viernes, mayo 15, 2015

La lupa en C


«La lupa en C» es un anagrama de «Paul Celan» en el que la letra C representa el objeto observado en aumento y analizado ayer en la primera jornada de este Congreso Internacional «Paul Celan en España. Traducciones. Lecturas. Influencias». Todo empezó tarde, y cuando Jaime Siles comenzó a hacer sus «Lecturas de Celan» ya se veía venir el desajuste. No así en sus esclarecedores comentarios desde unas primeras traducciones de Felipe Boso, la labor de Reina Palazón en sus versiones, la lectura de Valente hasta la suya propia, la de Siles, que dijo algo tan atinado como que lo que el autor de Material memoria hizo con el de Amapola y memoria no fue, lingüísticamente hablando, traslación sino rotación. O algo así. Lo cierto es que con el desarreglo horario no hay quien se organice, y, entonces, lo que uno quiere escuchar a su hora, porque a otra tiene tarea, se le escapa, como se me escaparon las intervenciones por la tarde de mis exalumnos Mario Martín Gijón —organizador del congreso con un ausente de mañana César Nicolás— y Ángela Pérez Castañera. Disfruté, sí, de la intervención de Antonio Méndez Rubio, a quien finalmente he podido conocer en persona después de años de lecturas y de una comedida relación epistolar. Disfruté porque su «poética como autocrítica» a partir de la lectura de Paul Celan fue una ilustrativa vereda para mejor comprender su poesía, su intención. Llegó a decir —«sin énfasis», dijo— que Paul Celan le había salvado, citó a Francisco Pino y su Siempre y nunca como referente de su Siempre y cuando, habló de lenguaje poético y de trauma colectivo, y me gustó que relacionase la idea de rotura —«Viviendo la rotura. Poética como autocrítica a partir de Paul Celan» fue el título de su intervención— con el significado de roturar, que contiene el gesto de preparar la tierra para que algo germine. 


Además, me he comprado —hay que ayudar al incansable Chema Cumbreño— Nada y menos (Ediciones Liliputienses, 2015), que contiene cinco libros publicados por Méndez Rubio entre 2002 y 2008, y completa la anterior recopilación que fue Todo en el aire. Poesía (1995-2005) publicada por la Editora Regional de una Extremadura en la que, felizmente, están recalando todos sus ciclos poéticos. No pude estar en todo porque tenía que trabajar. Sin embargo, saludé en la conferencia de Siles a X, del personal de biblioteca, que debería estar trabajando en esos momentos; y no pude saludar a los que poco interesa lo que se cueza en un congreso sobre Celan que se celebre en su Facultad. Me reencontré también con Rafael Morales Barba, cansado del viaje pero exultante, resacoso, diría yo, por venir de la Feria Nacional del Vino (FENAVIN) de Ciudad Real, en la que coordinó mesas con profesores y poetas. Me regaló el número especial de Fragmenta, la revista de poesía que dirige, y que ha patrocinado FENAVIN, así que todo el mundo sabrá a qué saben sus doscientas páginas antológicas. Y estuve con Eduardo Moga, que habla ya hoy viernes, sobre la soledad del suicida Celan. Un placer. La lupa en C.

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