Solo Malén Álvarez sabía hasta ahora lo que me gustó este libro cuando lo leí. Fue mientras compartimos la tarea de puntuar los títulos seleccionados en la primera fase del Premio de Narrativa Dulce Chacón de este año, sobre obras publicadas en 2024. No conocía a su autora, Clara Morales, que «se crio en Huelva y se gana la vida como bibliotecaria», según reza la solapa de esta edición de la Editorial Tránsito, que añade que Ya casi no me acuerdo es su primer libro. «Nísperos dulces en invierno» y «Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones» son los dos primeros relatos, causantes de mi buena predisposición para el resto de la lectura. Comparten el punto de vista de la primera persona que se mantiene en todo el libro, salvo en «Aquí», que es el último texto antes del «Epílogo. Causa 105», hilado también desde un yo que escribe la frase final de ese fragmento («Ya casi no me acuerdo») que sirve para el título general y subraya lo memorativo como clave general de la colección. Ambos relatos iniciales muestran la variedad de tono y de ambientación que buscará todo el conjunto, una diversidad que refleja igualmente el libro como inteligente muestrario de registros y formas narrativos en el género del relato corto: está un formalismo textual como bastidor del contenido —«Sé el coautor de tu propia vida» y «Jabón neutro»—, está la exploración de lo subjetivo de «Y supondréis que no sabemos responder» o «Verbena», y está, por ejemplo, la pauta epistolar que sustenta «Thanksgiving Day». Ya casi no me acuerdo contiene relatos memorables; pero, a la vez, es un buen libro de relatos. A los valores de las piezas que lo componen hay que añadir la voluntad constructiva general del volumen, que comienza con una especie de declaración-marco a través de la cual el lector sabe que estará ante alguien que recoge una historia que le han contado y que va a contar, a pesar de todo («Y esto lo sé yo, me decía al calor del brasero o en primavera por alguna vereda junto al río, y lo sabes tú y no lo sabe nadie más, así que no lo andes repitiendo», pág. 14). El epílogo no disuena en este afán de bucear en el pasado como fuente de historias; pero añade una rúbrica personal sobre su bisabuelo paterno, represaliado por masón en la guerra civil, que desvela una implicación ideológica que el lector percibe desde el principio. Me refiero a este lector que soy y que intenta expresar su experiencia de una lectura con una pizca de imprecisa complicidad o cercanía con quien ha escrito estos relatos. Y por eso quizá tenga sentido contar esta anécdota que me parece curiosa: fue en Badajoz, en la antesala de la sede de la calle San Juan de la Sociedad Económica Extremeña de Amigos del País de Badajoz, en el piscolabis que siguió al acto de presentación del boletín de su biblioteca —del que ya hablé. El historiador Germán Grau, responsable del diseño y maquetación del boletín, se me acercó un momento mientras yo conversaba con Sara Espina, directora del Centro de Estudios Extremeños, para pedirme que cuando terminase, me sumara a su corrillo porque quería presentarme a alguien. Llegué y me presentó a una amiga como la madre de una escritora extremeña que había publicado un libro que quería recomendarme. Era María José Fernández, profesora de francés ya jubilada. «—Su hija ha escrito un libro que te gustará —añadió Germán—; se titula Ya casi no me acuerdo». Sin palabras. Bueno, sí: «Clara Morales» —completé rápidamente la ficha y dije que lo había leído y que me había encantado. La sorpresa fue grande y la madre, además, mostró una alegría orgullosa que yo compartí cuando me contó que eran originarias de La Codosera y que ella había dado clases en el Instituto Suárez de Figueroa de Zafra en los años ochenta, antes de su traslado a Huelva. La coincidencia me pareció deslumbrante y la mejor culminación de una cercanía intuida en la lectura de un libro tan interesante y tan bien hecho, que merece mucho la pena leer también como expresión de una conciencia que se empeña con razón en seguir defendiendo la dignidad de las agresiones del pasado y del presente. Clara Morales, Ya casi no me acuerdo. Madrid, Editorial Tránsito, 2024, 198 págs.
domingo, julio 13, 2025
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