Kernel significa en inglés 'almendra', 'grano', 'centro' —yo diría también 'mandorla'— y se utiliza con el significado de 'núcleo' en los campos de la física matemática o de la informática. No tenía ni idea de la existencia de esta palabra que ahora sí me resultará familiar por ser el nombre de una nueva galería de arte abierta cerca de casa. «La galería Kernel es un proyecto que nace en octubre de 2016 de la ilusión y la pasión de sus dos fundadores, Julián Gómez (artista y restaurador) y María Gil (licenciada en Bellas Artes), por el arte contemporáneo. Entre sus propósitos, adquiere especial relevancia establecer un discurso de comunicación entre artistas consagrados y nuevos talentos, creando un espacio de calma y reflexión que permita la experimentación, el conocimiento y el disfrute de las obras en todas sus potencialidades», dice la página web de la galería. Una mañana, con prisas, vi a Julián Gómez en la acera como si estuviese rematando algún detalle del exterior, y supuse que tendría algo que ver con aquel nuevo local de una de las zonas de Cáceres con mayor número de pequeños y prometedores negocios relacionados con el ocio cultural. Otro día me asomé desde fuera al interior iluminado de la Kernel en donde Julián conversaba con unos visitantes. No quise molestar. Y ya fue poco antes de Navidad cuando estuve observando las obras de la ampliación o expansión hacia Camino Llano del Centro de Artes Visuales Helga de Alvear —que transformarán toda esa zona de la ciudad— y concluí mi paseo en la esquina de esa calle, en ese nuevo espacio artístico tan sugerente. Y pude conversar con Julián Gómez, y luego con María José, una vez que él me enseñó la galería, la sala principal con la obra de Terencio González, un joven artista para mí desconocido, que ha expuesto en París, en donde nació en 1987, y sobre el que escribe en el pasquín de la muestra Miguel F. Campón («Viaje al trópico de la mirada»); y la trastienda, con un almacén bien aprovechado gracias a una escalera motorizada —«diseño de la casa»— y un patio interior. Se nota en todo la mano cuidadosa de Julián Gómez. Comenzaron con una muestra de Alejandro Corujeira —este, sí, más familiar (de mi generación) para un ignorante como yo— y continuarán, a partir de febrero de este nuevo año, con obras de Struan Teague, Tess Williams y Andrés Talavero. Promete la programación tal y como la narra un entusiasta como Julián Gómez. Sencillo, sabio y nunca envanecido de lo que sabe. Vecino arte contemporáneo.
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