La comprobación me ha costado 18 €, que no está mal para una pieza de 1947, con señales de uso —sobre todo en el lomo desgastado—, que no tenemos en la biblioteca de la Universidad de Extremadura, tampoco en la Pública de Cáceres y que sí está en el Archivo-Biblioteca de la Diputación cacereña. No existe tampoco en el catálogo de la Biblioteca Nacional de España. Se trata de la novela de Leocadio Mejías, Segundo López, aventurero urbano (Prólogo biográfico de Santiago de la Cruz. Cubierta de Robledano. Madrid, Ediciones Rollán, 1947). Me ha llegado a casa enviada por un librero de Lucena —hoy, precisamente, cuando hemos sabido la noticia de la muerte de un niño de tres años que ha caído desde el tercer piso de un bloque de viviendas de esa ciudad cordobesa. Qué mal. Tenía guardado un recorte del diario Hoy del 4 de noviembre de 2018 con la siempre estimulante sección de Sergio Lorenzo «Desde la moto de papel», que ese domingo dedicó a «El periodista de Cáceres que casi muere de hambre vistiendo de frac y chistera», o sea, a Leocadio Mejías (Cáceres, 1911-Madrid, 1968), y he metido la página dobladita entre dos de mi ejemplar recién llegado. La novela tiene su miga y algo se ha escrito; pero lo más anotado sobre ella ha sido siempre que fue la base de la primera película dirigida por Ana Mariscal en 1953. La actriz y directora se casó con el fotógrafo cacereño Valentín Javier, paisano y amigo de Leocadio Mejías, que fue quien los presentó en Madrid en los años cuarenta. Recuerdo haber estado en la Filmoteca de Extremadura en Cáceres en la reposición de una copia restaurada de esa película, hace ya más de dieciocho años. Segundo López, aventurero urbano, la novela, va precedida de una impagable introducción del editor, Santiago de la Cruz, titulada «Una hora con Leocadio Mejías» (págs. 9-16), que no solo es un retrato muy cercano de la persona del escritor —a quien también se describe físicamente: «alto, seco, anguloso, de apariencia tristona y reservada» […] (pág. 11)—, sino la que supongo primera entrevista publicada sobre este escritor que fue cuñado de Eugenio Frutos y que escribió con seudónimo y al alimón con Pedro de Lorenzo una novela curiosísima sobre la que ya hablé aquí, Santa Lila de la Luna y Lola (1935). Como sigo pergeñando unas páginas sobre las novelas en las que, por capricho o por fervor, la ciudad de Cáceres —o sus trasuntos— ha sido elegida como espacio de ficción, ha surgido la comprobación que me ha costado 18 €. Anduve, como se sabe, por Boxoyo Libros en estos días de agosto, y Jaime Naranjo García, a quien hablé de mis afanes por buscar vestigios de un Cáceres novelado, me recordó lo de Segundo López. Quizá mezcló la película con la novela, y se lo agradezco; porque el relato —que arranca desde el «vetusto y madrileño café Castilla»—, no da más escena a Cáceres que la mención del lugar de nacimiento de Segundo López en «la posada de la Machacona de la muy noble ciudad de Cáceres» (pág. 21); pero me viene de perlas para filiar uno más de tan excéntricos títulos relacionados con el concepto de «ciudad narrada». Comprobación hecha, libro al zurrón y lectura estupenda.
jueves, agosto 18, 2022
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