© Fotografía de Begoña Rivas. Jot Down.
En las primeras clases del segundo cuatrimestre suelo hablar de un poema que siempre me ha parecido interesante, desde que lo leí en la edición de Imagen, de Gerardo Diego, que publicó José Luis Bernal hace la tira de años (Málaga, Centro Cultural de la Generación del 27, 1990). «Ría» es un romance vanguardista —lo que dice mucho de lo que fue la vanguardia española. Me empeño con mis alumnos en que aprecien la pauta formal de un poema, bien sea su disposición estrófica o el tipo de verso que hace que el texto suene. También en clases primeras de otra asignatura me paro a advertir... —qué sabré yo en lo que me paro, la verdad. Por asuntos como este y por gustarme lo que canta Adolfo Cabrales Mato, para más señas, «Fito», me puse a buscar si la letra de lo cantado tenía su correspondiente negro sobre blanco, o azul sobre sepia, que en la red todo vale. Es tanta la ignorancia sobre el molde rítmico de la letra de una canción que no he encontrado aún —sigo buscando entre miles de resultados en la red— una transcripción correcta de la de un romance como «Soldadito marinero», una sencilla relación de octosílabos con rima asonante (e-a) en los pares, que haga justicia a la disposición versal de la pieza. Es fuerte, como se dice ahora. Cuánto analfabeto en métrica, ay. «Él camina despacito que las prisas no son buenas. / En su brazo dobladita, con cuidado la chaqueta» es la manera que la inepcia tiene de transcribir los versos de un romance tan sencillo como el del Duque de Rivas: «Al pie del cadalso el reo / de la alta mula se apea: / fervoroso el padre Espina / con él sube y no le deja. / De pie ya sobre el tablado / tres personas se presentan / a las medrosas miradas / de la muchedumbre inmensa». Así que:
Él camina despacito
que las prisas no son buenas.
En su brazo dobladita,
con cuidado la chaqueta.
Luego pasa por la calle
donde los chavales juegan,
él también quiso ser niño
pero le pilló la guerra.
Soldadito marinero
conociste a una sirena,
de esas que dicen te quiero
si ven la cartera llena.
Escogiste a la más guapa
y a la menos buena.
Sin saber cómo ha venido
te ha cogido la tormenta.
Él quería cruzar los mares
y olvidar a su sirena,
la verdad, no fue difícil
cuando conoció a Mariela,
que tenía los ojos verdes
y un negocio entre las piernas,
hay que ver qué puntería,
no te arrimas a una buena.
Soldadito marinero
conociste a una sirena
de esas que dicen te quiero
si ven la cartera llena.
Escogiste a la más guapa
y a la menos buena,
Sin saber cómo ha venido
te ha cogido la tormenta
Después de un invierno malo,
una mala primavera;
dime por qué estás buscando
una lágrima en la arena.
Después de un invierno malo,
una mala primavera;
dime por qué estás buscando
una lágrima en la arena.
Después de un invierno malo,
una mala primavera;
dime por qué estás buscando
una lágrima en la arena.
Después de un invierno malo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario