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Escenas de verano. Lamento no
poder localizar la viñeta, creo que de Forges, en la que un comensal se queja
de la mala calidad de la comida y el camarero le responde como disculpa que no
se había dado cuenta de que no eran forasteros. Desgraciadamente, cuando uno
viaja son demasiadas las veces en las que se recibe mala atención sólo por no
ser cliente habitual. Molesta. Y más cuando lo ves en tu propia ciudad. Aquí,
en Cáceres, vimos ayer un trato displicente por un camarero en una terraza del
centro hacia unos turistas. Lo peor fue que uno de estos dijo al levantarse:
—Arrieritos somos. Imagino a ese cliente camarero en Antequera, pongamos por
caso, y que cuando yo vaya por allí y se entere de que soy de aquí me cobre
medio vino a cuatro euros para sacarse la espina de su mala experiencia de ayer
al lado de casa. Experiencias del verano como la del otro día en Covarrubias en
la visita al torreón de Fernán González, el de doña Urraca, según la leyenda.
«Ovo nonbre Fernando esse conde
primero, / nunca fue en el mundo
otro tal cavallero;» Allí, a C. se le ocurrió recordar un hecho
contrastado muchas veces, y, una vez más, allí mismo: los primeros que se
sientan en una visita turística, incluso cuando hay mayoría de personas mayores,
son los niños, que no aguantan. No falla.
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