Es posible que dijese «agostadero»; pero yo escuché «acostadero», porque a lo que el campesino se refería era al lugar al que van a dormir las ovejas. En el contexto, verdad es, cabría también la significación del lugar al que va el ganado a pastar en tiempo de sequía, en rastrojeras o en dehesas, que es lo que trae el Diccionario de la Real Academia Española; que, sin embargo, no incluye «acostadero». Pero me gustó mucho la palabra como sinónimo de dormitorio, de habitación destinada para dormir, o de alcoba, mismamente. «Estoy cansado y es tarde. Me voy al acostadero». Y aquí no se cumple del todo lo que dijo Pedro Álvarez de Miranda de que a falta de textos, «buenos, muy buenos, son los diccionarios». Porque, en este caso, hay textos; pero su mención la debemos, nuevamente, a los «buenos, muy buenos» diccionarios como el Diccionario del Español Actual, de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos, que me lleva a pensar en que pudiese ser posible que no escuchase mal, y que aquel hombre dijo «acostadero». Una palabra definida en Seco como «Lugar en que acostarse», y marcada como un vocablo raro. Y para la que se citan dos ejemplos: uno de Ágata ojo de gato, de Caballero Bonald («Fue asomándose a la verja hasta que la visual coincidió con el sofá […] Ya estaba encendida la luz pero no los vio ni allí ni en ningún otro posible acostadero»), y un momento de Francisco García Pavón, en el relato «Los nacionales», de 1977, en los que es evidente ese significado («La ola de beatería […] acorraló de miedo la casa de la Carmen, la del Ciego, la de las Pichelas y otros acostaderos y cuartillejos de menor entidad»). El que yo ahora le doy al decir que ya está bien de escribir que «Estoy cansado y es tarde. Me voy al acostadero».
domingo, febrero 05, 2017
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