La serenidad. Me sugiere serenidad este libro, el más reciente de Pablo Guerrero, que me ha enviado: Los cielos tan solos. Prólogo e ilustraciones de Miguel Copón. Madrid, Maia Ediciones y Diputación Provincial de Badajoz, 2010. La serenidad del que escribe, del que sigue "sentado en una piedra", dibujando en su frente "los bosques del otoño, / la alquimia enamorada, la música del barco." Esa serenidad que se desprende en la forma de escribir cómo alguien que escribe cree en la palabra escrita. La serena actitud del que vuelve al origen y vuelve a rendir tributo a "la tierra sin sombra" y al círculo de ríos —Guadalemar, Zújar, Guadiana— de su principio, de su "de aquí soy".
La Editora Regional de Extremadura fue la primera que recogió las Canciones y poemas de Pablo Guerrero en un libro, publicado en 1989; y ha sido la primera que ha tenido en cuenta en su antología (Literatura en Extremadura 1984-2009), publicada en 2010, la poesía de este autor. Me alegro, pues, de que su voz siga tan firme con un nuevo libro, el noveno, si me salen las cuentas.
En dos secciones ("Por las ruedas del aire" y "Alguien traiga jazmines"), Pablo sigue sosteniendo esa voz de sus libros más recientes, y aquí insiste en la palabra como objeto y vehículo de su quehacer, y en la naturaleza, en sus seres y sus más elementales verdades, como marco de la expresión de este sentir poético. Un placer.
martes, julio 06, 2010
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2 comentarios:
A esa foto, magnífica, le quitaría yo el micrófono, como a la otra que tú y yo sabemos. Un abrazo. Luis.
Pues sí, Luis. Pero Pablo sin un micrófono... Un abrazo.
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