No imaginaba tener tan cerca esta rareza. No estrictamente en términos bibliofílicos, aunque no deja de ser una curiosidad la que encontré ayer en sitio tan nutriente y cercano como la librería cacereña Boxoyo Libros. Es un folleto de cincuenta y cuatro páginas editado en México con el sello de Publicaciones Particulares El Candil en el otoño de 1971, y lleva un prólogo («Leve noticia de un enciclopedista olvidado») del poeta conquense Federico Muelas, paisano del polígrafo Lorenzo Hervás y Panduro (1735-1809), objeto del asunto. El interés por el jesuita enciclopedista del prolífico Carlos Murciano (1931) —en su «cuaderno de urgencia» sobre los premios literarios, de 1976, Antonio Hernández lo colocó a la cabeza de una clasificación global de premios ganados en poesía, narrativa y periodismo, con diecisiete galardones— cabe atribuirlo a la etapa de este escritor gaditano como «cronista de los fenómenos espaciales», que fue como lo acreditó el diario ABC de la época, que lo envió de corresponsal a los países en donde hubo testimonios de avistamientos de ovnis. Hervás y Panduro fue ortografista, lingüista, estudioso de la lengua de signos, filósofo, historiador, destacó como referente en antropogenia con su Historia de la vida del hombre (1789-1799), que había publicado antes en italiano, y mostró interés por las matemáticas y la astronomía, por un conjunto de disciplinas y saberes que hoy solo queda al alcance de los tertulianos y las tertulianas que campan por nuestros medios. Entre esos variadísimos intereses se encontraban los fenómenos celestes, como se leía en la portada de su Viaje Estático al Mundo Planetario, en que se observan el mecanismo y los principales fenómenos del Cielo, se indagan sus causas físicas y se demuestran la existencia de Dios y sus admirables atributos, que publicó la madrileña Imprenta de Aznar en cuatro tomos en 1793 y 1794, y que es la obra que Carlos Murciano recorre muy amenamente con comentarios en su librito, que sigue sus diferentes jornadas, astros y planetas —el Sol, Mercurio, la Luna, Marte y los «martícolas», Júpiter, o Saturno— y que se complace en recordar las palabras concluyentes de Hervás de que la Omnipotencia, Sabiduría infinitiva y Gloria de nuestro Hacedor no pudo limitarse a dar la vida solo en el pequeñísimo globo terrestre. Ahí es nada.
miércoles, julio 16, 2025
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