He estado en Cádiz en un Congreso sobre Manuel José Quintana, con motivo del 150 aniversario de su muerte. Allí me he reencontrado con amigos y colegas que no veía desde hacía tiempo. Principalmente, con los del animoso y activo grupo de estudios sobre el siglo XVIII de la Universidad gaditana, organizador del encuentro, con Alberto Romero, Fernando Durán, Marieta Cantos —hoy Vicerrectora de Extensión Universitaria—, y con Alberto Ramos, Alberto González Troyano... También estaban Pepe Lara, de Málaga, Pepe Checa y Joaquín Álvarez Barrientos, de Madrid, Emilio La Parra, de Alicante, y de Cáceres, tan cercanos, Malén y Jesús. Congresos así son una delicia. Por el formato, por la ciudad en la que uno vive durante unos días —yo, menos días—, por el hospedaje, cómodo y con el atractivo de despertar a un lado con la vista del mar y al otro con la de las calles estrechas que rodean la Torre Tavira, por esa maravilla de desplazarse a pie a todos los lugares de interés. Los primeros y los más cercanos, claro está, la Facultad y el aulario “La Bomba”, donde se celebraron las ponencias. Y luego, tiempo para todo en tan poco tiempo. Para tomar manzanilla y algunas raciones con aceitunas machás riquísimas, en el Veedor —allí, de pronto, Luis Mateo Díez, otro grato reencuentro, por celebrarse las cien presencias literarias en la Universidad de Cádiz, cien— o manzanillas varias —la fina, la olorosa, la madura...— en Don Miguel. Impresionante. Dio tiempo a ver con tranquilidad la exposición de la Catedral Vieja, La imagen reflejada, sobre el Barroco andaluz —ha habido y hay otras en Sevilla, Jerez, Málaga, Córdoba, y Granada—, y no dio tiempo —y ya está bien— a intentar conocer desde lo más dentro posible un poquito del arte flamenco gaditano. Si llego a encontrarme con Chano Lobato le pido un autógrafo. Yo, tan poco dado a esas cosas. O, si alguien, como hizo Alberto González Troyano con ciertos rincones de tertulia y copa, me hubiese llevado a los del cante, estaría ahora hablando del aire que fue de Enrique el Mellizo, de Rancapino, o de ‘El Cascarilla’, a quien el sábado escuchábamos en el coche, en Duendeando, de Radio 3. Música de fondo.
—Madre, la cultura que da el moverse de donde uno está.
domingo, diciembre 02, 2007
Cádiz
Publicado por Miguel A. Lama en domingo, diciembre 02, 2007
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