Hace más de un mes que me dieron en la calle este papel volandero o volante. Mi primera noción de la palabra volante, lejos del campo léxico del automovilismo —mi padre nunca tuvo coche—, la tengo asociada al ambulatorio y a la Seguridad Social. De niño —y ahora—, el médico de cabecera te daba un volante para el especialista. Consistía en un papel concordante con la acepción del diccionario de hoja, ordinariamente la mitad de una cuartilla cortada a lo largo, en la que se manda, recomienda, pide, pregunta o hace constar algo en términos precisos. En el Diccionario de Autoridades, un papel volante es un escrito corto y breve que se esparce fácilmente. Algo así como el flyer que me dieron el otro día en el Paseo de Cánovas, que viene a ser a small handbill advertising an event or product. Es decir, que si tuviésemos que traducir al español la palabra flyer llegaríamos, más o menos, a nuestro volante de siempre, casi desde 1739. Cosas de la lengua. Y de la publicidad, que ahora busca el reclamo en el gazpacho lingüístico de la compañía aérea que se anuncia con si compras now, y todos los days, está todo included, en fin, que te piden que compres un flight calentito para este agosto... Fuera de flyer, el papelito se las trae, con su pelador de naranjas gratis. Si no, véase el dorso. Qué good.
jueves, julio 21, 2011
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