martes, agosto 04, 2009

Orthez

El otro día, el último lunes de julio, pasamos cerca de esta ciudad de la región más occidental de Francia, Aquitania, en el departamento de los Pirineos Atlánticos, próxima a Pau. A Orthez dediqué un pensamiento a ciento treinta kilómetros por hora. Pensé en un poeta querido, Nicasio Álvarez de Cienfuegos (1764-1809), que murió allí enfermo de tuberculosis a los pocos días de cruzar la frontera con la pena del exiliado de su patria. No se conoce su tumba, no hay inscripción alguna…, donde habite el olvido; tampoco, como se lamentaba José Luis Cano al introducir sus Poesías en los Clásicos Castalia, se conserva ningún retrato.
Se han cumplido este verano los doscientos años desde su muerte y ando, también a salto de mata, escribiendo algo sobre su poesía, que es de lo más interesante del primer romanticismo español. Estoy en ello y me acuerdo también de dos poetas del siglo XX, importantes: Jaime Gil de Biedma, que tituló un poema con otro de Nicasio, y José Luis Hidalgo, por lo del sentimiento de la muerte.

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