Ayer mismo, para apuntes de clase, estuve hojeando la Poesía completa de Idea Vilariño (Montevideo, 1920-2009) y escribí una nota sobre un poema significativo por la circunstancia de su escritura, más que por su escritura. Y hoy he leído en El País un artículo de Gioconda Belli que está, con otras claves —«La crueldad también viste faldas»—, en el mismo punto de la historia. Qué coincidencia que anotase ayer sobre el poema «Por fin», de una poesía completa cronológicamente incomprensible —todo un reto para los estudiosos—, y que hoy Gioconda Belli diga lo que dice. Me preguntaba ayer qué pensaría la poeta uruguaya que escribió al pie de su texto la fecha de 19 de julio de 1979, el día que las fuerzas del Frente Sandinista de Liberación Nacional entraron en Managua y pusieron fin a la dictadura de Somoza. Vilariño, que dedica el poema al país de Ernesto Cardenal, en muy pocas palabras (59) y en dieciocho versos, escribe que dio un puñetazo sobre la mesa, dos en la pared, que no pudo respirar por un momento, y que dijo luego una palabrota. Muda e inmóvil, en el poema nos dice que pronunció luego la palabra «dios» y que todo sucedió por fin en la fecha de ese «diecinueve / del mes de julio del setenta y nueve». ¿Qué diría hoy? Me dan ganas de llorar, de dar un puñetazo —«dos / en la pared»—, unas ganas enormes de compadecerme por la candidez de quien escribió aquellos versos enajenada con la exaltación de las revoluciones. Habrá que seguir creyendo en que son posibles, sin golpes en las paredes ni palabrotas. Y no con los que ahora llegan de quienes se han hecho con el poder. Sigue pareciéndome increíble que ocurra esto que hoy cuenta Gioconda Belli con sus afanes mientras en las cárceles de Nicaragua hay opositores cautivos y un montón de muertos por la represión. «Este mes: Dora María Téllez, Ana Margarita Vijil, Suyen Barahona y Támara Dávila cumplen seis meses, seis meses de estar incomunicadas: encerradas solas en celdas mínimas, desnutridas, sin acceso a un libro, a leer o escribir, durmiendo en celdas frías sobre colchonetas plásticas, sin que se les permita a los familiares llevarles una cobija. Támara y Suyen tienen una niña de cinco años y un niño de cuatro, respectivamente. No se les ha admitido verlos en las escasas visitas familiares —permitidas apenas tras 90 días de encierro— Las madres no han podido siquiera hablarles por teléfono», escribe Gioconda Belli hoy en el periódico, desde donde denuncia a un dictador como Daniel Ortega y a su señora esposa vicepresidenta Rosario Murillo. ¿Qué haría hoy Idea Vilariño con aquello que escribió? Yo ayer leía un poema y levantaba la vista para ver. Hoy he hecho lo mismo desde una página del periódico. Sigo sin comprender nada.
jueves, diciembre 30, 2021
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario