domingo, noviembre 12, 2023

El tiempo confeso

2022 fue un año de celebración para Hilario Bravo (Cáceres, 1955). Celebró los cincuenta años de trayectoria artística con una gran exposición —Diario de un chamán. 50 años— que estuvo en la Sala El Brocense de Cáceres, en septiembre-octubre, y en el MEIAC de Badajoz, en noviembre-diciembre; y que luego remontó en San Sebastián en mayo-junio de 2023 en la Casa de Cultura Okendo, para culminar así un largo recorrido de medio siglo iniciado precisamente en Donostia con una primera muestra colectiva en 1972. Otro gesto recopilatorio, menos público, fue la edición de una carpeta con el mismo título de Diario de un chamán que incluía cinco reproducciones y un cuaderno explicativo de otros tantos ejemplos de series o etapas de su pintura en estos cincuenta años: las series ‘Tenerife’ —de finales de los setenta— ‘Berlín’ —en los ochenta—, ‘Roma’ —testimonio de la beca en la Real Academia de España en el curso 1995-1996—, ‘Las cuentas de Caronte’ —que recibieron el nuevo siglo— y la serie ‘La ventana de Malevich’ —de 2019. Pero, sin duda, fue la acción expositiva lo más notorio de esa mirada histórica hacia una labor constante y una obra copiosa que ha hecho girar su reflexión sobre el ser humano en torno a ejes temáticos como la existencia, la naturaleza, la noción de lugar o, también, la expresión artística del texto literario, que es hacia donde está orientado el otro gran acontecimiento del año de Hilario Bravo: la publicación de la primera entrega de una trilogía —Escritos en la niebla— bajo el título de El tiempo confeso (1972-2022). Diarios de Hilario Bravo (Cáceres, Edición del autor, 2022), que recoge todos los textos sobre arte del autor. A mí esto me parece muy importante, pues no suelo disponer de tanta cantidad de páginas que alberguen el pensamiento de un artista plástico contemporáneo, no solo sobre su propio quehacer, sino sobre muy diversos asuntos, como la política cultural o el modelo de ciudad, el cine o la obra de otros creadores. No es una mera recopilación cronológica de textos, desde un primer apunte facsimilado de agosto de 1972, sino que es una reunión de escritos razonada estructuralmente, articulada en cuatro grandes bloques: «Dibujando en la niebla» sí es el compendio más exhaustivo, y extendido en el tiempo (1972-2022), de notas y apuntes sobre el arte, que permite ver la evolución del pensamiento de Hilario Bravo. «Escribiendo en la niebla» como segundo corte tiene el carácter recopilatorio de recoger escritos dispersos en muchas publicaciones, periódicos, revistas, catálogos o redes sociales. «Diarios en la niebla» son las apuntaciones creadas en torno a algunas de las creaciones del autor entre 1997 y 2019, como Las cuentas de Caronte, La ventana de Malevich, Los papiros de Nut o Las paredes de la idea. Y «Conversaciones bajo la lucerna» cierra el volumen como larga y pensada entrevista con Maider Beunza, que es también un rico venero del que nutrirse para acceder al pensamiento artístico y vital de Hilario Bravo. Celebro esta lectura porque siempre se ha insistido en la presencia de la literatura en su obra, que incorpora texto o palabra al trazo o al dibujo, o que toma el texto como inspirador en propuestas como el Cantar de los cantares  (1990),  las Jarchas mozárabes (el agua incendiada) (1997), La pluma y el espino. I Centenario de Carolina Coronado (2010), o las serigrafías ‘catulianas’ de Odi et amo (2020), entre otras. Su insistencia me la confirmó la charla que programó para el 27 de octubre en el Espacio de Arte y Creación Belleartes de Cáceres sobre «La palabra pintada. ¿Palabra o imagen?» y que coincidió con la inauguración de la exposición Como una llamada a los cuervos en medio del silencio, de la colección de videoarte de Teresa Sapey, organizada por la Fundación Caja Extremadura en el Museo Vostell Malpartida. Lo cierto es que la obra pictórica de Hilario Bravo siempre ha estado relacionada con la literatura, con su propia vocación literaria, y estos ‘escritos en la niebla’ de El tiempo confeso —tras aquel sugerente Cuaderno de Roma (2002)— deben ser tenidos en cuenta en un panorama todavía no historiado de una escritura ensayística y diarística que entre autores extremeños viene dando destacables ejemplos. Y el de Hilario Bravo merece mucha atención por su hondura y por su capacidad de acompañar luminosamente la comprensión de su propia obra. 

 

1 comentario:

El Deme dijo...

Los artistas tienen que crear y celebrar esa creación con una reflexión de los motivos y los sentimientos que les animan a seguir trabajando.