El día 2 del pasado mes de abril vi la grabación de la presentación en la Librería Alberti de Madrid de la antología de Jenaro Talens El azar nunca deja cabos sueltos. Antología (1960-2020). (Edición de José Francisco Ruiz Casanova. Madrid, Ediciones Cátedra —Letras Hispánicas, 843—, 2021), en la que el poeta tarifeño dialogó con el crítico Antonio Ortega. Me la recomendó un amigo con el que hablé de la poesía de Talens, y la vi diferida del martes 25 de mayo de 2021, cuando se celebró. La traigo aquí por lo siguiente: en un momento de la presentación, Antonio Ortega destacó el trabajo realizado como editor del profesor José Francisco Ruiz Casanova, que fue aludido como un «filólogo», alguien —añadió Jenaro Talens— que, además, no se había limitado a un área reducida en cuanto a sus intereses de estudios. Ciertamente, cualquiera que se acerque a su trayectoria puede certificar que Ruiz Casanova ha estudiado desde la literatura medieval y renacentista (Diego de San Pedro), el Siglo de Oro (Conde de Villamediana), el siglo XVIII (Leandro Fernández de Moratín), hasta la literatura del siglo XX y XXI, con sus antologías y ediciones de autores como Andrés Sánchez Robayna, o su conocido Manual de principios elementales para el estudio de la literatura española (Madrid, Cátedra, 2013), entre otros trabajos. Yo creo que tanto el crítico como el poeta querían subrayar que quien se acercaba a la obra de un autor contemporáneo, de un protagonista del panorama poético español de los últimos sesenta años, no era participante natural —poeta o crítico habitual de poesía actual—, sino alguien que provenía de otro ámbito, en este caso, el académico, como profesor de la Universidad Pompeu Fabra. Quizá la última demostración de la obra plural y abarcadora de este editor filólogo sea esta novedad que me entusiasma, pues el catálogo de Letras Hispánicas vuelve a acrecerse con un nombre del ámbito del neoclasicismo decimonónico. Este autor muerto con veinticinco años fue Manuel de Cabanyes (Vilanova i la Geltrú, 1808-1833) y solo publicó este libro que ahora se reedita en esta edición preparada por Ruiz Casanova. Por cierto, en eso de que Cabanyes fue autor de un solo libro impreso pocos meses antes de su muerte se insiste llamativamente a lo largo de las páginas (27, 33, 36 y 54) de una introducción en la que también se repiten citas de versos —el inicio del poema «La independencia de la poesía» en págs. 28 y 57— o de cartas —la que le envía a su amigo Joaquín Roca y Cornet preguntándole si ha leído la Ilíada traducida por Hermosilla en págs. 37 y 52). Son extrañas redundancias que quizá obedezcan a algún fallo en la revisión final de un texto escrito en diferentes fases. Hay que celebrar, en cualquier caso, esta puesta al día de los estudios sobre esta figura y esta presentación precisa y bien anotada de una obra tan solo compuesta por las doce odas —más un soneto— de los Preludios… y diez poemas más no recogidos allí y publicados en 1858 en Producciones escogidas, principal en cantidad de las colecciones de los versos de Cabanyes, que referencia el editor en las «Ediciones utilizadas» y entre las que debería incluirse la del libro del canónigo Sebastián Puig, El poeta Cabanyes (Barcelona, 1927), pues se trata de un estudio biográfico y con documentos del autor, pero también una estimable edición de su corta obra completa. No es habitual encontrar entre las novedades de ediciones textuales destinadas a estudiantes universitarios y estudiosos una de un nombre del siglo XVIII. Aunque Cabanyes es decimonónico, viene siendo asociado al estudio de la poesía dieciochesca desde que Joaquín Arce lo estudiase en La poesía del siglo ilustrado (Alhambra, 1981) y lo considerase en su último capítulo «Un puro neoclásico del siglo XIX: Manuel de Cabanyes», unas páginas que fueron mi primer conocimiento de este escritor de «indiscutible horacianismo», se decía allí (pág. 514). Con razón advierte Ruiz Casanova que aquí no se trata del rescate de un poeta menor, sino de la «ilustración de una propuesta poética que, aunque su autor no pudo desarrollar más allá de sus doce odas, es lo suficientemente rica y compleja (en cuanto a métrica, léxico, sintaxis, ritmos y temas) e ilumina una vertiente poco explorada de la herencia clásica de la modernidad» (pág. 61). Insistiendo en las menudencias, también me ha llamado la atención que se diferencie por el editor entre la letra cursiva que utiliza para las notas originales de Cabanyes a algunos de sus poemas, y la letra itálica para las notas que añade él (pág. 66). Con esta edición anotada —en los textos de manera detallada, conservando las notas originales del autor, y dejando al final las de aspectos generales y contextuales— se pone a disposición del lector actual la información más pertinente para conocer a un escritor del que destaca por encima de otros valores su voluntad de innovar o experimentar en materia de prosodia, en donde hizo propuestas variadas en materia de ritmo y rima —o sobre su evitación. Es una edición necesaria en el ámbito académico que suma un nombre a un canon exiguo y poco conocido, hecha por un estudioso al que uno lee con gusto, tanto cuando trata la cuestión metapoética en Jenaro Talens, como cuando habla de traducción en España, de Ángel Crespo, Cernuda o de Manuel de Cabanyes, Preludios de mi lira y otros poemas. Edición de José Francisco Ruiz Casanova. Madrid, Ediciones Cátedra (Letras Hispánicas, 880), 2023.
jueves, julio 27, 2023
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