Desconozco si existe el término técnico; pero mi experiencia es la de un conocimiento dinámico. El doloroso conocimiento dinámico de una tragedia. No es la primera vez. Ayer, después de las noticias sobre el accidente del tren de Santiago de Compostela, me acosté con la sensación —trágicamente profética— de haber experimentado algo así; y me acordé del 11 de marzo de 2004 y de los atentados de Atocha. Hace nueve años escuché las primeras noticias casi en directo de aquel brutal atentado por la voz aturdida de Iñaki Gabilondo en la SER, y seguí el recuento de víctimas durante un viaje de hora y pico por carretera y su vuelta. Al llegar a Cáceres, las treinta víctimas de un principio, eran setenta, cuando guardamos cinco minutos de silencio en la entrada de la Facultad, en el campus, a la una del mediodía. Fueron pasando las horas y cayendo los muertos, hasta los ciento noventa y uno definitivos de las cifras oficiales días después. Ayer no iba de viaje; volvía. Y al llegar fue cuando también en la SER escuché la voz emocionada y entrecortada de Xaime López en Hora 25 que casi literalmente pisaba los cadáveres junto a las vías tras el tremendo accidente. No había cifras, aunque al poco tiempo —en televisión casi nada, sólo fútbol, películas y series, hasta pasadas dos horas de la catástrofe— ya eran treinta y cinco. El doloroso conocimiento dinámico de un hecho que esta mañana contaba setenta y siete fallecidos. Cuando escribo estas líneas ya son ochenta. Emoción y lágrimas a muchos kilómetros de distancia cuando uno escucha los testimonios de testigos, supervivientes o familiares de los viajeros fallecidos. Es espantoso.
jueves, julio 25, 2013
Angrois, Santiago de Compostela. 24 de julio de 2013
Publicado por Miguel A. Lama en jueves, julio 25, 2013
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3 comentarios:
Enmudecimiento. Sensación de fragilidad. Inseguridad: yo podría estar allí. Necesidad de preguntas y respuestas en los próximos días...
Todo eso sentí tan pronto como me llegaron la noticias y las seguí por la SER. Aunque en el seguimiento me invadiera el dolor, la impotencia. Era una manera de acompañar, no tanto de curiosidad malsana, y nada de morbo, por cierto.
Te paso enlace:
http://laantorchadekraus.blogspot.com.es/2013/07/nunca-mas.html
Gracias por el comentario Fackel. "Fragilidad" es la única palabra inevitable. Ser conscientes de que somos frágiles nos hará más solidarios, más sensatos y humildes. Recordemos a los que se han ido y acompañemos a quienes se han quedado.
Yo estuve allí el año pasado por estas fechas, más o menos, con un buen puñado de amigos haciendo el camino.
Mi abrazo más fuerte a las familias de las víctimas y mi sentido pésame.
Gente noble y generosa la gallega, como poca en este mundo.
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