© Antonio Ruiz Fernández de la Lopa
Un asunto lleva al otro, un pequeño detalle. Anotar sin más sobre el periódico. Marcar un titular me ha recordado lo que el otro día —fue el domingo 3 de marzo; lo tengo escrito— mi amigo Toño me contaba. Hoy he estado con él y con Cristina, y hemos vuelto a poner la vida en claro. Me decía aquel domingo como este —salvo el cambio horario— que dedicaba un buen rato a repasar la prensa del día —tres o cuatro periódicos—, bien acomodado en la mesa de algún bar mientras tomaba una cerveza y marcaba con su bolígrafo todo aquello que merecía una lectura más sosegada por la tarde. También me he acordado de aquello de mis almuerzos con gente importante —Pemán y Vázquez Montalbán mediantes—; porque Toño merece la misma consideración y tan amical reverencia como las principales personas que me han regalado su relación. Aquel domingo de marzo se presentó con un ejemplar de La Constitución de Forges, porque había leído mi entrada de diciembre en la que yo me lamentaba por no conservar aquellos fascículos por los que él y yo leímos la norma suprema y revisable de nuestro ordenamiento jurídico. Las notas que tengo anotadas en torno a nuestros encuentros son todas gratas. Un placer. Y sigo sin comprender por qué a esta luz de finales de marzo hay que poner otra hora, como si no tuviésemos otra cosa que hacer, como si no fuese evidente que alguien saca partido de esta manera de malversar el tiempo. Lo dicho, y a pesar de todo, un placer.
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