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Alguna vez he deseado Feliz Navidad en las páginas de este blog. Sin ir más lejos, el año pasado, cuando recordé un cuento de Movimiento perpetuo, de Augusto Monterroso, y esa costumbre de sentarte a escribir a mano varias decenas de christmas que enviabas a tus familiares y amigos. En la mesa del salón, hasta que había que usarla una noche como hoy para cenar, se acumulaban, abiertas y en alerta, verticales sobre sus cantos, las tarjetas recibidas desde casi principios de diciembre. Este año, en la mesa no hay más que lo de todos los días y más libros, y me parece que es el primero que no ha llegado ni una sola felicitación en papel —ni una sola— por correo ordinario. Ni personal ni institucional; ni siquiera publicitaria. No sé si lo notarán mis hijos cuando lleguen. Ay, mis hijos. Cuando yo empecé a escribir estas bobadas, tenían diez años —él— y catorce —ella; y hoy llegan a casa como si fuésemos una de esas familias que se reúnen en fechas señaladas. Bien está que por una vez Barcelona, Cáceres y Almendralejo sean los ingredientes con los que amasemos esta noche la distancia para que cuaje, se diluya. Seguro que sí. Otro año serán otros lugares, y así podrá ser que ellos sean, desde donde sea, el perímetro de mi centro. Feliz Navidad. Feliz Navidad a todos los que quiero. A todos los que me lean.
3 comentarios:
Feliz Navidad Miguel y muchas gracias por tus deliciosos escritos
Feliz Navidad, querido José Antonio, y feliz 2018. Es un honor tenerte como lector.
Felices fiestas Miguel Ángel. Por muchos años que puedas celebrar estas fechas con los tuyos y por otros tanto que pueda, ojalá, desearte una buena salida y entrada de año, como mínimo, por aquí.
Xavi
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