© Fotografía de Mónica, del Instituto Español de Lisboa. Evelio Martínez, Marga Méndez, Javier Fernández de Molina y yo.
Ayer fue la primera vez que pisaba el Instituto Español “Giner de los Ríos” de Lisboa sin Ángel Campos Pámpano. Y fue para participar en el acto en el que se le puso su nombre a la biblioteca del centro. Alumnos y compañeros de Ángel, algunos padres de alumnos y, desde Extremadura, Javier Fernández de Molina, autor del dibujo que rotula el lugar, y yo. Allí, amigos de aquí como los profesores Juana Lorenzo o Pedro Barco, el afecto de Emilia —que se me confesó lectora del blog de Julia y también de éste— y de tanto personal docente y administrativo del Instituto Español, el reencuentro con Alessandra, la hospitalidad de Margarita Méndez, directora del Departamento de Lengua Castellana y Literatura, y Evelio Martínez…, todo y todos transmitían un sentimiento poderoso, firme y franco que convocaba a Ángel entre aquel grupo gozoso por certificar su huella, que se hizo notar en el acto, en el que se entregaron los premios del concurso literario de escritura rápida —fascinantes los resultados— a los estudiantes de casi todos los niveles, desde 1º de Primaria hasta 2º de Bachillerato. Algunos de los premiados leyeron sus textos y aportaron una frescura memorable al breve acto —sobre todo los más pequeños—, y a mí me pareció más cercana la presencia de Ángel.Fue él quien me mostró la biblioteca del centro una mañana de la primavera de 2005, con unos fondos importantes que evidencian su historia de setenta y cinco años, y que recientemente se han enriquecido con algunas de las publicaciones debidas a Ángel (su obra poética reunida, sus traducciones, números de Espacio/Espaço Escrito…), y que ayer se mostraron en el expositor que nos recibió. Que no decaiga. Precisamente, ahora, que Ángel, con ese dibujo de su amigo Javier, nos recibe a la puerta de otra de sus casas.
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