martes, mayo 28, 2019

Ofendiditos


Julia comió ayer en casa. Tiene una epicondilitis en ambos brazos y estamos preocupados por cómo puede afectarle a su trabajo de dibujanta. Para mí eso es tan importante como para un culé que a Messi se le rompa el menisco. Nadie lo quiera. Cuando Julia come en casa siempre nos recomendamos cosas. Yo prefiero retrasar un día reciclar los periódicos y revistas que se acumulan para que ella eche un vistazo a lo que no ha visto en pantalla; y a ella no le importa dejar por aquí algo de lo que trae en la mochila para que yo lo lea o recordarme que puedo ver —porque lo pago— una meritoria serie de televisión. Me dejó —literalmente, sobre el sofá— este ensayo que su amigo David le había regalado de Lucía Lijtmaer, que debe de ser uno de los ultimísimos títulos de la colección «Nuevos Cuadernos Anagrama»: Ofendiditos. Sobre la criminalización de la protesta. Me ha parecido muy interesante su reflexión sobre el nuevo puritanismo y sobre lo políticamente incorrecto, todo mezclado, aunque creo que, si se trata de divulgar —no un catecismo, sino una opinión inteligente— se dan por conocidos hechos muy conocidos, como el caso de Egon Schiele, la exposición de Balthus o la relectura de Lolita, que no se explican en estas páginas —aunque sí, con bastante detalle de fecha (9 de enero de 2018), lugar de publicación (Le Monde), autoría (Catherine Deneuve o Catherine Millet, entre otras muchas), la carta abierta, de la que se reproduce un fragmento, que respondía al revuelo del #MeToo —otro sobreentendido. No sé si yo estaré hoy muy espeso y no he comprendido del todo; pero me da la sensación de que no se expresan bien las ideas principales de este ensayo, que parece escrito como respuesta a una conversación de una red social en la que participa todo el mundo que está al cabo de la red —como de la calle. Es contundente el último capítulo «España no es diferente», que comienza con una frase lamentable: «La idea de corrección política llega a nuestro país como un calco estadounidense» (pág. 67), y que continúa con datos que ponen de manifiesto que las protestas de los ofendidos —no me gusta lo de ofendiditos, a pesar del guiño irónico— y de las feministas puritanas se sustancian en leyes y en opinión pública. Creo que yo tampoco he sabido difundir de qué va este librito que he disfrutado. Ni soy Fiero Analista ni Ofendidito. Lo siento.

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