domingo, enero 19, 2025

Notas de voz

En alguna ocasión Olvido García Valdés se ha referido a la fase de montaje de sus libros de poemas como el momento en el que se decide buena parte de su intención y significado. En una conversación con la llorada poeta Marta Agudo publicada en Letra Internacional en 2009 aludió a las dificultades de abordar un montaje distinto de los libros ya publicados, cuando, por ejemplo, editó su poesía reunida en Esa polilla que delante de mí revolotea (Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2008): «Siempre he pensado que mis libros se deciden en el trabajo de montaje, ese trabajo final sobre un corpus más o menos amplio de poemas escritos durante una época. Y tenía la sensación de que, dada la persistencia a través del tiempo de determinadas «raíces» o «motores» de escritura (y tal vez es eso lo que acaba conformando el mundo o, mejor, la visión del mundo en un poeta), dada esa persistencia —digo— podría tejer con todos los libros un libro distinto —el mismo y distinto— mediante un montaje que los tramara de otro modo. Y no ha sido así. Los libros sencillamente se resistieron y negaron a la operación; como si con el tiempo hubieran adquirido una autonomía y una entidad que ya no me permite intervenir en ellos; son así y en ese ser así ya no son míos». En aquella compilación, el último libro incluido fue Y todos estábamos vivos, que había aparecido en Tusquets en 2006, y en el contexto temporal y creativo de esa obra se inscribe esta preciosa edición de la Fundación César Manrique: Entre 2001 y 2006. En el curso de Y todos estábamos vivos (Lanzarote, Colección de Poesía Péñola Blanca, 2023). Preciosa edición en una cuidada colección «que alberga títulos muy queridos por mí», dice Olvido García Valdés en una nota liminar. (Y quizá convenga recordar esos títulos en su cronología, porque concuerdan con el mundo estético e intelectual de la autora: Manuel Padorno, Desvío hacia el otro silencio (1995), Antonio Gamoneda, El vigilante de la nieve (1995), José Ángel Valente, Nadie (1996), Joan Brossa, Poemes-Poemas (1997), Francisco Pino, Tejas: lugar de Dios. Obertura (2000), José Miguel Ullán Órganos dispersos (2000), Juan Gelman, Tantear la noche (2000), Carlos Germán Belli, En las hospitalarias estrofas (2001), Jorge Eduardo Eielson, Nudos (2002), Antonio Gamoneda, Cecilia (2004), Eugenio Padorno, Cuaderno de apuntes y esbozos poéticos del destemplado Palinuro Atlántico (2006), Claudio Rodríguez, Poemas laterales (2006), Andrés Sánchez Robayna, En el centro de un círculo de islas (2007) y Carlos Edmundo de Ory, Novísimos aerolitos, de 2009). Al lector de Olvido García Valdés se le ofrece, en esta combinación de poemas y de prosas de escritura coetánea al «curso» o proceso y tiempo de creación de Y todos estábamos vivos, una suerte de ampliación a manera de contexto —o junto al texto— del dado por la autora como texto definitivo para su publicación. No son borradores, fueron descartes en su día que hoy el lector puede acoplar sin disonancia con el sentir de aquel libro. Son notas de la voz principal de Olvido García Valdés en su creación en marcha que permiten visualizar una escritura en el curso de otra, en simultaneidad a la conformación de un libro que fue el de 2006, y que ahora aportan una con-textualización muy enriquecedora —no necesariamente esclarecedora o explicativa— a aquellos poemas a los que ya aludió la propia autora en uno de los textos «De la escritura» que cerraron Esa polilla..., en concreto, el último, el titulado «Después de Y todos estábamos vivos». Este cuaderno que publica ahora la Fundación César Manrique amplía y precisa algunos apuntes sobre aquel libro, como su construcción en tres partes («Lugares», que se llamó antes «Lugares de Perséfone», «No para sí», que sale de un poema de Nuno Gonçalves, y «Sombra a sombra», que remite al Vallejo de Trilce), el añadido de más de cuarenta poemas, entre los que hay elementos de lo real —«urraca, cuervo, helechos»— que el lector conoció en Y todos..., del que algún verso o expresión («Vamos cayendo como moscas») reaparece ahora en las anotaciones fechadas de esta entrega especial de la poeta asturiana. Una extensión de su temperamento poético o de su voz poética que algunos lectores agradecemos por motivarnos a volver a un pasado acotado —entre 2001 y 2006— para leer de un modo tan singular que se diría que estamos releyendo.

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