Me he traído de Salamanca este libro que para mí resulta especialmente cercano por diversas razones. Está escrito por un venerable amigo, compuesto por trabajos que tengo en su mayoría dedicados por su autor cuando se publicaron por primera vez y que leí a su debido tiempo, y versa sobre las letras ilustradas y las letras románticas, que, entre lo poco que sé, es lo que más he frecuentado profesionalmente. No estoy seguro.
En el primer número de primavera —de la de 2007— del volumen 30 de la revista Dieciocho, dedicado a la enseñanza del dieciochismo hispánico, Russell P. Sebold publicó un artículo titulado "Aquel extraño paréntesis entre los siglos XVII y XIX (Reminiscencias de un dieciochista impenitente)" en el que habló de muchas e interesantes circunstancias de su carrera discente, docente e investigadora e hizo una ilustrada defensa de nuestro siglo XVIII. Evocó el verano de 1951, cuando intentaba redactar una tesis de doctorado sobre el teatro del siglo XVI asignada más y nada menos que por Américo Castro en la Universidad de Princeton. El mismo que le autorizó para cambiar el asunto de su tesis, que sería el Fray Gerundio del padre Isla. En aquel artículo, Russell P. Sebold contó cómo le rechazaron un artículo sobre Torres Villarroel en la Hispanic Review, la revista que luego él dirigió durante veintinueve años, y cómo estuvo al frente de un departamento en Maryland con 8.640 alumnos y 475 enseñantes.
Pues bien, ese breve, intencionado y ameno texto del profesor Sebold, es el que abre este libro titulado Concurso y consorcio: letras ilustradas, letras románticas (Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 2010), en el que se recogen trabajos relativos a la Ilustración y su evolución y al Romanticismo y su exaltación, en conceptos que el propio autor explica en un prefacio que nos informa de que el único trabajo inédito —los hay publicados entre 1985 y 2009— es el dedicado a Nicomedes Pastor Díaz, poeta del vacío y el desamor, y del fastidio universal. Un capítulo que he leído al volver de Salamanca y antes de que España ganase a una Portugal demasiado pasiva. Lástima lo de Portugal; podría haber sido otra selección, con todos mis respetos.
miércoles, junio 30, 2010
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8 comentarios:
NOTA BENE: Me he traído este libro de Salamanca porque me lo ha dado María José Rodríguez Sánchez de León, colega dieciochista, que lleva unos cuatro meses como directora de Ediciones de la Universidad de Salamanca. Otro motivo de cercanía para aplicar a este libro.
No entiendo el final de tu post. ¿Querías que ganase Portugal? ¿A tanto llega tu amor a lo luso?
Repito sobre el final de mi entrada: Lástima lo de Portugal. Podría haber sido otra selección la que nos hubiese tocado para ganarle. Con todos mis respetos.
Me arrepiento de contestar a un anónimo una tontería como ésta.
Me uno a tu lástima por Portugal,pero por distintas razones: porque, si la llamada selección portuguesa hubiese ganado (fíjate tú que problema), nos hubiésemos ahorrado (o me hubiese ahorrado, si lo prefieres)tanto trompeterío horrísono, tanto po-po, po-po de coches, tanta "banderita tú eres roja, banderita tú eres gualda" en los balcones, tanto patrioterismo y tanto tópico a diestro y siniestro. Lástima lo de Portugal, sí, y lástima lo de España, y...
Por otra parte, Miguel Ángel, no entiendo esos plurales en primera persona "nos hubiese tocado..." ¿Tan lejos estás de la Ilustración que te unes al coro de los que jalean uno de los múltiple opios de la gente? ¿Dónde andan las Luces?
Pero no te aflijas, por ahora creo (¿creo?) que aún nos queda otro Portugal, supongo que el mismo que a ti y mí nos gusta.
No entiendo comentarios como el de Pepe, propios de amargados a los que les molesta la alegría de un pueblo que ya bastantes penurias pasa. Soy de izquieras y no me avergüenzo de mi bandera, que ya se apropiaron los derechistas demasiado tiempo.
¿Este no era un post sobre un libro de Sebold?
Pues, sí, Anónimo; pero como parece que el libro de Sebold no tiene importancia, habrá que hablar de mi coda —tendré que arrepentirme— al comentario sobre el libro de Sebold.
Para Anónimo I: ¿alegría de un pueblo, dice usted?, ¿la bandera?, ¿amargado? Aunque el tópico se vista de izquierdas, tópico se queda. Todo lo que me dice dígaselo, por ejemplo, a Adorno o a Sánchez Ferlosio o..., "amargados" todos. Le copio un texto de aquel, de su obra "Mínima moralia": "Hoy, cuando el abandono de la utopía se parece a su realización tanto como el Anticristo al Paráclito, la palabra agorero se ha convertido en insulto hasta entre los que están abajo. El optimismo de izquierda repite la insidiosa superstición burguesa de que no hay que atraer al demonio, sino atender a lo positivo. '¿Al señor no le gusta el mundo? Pues que busque otro mejor' -tal es el lenguaje del realismo socialista".
Saludos
Para Anónimo II y Miguel Ángel: Cuando leamos el libro de Sebold -al menos yo- podremos hablar de él. Por ahora poco puedo decir, puesto que no lo he leído. Supongo que tiene importancia, casi seguro, pero qué pasa por comentar otros aspectos del post. ¿Hay que aplicar aquí también el comentario de Adorno? O mejor el de Sánchez Ferlosio, aquel que, si no recuerdo mal, habla del ideal burocrático de una casilla (je,je) para cada tema y un tema para cada casilla, o algo así.
Nuevos saludos
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