Como dice Antonio Muñoz Molina, autor del prólogo («Arte y oficio de la entrevista», págs. 11-17), creo que uno de los atractivos de este libro —dedicado a Julián Rodríguez— está en las páginas en las que la autora cuenta algo de sí misma, lo más personal, lo que no estaba en el texto publicado en El País Semanal, en donde salieron por primera vez las veintisiete entrevistas que se incluyen en este volumen de Anatxu Zabalbeascoa, Gente que cuenta (Madrid, Círculo de Tiza, 2022). Me enteré de que no era una mera recopilación de las conversaciones ya publicadas cuando escuché por la radio a Anatxu el jueves 10 de febrero, en el programa La ventana, de Carles Francino, durante un viaje en coche conduciendo por la A-5 hacia la capital. Me parece que fue el periodista quien le dio pie microfónico para que hablase de eso, y habló de su enfermedad. Dos semanas después compré el libro en Cáceres —acerté con la librería que lo tenía y no necesité que me lo pidieran, que suele ser lo habitual—, y tardé poco en leer y releer esta galería de gente que pertenece al ámbito selecto de las celebridades en campos tan diferentes como la música, la arquitectura, el diseño, la sociología, el cine, el urbanismo, el arte, la antropología, la edición, el deporte o la literatura…, en las que los nombres de Patti Smith o María Jiménez, de Zaha Hadid o Rem Koolhaas, de Milton Glaser o Miguel Milá, de Richard Sennett, de Isabel Coixet, de Santiago Beruete, de Jacobo Siruela, de Susana Rodríguez, o, en ese orden de dedicación, de Ian McEwan o Jhumpa Lahiri, entre otros nombres incluidos en este carrusel de voces que uno escucha con delectación gracias a que alguien previamente pregunta para que cuenten. Para quien conoció en su día las respuestas de estas personalidades, lo interesante, insisto, de este volumen es que quien pregunta también cuenta. De tal modo que, cuando Carles Francino propició que Anatxu hablara en la radio de sus dos cánceres, los lectores del libro ya comprobasen que no era nada que no estuviese ya en esas nótulas de cierre en las que la entrevistadora titula las entrevistas sin título, pues en una de ellas, en la que hace a la escritora estadounidense de origen bengalí y Premio Pulitzer Jhumpa Lahiri, Anatxu escribe: «La entrevista fue en el piso que tiene alquilado, desde hace más de una década, en el Trastévere. Le conté que había vivido en ese barrio durante un año, hacía entonces veintiuno, y que allí había conocido a mi marido. Como me estaba tratando con quimioterapia un segundo cáncer de pecho, mi marido me acompañó a Roma. […] Jhumpa no preguntó por mi pañuelo en la cabeza en pleno mes de julio. Pero al terminar la entrevista lo señaló. Y me deseó suerte» (pág. 55). Este es el cariz de este libro que sobrepasa el interés y el buen hilo de las entrevistas que se publican en El País Semanal. Es tan sugerente que, ahora, cuando leo las que recientemente aparecen en las páginas del semanario —a la arquitecta y activista alemana Anna Heringer, a la psicoterapeuta Anabel Gonzalez (sin tilde), a la arquitecta Paola Antonelli o al sociólogo Eric Klinenberg, en las últimas semanas—, me quedo con ganas de conocer el comentario de Anatxu sobre cómo se hicieron, y anhelo un nuevo volumen que actualice sus quehaceres en otro Gente que cuenta. No es un libro que pueda comentarse en tan poco espacio, y espero tener ocasión de decir algo más. Esto es un poquito insuficiente sobre tanto aire fresco de fuera que nos trae gente que conocer.
jueves, junio 09, 2022
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