jueves, junio 25, 2020

Aforismos

Casi coincidió con la publicación de un Babelia de El País (11 de enero de 2020) que llevaba el rótulo «La edad del oro del aforismo» como portada y tema de cabecera. «El banquete de la brevedad» tituló su texto José Luis Gallero en esa entrega que daba cuenta de varias recopilaciones de aforismos publicadas últimamente, entre las que se encontraban dos de las promovidas por el extremeño de Hervás Manuel Neila: Bajo el signo de Atenea. Diez aforistas de hoy (Renacimiento, 2017); y El cántaro a la fuente. Aforistas españoles para el siglo XXI, en colaboración con José Luis Trullo (Thémata-Apeadero de Aforistas, 2020). Pero también el Pensar por lo breve. Aforística española de entresiglos (1980-2012), de José Ramón González (Ediciones Trea, 2013), o el número que le dedicó la revista Ínsula («El aforismo español del siglo XX»), coordinado por Erika Martínez y publicado en septiembre de 2013 (núm. 801). Digo casi coincidió porque casi al mismo tiempo, un poco después, llegaron a mi casa estas tres muestras de aforistas extremeños: Pezón (Ediciones del Ambroz, 2020), de Jonás Sánchez Pedrero, Setecientos caballos desbocados (Arscesis, 2020), de José Manuel Díez y Lo inseguro. Sobre la escritura (Apeadero de Aforistas, 2020), de Elías Moro. Los tres títulos vinieron como una especie de certificado de la buena salud que entre nosotros gozan estas formas de lo breve y lo lapidario de las que trató Gallero en aquel suplemento. Jonás Sánchez Pedrero es reincidente, pues ha reeditado ahora su Pezón de 2018 —que ya traté aquí—, aumentado con ciento cuarenta y tres motas textuales de escasas palabras («La gente usa hijo», «Ponle gorra», «El drama hace teatro»…) y con un prólogo de Eduardo Moga que recupera la reseña que este escribió sobre la primera edición. Más prolijo ha sido el poeta y cantante José Manuel Díez, que subtitula sus Setecientos caballos desbocados como Pensamientos, aforismos, breverías 1998-2018. Una selección de los más de dos mil apuntes escritos a lo largo de veinte años en torno a tres ejes temáticos que definen los tres primeros libros o secciones («Filosofía y pensamiento», «Arte y emoción» y «Paradojas y correspondencias»), y que culmina en una cuarta división que son las «Breverías», casi un centenar de brevísimos poemas aforísticos, de «intención puramente formal», dice el autor en su prólogo, pero que tienen mucho de muchos de los caballos desbocados a lo largo de las partes anteriores. Por último, Lo inseguro es una porción extraída al conjunto de una obra constante de pensamientos concentrados, que ha venido tomando la forma de los apuntes breves y memorativos de aquel Me acuerdo (Calambur, 2009), de los aforismos de Algo que perder (La Isla de Siltolá, 2015), o de las Morerías (Ediciones Liliputienses, 2016), además de una obra narrativa —corta— y una poesía —llena de poemas de voluntad sucinta— que parece vislumbrarse en todos y cada uno estos dos centenares de textos sobre la escritura del escritor y letraherido que es Elías Moro. Recoger en esta entrada —y en la fotografía que tomé durante el confinamiento en marzo— tanto texto diseminado es otra manera de poner cada cosa en su sitio, de archivar tan numerosa relación de reflexión comprimida.

2 comentarios:

Elías dijo...

Gracias, querido Miguel Ángel, por esta aportación tuya a ese género que tanto me gusta.
Con tu permiso, lo comparto en facebook.
Abrazotes.

Miguel A. Lama dijo...

Gracias a ti, querido Elías. Encantado de que lo compartas.