jueves, agosto 17, 2023

Fritz Wunderlich

Hace un año por estas fechas anoté el nombre del magnífico tenor Fritz Wunderlich (1930-1966) por una extravagante conformidad con la causa de su muerte. El cantor lírico alemán, considerado como uno de los más grandes de la segunda mitad del siglo XX, murió, poco antes de debutar en el Metropolitan de Nueva York y de cumplir los treinta y seis años, a consecuencia de una caída por las escaleras de la casa de un amigo. Yo acababa de caerme por las escaleras de mi casa, tres días antes de cumplir los sesenta años, y me pareció muy estimulante recordar, sano y salvo, el trágico final de aquella voz «plateada» de repertorio mozartiano. Mi caída fue tremenda. Mal calzado, con una bolsa de basura en cada mano, resbalé la noche de aquel sábado de agosto y caí de espaldas sobre los peldaños de un tramo de siete y me golpeé en el brazo y en la pierna izquierdos hasta llegar de culo al suelo del descansillo. Desde entonces, el viejo y firme pasamanos de mi escalera es un aliado al que me aferro todos los días, pase lo que pase. Aturdido, me vine arriba con mi propósito de enmienda hasta imaginarme un mal golpe, una parálisis irreversible, y luego pensar en Fritz Wunderlich y en la muerte. Mucho dramatismo para una insignificancia sin más consecuencias que unos hematomas; pero el mero hecho de contarlo me parece que le da mayor veracidad y me permite revivir ese pensamiento en la fugacidad que se acentúa cuando uno cumple años. Fue por aquellos días cuando escuché a Wunderlich en La flauta mágica, en el programa de Ricardo de Cala «Maestros cantores», de Radio Clásica; y ahora, un año después, he buscado su limpia voz de plata y he encontrado momentos memorables como algunos programas en los que el crítico musical compartió espacio con Arturo Reverter (Ars canendi), de la misma emisora, y doblaron el placer de escuchar. Solo quizá por el festivo recuerdo de una cabriola tan indecorosa en caliente como reflexiva luego en frío. Por cierto, estoy terminando Los años, de Annie Ernaux (Madrid, Cabaret Voltaire, 2019). No conozco todavía el original francés (Les années, 2008), pero una traducción así —de Lydia Vázquez Jiménez— seguro que es digna de nota.

4 comentarios:

Alfonso Alegre Heitzmann dijo...

Wunderlich: Wunderbar

La verdad en la voz

Miguel A. Lama dijo...

Gracias, Alfonso.

José A. García dijo...

Espero que tu recuperación sea rápida y productiva. Somos fugaces, no hay otra explicación.

Saludos,
J.

Miguel A. Lama dijo...

Gracias, J.
Saludos.