lunes, mayo 02, 2022

Dos de Mayo

Es posible que el verso más recordado sobre esta fecha sea «Oigo, patria, tu aflicción», primero de la oda «El Dos de Mayo» de Bernardo López García (Jaén, 1838-Madrid, 1870), que, sin embargo, no vivió aquellos hechos. No voy a hacer ningún recuento sobre la poesía escrita en torno al 2 de mayo de 1808, pues hay bastante información. Juan Pérez de Guzmán hizo una relación histórica detallada a principios del siglo pasado y un libro de Christian Demange abordó hace menos a partir de aquello el sentimiento nacional español (El Dos de Mayo. Mito y fiesta nacional (1808-1958), Marcial Pons, 2004). He leído algunos textos poéticos de aquel tiempo, de encendido ímpetu versal, como el de unos cuartetos agudos de Arriaza, u otros poemas de Cristóbal de Beña, de Juan Nicasio Gallego…, que me han interesado por conocer algo más sobre la personalidad de sus autores. Me ha ocurrido con Francisco Sánchez Barbero (1764-1819), que escribió en la primera oda de su serie «La invasión francesa en 1808»: «¡Oh día dos de Mayo, / día de horror! Jamás, jamás la lumbre / del padre de las luces te amanezca; / maldígate el que mora / del quieto empíreo la estrellada cumbre, / y a ti con él, Murat, y cuantos fueron / presa de tu perfidia destructora». Al extremeño de Mérida José María Calatrava (1781-1846) debemos una carta conmovedora en la que relató la muerte de su amigo y compañero de destierro —por liberales y constituyentes— en Melilla y que publicó, antes de los poemas de Sánchez Barbero, Leopoldo Augusto de Cueto en el segundo tomo de sus Poetas líricos del siglo XVIII, que me acompañan desde hace tantos años de estudios dieciochescos. La carta la recordó Pedro J. Ramírez en su documentadísimo libro La desventura de la libertad. José María Calatrava y la caída del régimen constitucional español en 1823 (Madrid, La Esfera de los Libros, 2014). Está bien detenerse en una efeméride, recordar algún hecho o figura memorables e ir de una lectura a otra.

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