Andrés Trapiello cuando se reseñan las Poesías completas de Bergamín. Hay, por otra parte, digestiones, divagaciones o mentiras, demasiado escuálidas para lo que se ha engullido, como pasa en las notas sobre La Regenta o sobre El viejo y el mar, que piden más. Gusta esta forma de mostrarse como lector, sin pretensión alguna; gusta esta manera de difundir lo que importa. Un desorden lector que tiene su cifra —59— y su final consciente en homenaje, la nota sobre los Calostros (2010) de Víctor Chamorro, un escritor que tiene más menciones en este libro que Miguel de Cervantes. Sea. No conozco a Jonás Sánchez Pedrero; pero sé lo que lee. Quiero decir, ya conozco a J.S.P.
1 comentario:
"El libérrimo desorden de lo que apasiona y forma".Llevo media vida intentando decir esto y nuncá hallé las palabras.Miguel Angel.
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