«La imagen del cadáver diminuto de un niño sirio al que las olas depositan en las costas turcas se clavó ayer en la retina de los europeos como símbolo del drama migratorio» (El País). Y la imagen de la Playa de las Tres Piedras (Chipiona) la saqué yo el martes. Muestro solo la mía, que es la más limpia, la que más interesa. Hemos sobrevivido, además, en el viaje de vuelta por carretera —tan peligrosa en España—, con parada en Monesterio para comprar un par de bocadillos de jamón. El pan regular, el jamón pasable. Y el niño muerto. Y todo igual.
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