Me pregunto qué puedo hacer para recomendar la lectura de un libro. Es una pregunta tonta que me respondo todos los días cuando en clase invito a la lectura de las lecturas del curso o cuando escribo en este blog sobre algunos de los libros que leo o en algunas revistas reseñas sobre más obras leídas. No es tanto el qué sino el cómo, claro está. Cómo hacerlo bien para convencer a alguien de que lea un libro. Puedo ocupar horas de clase, entradas en este blog y páginas de revistas con novedades editoriales que nunca faltan; pero saber decir una recomendación es más difícil. Me parece. Por eso, intento escribir todo lo lento que puedo. Aun así, hace ya demasiados días que me dije que no debería dejar pasar más tiempo sin acabar de escribir mis notas sobre este gran libro de Tomás Sánchez Santiago (Zamora, 1957). Pérdida del ahí (Madrid, Ediciones Amargord, 2016) es un gran libro. Lo tengo señalado como uno de los mejores que he leído el pasado año. Retumba en el alma del lector y la conciencia del ciudadano. Es un libro tripartito con la necesidad de explicar el quehacer poético, la escritura, con la obligación de manifestarse sobre lo que pasa en la calle y con las preguntas de la cuna y la tumba. Esto me trae al Bécquer que leyó Cernuda en Donde habite el olvido. El mismo al que iniciaron sus rimas («Yo sé un himno gigante y extraño») con un texto parangonable con la intención del primer poema («Toca, toca mudez») del libro de Sánchez Santiago: «No tengo de mi lado al lenguaje» es lo primero que leemos en una sección titulada «La fruta está quieta», muy determinante, muy autorreferencial y expresiva de esa especie de entusiasmo que es ponerse a esperar la llegada del poema. Un poema como «Obligación», que abre la segunda parte titulada «Las acumulaciones», resume la intención y el sentido de esta sección de poesía y prosa poética de circunstancias —en su sentido más sublime y comprometido. El asco de lo que uno ve día a día se mezcla inevitablemente con la elegía y la expresión de la amistad. T.S.S. recupera aquí, por ejemplo, su sentido «Cuarto aniversario» sobre la muerte de su amigo Ángel Campos Pámpano. Finalmente, «Pájaros extremos» es una serie de veintitrés poemas que valen un libro, que resumen un libro, diría yo, porque el pájaro es el poeta que mira a su propio quehacer —la primera parte— y los extremos, en cierto modo, son todas las acumulaciones que la vida y su sentido nos pone delante. Su pensamiento. No es fácil que el lector comprenda a primera vista que el título de este libro de poemas de Tomás Sánchez Santiago, Pérdida del ahí —y menos con esa errata de cubierta en «pérdida» sin tilde—, es un eco de las palabras del Rey de Francia dirigiéndose a Cordelia en la escena primera del primer acto de El Rey Lear de Shakespeare: «Thou losest here, a better where to find», que, junto a otro lema de Yves Bonnefoy («De que j'ai dans mes mains, ces fleurs, ces ombres, Est-ce presque du miel, est-ce de la neige?»), encabeza la obra como epígrafe general. Ambos ponen a funcionar unas significaciones que luego se verificarán en la lectura de este libro triple, lleno de llamadas de atención sobre el lenguaje y sobre la vida, de sus zozobras y escollos, como me decía el propio T.S.S. en una carta. Como ocurre cuando uno se enfada en el aula por la falta de asistencia a clase y los que escuchan son precisamente quienes ese día han cumplido, así pasa con algunas imprecaciones poéticas de este libro, inoperantes en lectores que comparten la misma convicción humanista que surge de estas páginas. A pesar de todo, Pérdida del ahí retumba en la conciencia de este lector y reactiva sus sentidos. Mientras haya personas como Sánchez Santiago, escribió Álvaro Valverde, «la autenticidad puede ser revolucionaria». Verdad.
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