Estoy escribiendo unas páginas de encargo para un libro que conmemorará los 50 años de la Universidad de Extremadura, que celebraremos en 2023. Tengo que tratar sobre el patrimonio bibliográfico de nuestra joven universidad, formado casi ex nihilo, sin el aporte de otros fondos públicos o privados, como ocurrió por suerte cuando comenzaron otras universidades españolas, de nuestra parecida edad o mucho más antiguas. Me encuentro, una vez más, indagando sobre un pasado reciente que he vivido casi entero, pues yo llegué aquí tan solo siete años después de que la UEX iniciase su andadura. Otra vez, sí, porque he desempolvado y vuelto a ver una de esas extensiones de mi profesión de las que me siento más satisfecho, junto a la activación del Aula de Teatro de la UEX con Isidro Timón Rodríguez, la gestión universitaria o la edición de libros en un Servicio de Publicaciones modesto pero pujante. He vuelto a ver un documento que me parece excepcional por único: Del donoso escrutinio a las telas del corazón. La Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres. Documental en video producido por el Departamento de Imagen de la Institución Cultural «El Brocense» de la Diputación Provincial de Cáceres. Diciembre de 1999. La realización corrió a cargo de Rodrigo Pastor y el operador de cámara fue Teodoro Jiménez Parrón. La idea fue mía, porque ante el inminente traslado a la Biblioteca Central en el campus, sabía que la disposición de los libros de nuestro apreciado fondo de más de cien mil volúmenes iba a desaparecer y yo quería grabar algo. Después de descartar mi camarita Sony familiar y de hablar con Isidro Timón, más dotado de medios audiovisuales por aquellos años, él me sugirió contactar con la Diputación, que disponía de aparatos estupendos. Hablé con la presidenta de la institución provincial, la sensible y receptiva siempre Pilar Merchán Vega, que puso a mi disposición un equipo profesional. Escribí el guion, dirigí aquello con la asistencia cómplice de los citados y me vi metido en algo que me absorbió durante meses. Sublime. Dediqué muchas horas desde junio hasta diciembre de 1999 conciliadas con mis clases y mis tareas como secretario de la Facultad, coincidiendo con el traslado de la Facultad desde el Edificio Valhondo hasta el nuevo centro en el campus universitario, y el resultado de todo aquello ahora me parece, cuando menos, curiosote. Una hora de imágenes de libros y más libros que hoy ya no tienen esa colocación, de una sala de lectura y un depósito que ya no existen, de alumnas y alumnos que reconozco y que sé que hoy son profesoras, padres de familia, profesionales en otros ámbitos —ay, Eva Guerra Cambero, qué buena; o Miguel Ángel Galán Herrera, un estudiante de 3º de Historia del Arte que fue el último usuario de la antigua biblioteca la tarde del dos de julio de 1999—; entrevistas con Ricardo Senabre, José Antonio Collazos, Ángel García Garzón, Pepi Collazos, Teresa Pastor, Eustaquio Sánchez Salor… Ahí están imágenes de la prensa de los primeros años de la Universidad, datos sobre el número de libros —trece mil adquiridos solo en el primer año—, los lomos reconocibles de muchos volúmenes que fueron parte de nuestra formación… Hace unos años logré convertir el formato antiguo de aquella edición a un deuvedé, que es el que ahora puedo trasladar a otros dispositivos. Me gustaría consultar qué permisos hay que tener para difundir en abierto un documento histórico como aquel, que, fuera aparte derechos de autoría, considero que sigue siendo propiedad de la Diputación Provincial de Cáceres. Bueno, y qué. Sigue siendo propiedad de estas telas del corazón.
martes, diciembre 20, 2022
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