sábado, abril 17, 2021

Sábado tarde

Entra ahora una luz muy bonita que se posa sobre lo escrito. Diario íntimo. P. ha venido a comer a casa y no solo se ha llevado una merluza al horno que le ha gustado —qué gusto que guste lo sencillo de hacer—, sino un par de libros para leer, unos poemas y una novela, que he creído que le vendrán bien, que anda el hombre decaído en demasía. La fotografía, que no refleja los matices de la luz que me han llevado a hacerla, muestra algunos libros sobre la mesa. Estoy terminando una reseña de la portentosa edición de la Poesía de Feijoo que ha hecho Rodrigo Olay Valdés como séptimo tomo de la serie de Obras completas del benedictino que publica desde hace mucho el Instituto Feijoo de Estudios del Siglo XVIII de la Universidad de Oviedo, y que dirige mi querida Elena de Lorenzo. Por cierto, hoy en el HOY reseña José Luis García Martín el libro de poemas de Rodrigo Olay, Vieja escuela, accésit del Adonais de 2020, que me envió el otro día; y su estudio sobre El endecasílabo blanco: la apuesta por la renovación poética de G. M. de Jovellanos, que ha publicado también el Instituto Feijoo de Oviedo. A pesar de lo que diga José Luis García Martín, a mí estos virtuosismos en poesía y esta erudición en filología me encantan y deberían ser disculpables. Ambos librinos están en una pila en un extremo de la mesa y no salen en la imagen. Sí se ve la edición y la traducción que ha publicado El Desvelo Ediciones de Un llanto sobre el mar, de Roland Leighton, que, me emociona porque la ha hecho Paula Campos Fernández, la hija mayor de mi amigo el poeta, el profesor y el traductor Ángel Campos Pámpano. Quiero escribir algo sobre esto cuando haya una luz parecida a la de esta tarde, y volveré sobre Ángel porque pronto, a finales de mes, conversaremos sobre él sus hijas y un puñado de amigos en sesión virtual de la I Feria Iberoamericana del Libro y la Lectura, organizada por la Fundación Ciudadanía, Fundación Impulsa CLM y Observatorio del Futuro. Próximamente.

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