Volví anoche de Badajoz, tras un día que empezó en Cáceres desayunando con una pareja amiga muy cercana y dando un paseo por el centro, continuó con una comida en «El Laurel» de la capital pacense con dos amigos estupendos y culminó con la presentación —fui allí a eso— de un libro muy especial para mí, y, creo que muy especial también para muchos de los que ayer estuvieron en la Casa del Libro, un lugar amplio, y ruidoso por culpa de los clientes poco educados, y poco propicio, a mi ver, para exquisiteces como la poesía de Roland Leighton, Un llanto sobre el mar, en edición y traducción de Paula Campos Fernández (Santander, El Desvelo Ediciones, 2020). Como ya escribí sobre la obra, me permitiré el tono de crónica. Muchos amigos conocidos y mucha alegría por volver a verlos sanos y salvos, y la emoción del reencuentro con una exalumna que ahora es profesora con vocación extraordinaria y con una antigua compañera de clase que acaba de jubilarse después de enseñar durante los justos por tributados años. No la veía desde hacía tres décadas. Acompañaron a Paula en el trance —confesó que estaba nerviosa, pero lo hizo muy bien— el gran Luis Arroyo, que leyó algunos poemas y dijo palabras muy acertadas sobre la traducción de la filóloga hija de traductor; y el poeta Ben Clark, que ha pedido asilo en Extremadura y lo tenemos aquí, autor del prólogo para esta edición de Un llanto sobre el mar, y que leyó en inglés un par de poemas, y solucionó la ausencia del tercer acompañante de Paula Campos: David R. Leighton, sobrino del poeta, que firma el «Prefacio» de este libro, y que grabó unas palabras que se pueden ver aquí gracias a la pericia y a la presteza de Ben Clark, ya que, por un problema técnico, no se pudieron mostrar en la librería. La lectura de Paula de unas palabras escritas por su padre, Ángel Campos Pámpano, sobre traducción y poesía pusieron un colofón en alto al acto.
sábado, diciembre 11, 2021
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